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Rehen-cuentro

No es preciso decir que es la primera vez que lo veo en todo este tiempo, pues basta con visitar a un familiar cercano para estar segura de cruzarme con su mirada. Sin embargo esta vez fue diferente, vino a casa con todos los demás y no perdió oportunidad para mostrarse morbosamente interesado en coincidir conmigo. 

Comencé a notarlo cuando fuimos todos a la piscina, entre algarabías y juegos inocentes rozaba su cuerpo con el mío. En principio pensé que era mi deseo de tocar su hermoso cuerpo de gimnasio lo que me hacía exitar cada  vez que se acercaba, pero no, su mano en medio de mis nalgas, buscando velozmente mi vagina, me comprobó que era algo más que mi imaginación.

No perdí oportunidad para tocarlo y comprobar que su erección lo tendría en el agua por un largo rato.

Ya en casa era el turno de ducharnos, poco a poco toda la gente entraba y salía de la ducha sin ocuparse de quién estaba en la parte que corresponde al inodoro, el lavamanos y el espejo.

Cuando mi turno llegó lo hice sin pensar en algo más, aún exitada recordando, aproveché el agua tibia para acariciarme, para imaginar que sus manos lograban su objetivo y pasaban por debajo de mi vestido hasta encontrar mi clítoris.

Llegué a imaginar su lengua allí mismo rodeando suavemente mi vagina hasta hacerme suplicar que me penetrara fuertemente, como lo hacía cuando era casi un niño.

Tan concentrada estaba hasta que el clic de seguro en la puerta me hizo reaccionar. Inmediatamente supe que no se trataba de un error, que era él quien me tenía prisionera en mi propio baño.

Me asomé tímidamente, porque ya no era el chico de 16, su actitud y sobre todo su cuerpo, habian cambiado. Su paso por el servicio militar le hacían ver fuerte y seguro. Se estaba quitando la poca ropa que tenía y su pene estaba tan erecto como en la piscina.

Yo estaba lista, no hubo preámbulo, después de llevarme su pene a la boca por un par de minutos, me puse de espaldas con el agua tibia cayendo y me preparé para disfrutar, me agarraba por la cintura y me movía a su antojo, yo acariciaba mi clítoris fuertemente, a su ritmo, tratando de no gritar, pero totalmente plena.

Quise observar y recordar los gestos que hacía cuando aquella pequeña muerte llegaba, así que me giré y dejé que se viniera en mi boca mientras veía como luchaba para hacer el mínimo ruido. 

Terminé de ducharme, salí por mi toalla, quité el seguro sigilosamente y me estaba peinando el cabello cuando su esposa entró, así que salí del baño para darles algo de privacidad. 

adn123

Soy mujer heterosexual

visitas: 1873
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2019-08-04 06:26:14
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1 Comentario

Rico relato!!! Saludos

2019-08-19 11:59:06