Cumplida la misión fisiológica, Daniel y Yo nos regresamos al grupo, que seguía animado, ya con la voz más alta, efectos de tragos y emoción, para defender la posición de cada quien.

Todo cambio: futbol, política, mujeres, todo tema de debate paso a segundo plano. Sentados a extremos, fue cuando verdaderamente te vi, de banco y negro, y fue tan fácil desearte tanto (algo que no imaginaba). Para ser justo, también le paso a él.

Mirarnos a los ojos a la distancia por mas de 20 minutos, callados, sin despertar sospechas, fue un estado de emoción raro: deseo vs miedo, simulación de control vs tomar la iniciativa.

¿Qué hacer? Pensé. Soy un convencido que hay que hacer que las cosas pasen. Pero, ¿sería muy prematuro? ¿De verdad el solo mirarnos vergas es suficiente para asegurar una atracción, una complicidad?

Para mi sorpresa, Daniel se paró de su asiento, se acercó a mí, sin levantar suspicacias, y con dos cervezas club, una morena y una rubia, me dijo: Lucas, acéptala hombre, y sacando un cigarrillo, me brindo uno, que acepte algo aturdido, y sabiendo que no fumo.

Entre el bullicio, bromas del grupo, peleas verbales controladas, que si James, no, Falcao….. me pare, y ambos, fumando y con cerveza en manos, fuimos a uno de los amplios balcones del CC Calima, donde habían varias personas, con la mirada hacia el infinito, viendo caer la tarde. Yo veía la luz que ardía en los ojos de Daniel.

Una sola frase me dijo: “y entonces”.

Lo mire fijamente, mientras pensaba " de lo que diga se deriva una consecuencia logica, que no es preciso exponer" y solo se me ocurrio lanzarle una bocanada de humo a su boca, que se disperso sin llamar la atencion de los que nos rodeaban.

Nota: si deseas saber que paso, escríbeme