Nos encontramos en un parque, entramos a una cafetería y al cabo de 10 minutos mi dudas estaban aclaradas y yo había tomado una decisión. En adelante sería una prepago.

Acordamos una fecha y hora para realizar la sesión de fotos que luego se incluirían en el portafolio para los clientes. Tras la sesión de fotos, hice una pequeña "prueba" sobre mi desempeño sexual. No fue rico, no me excité, no lo disfruté, pero tampoco fue traumático, y fue la corroboración de que podría acostarme con quien fuera por dinero.

No voy a mentir, me sentí extraña, no asqueada pero si... diferente. Esa noche, luego de tener sexo con el que sería mi "jefe", llamé a aquel personaje que conocí por internet y le pedí que tuvieramos sexo casual. Eso me sirvió para entender, que luego de estar con un cliente, no hay nada más rico que acostarse con alguien que me atraiga. 

Aún así, no me puedo quejar, he tenido muy pocas experiencias desagradables. Con la mayoría de mis clientes me excito en verdad, gimo de real placer, y si aún no he logrado venirme no es por falta de esfuerzo de ellos, es más bien por algo en mí que no me permite desbocarme al éxtasis sin límites.

En resumen, no es algo que pueda ventilar de forma abierta en cualquier conversación de amigos. Ninguna de las personas que me conoce sabe sobre lo que hago, pero debo decir que ha sido una experiencia diferente, arriesgada... y lo seguiré haciendo mientras mi doble moral me lo permita.

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