El centro del mundo en tu cuerpo húmedo
florecido por besos y caricias
llevando mis manos a tu vientre, y más abajo
tomando tus muslos morenos con mis labios
Razgo tu ropa, tu pubis, tu destino
somos dos caracoles que se engullen mutuamente
tus pechos agitados y mi torre que se extiende
la sed de los mordiscos, la carne que cruje
mi ritmo es sincopado, como martillo de fuego.
Con cada caricia, lamida y chupada
nos acercamos más y más al momento
en que seremos uno solo
un oceano que fluye,
líquidos vitales, gemidos, dolor
Tu monte de venus en mis labios y en mis muslos
Nos lleva al frenesí de la noche más violenta.
Y somos dos ángeles que estallán
entre el lecho destrozado.