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Con un vecino de las cabinas

Como ya lo he dicho en otros relatos, por un tiempo fui un asiduo visitante de las mañanas de los sábados en las cabinas de internet del Parque del Periodista que, de las cabinas que visitaba en Medellín, fue donde mas encuentros interesantes tuve.

Un sábado de esos, como siempre después de instalarme en la cabina asignada, saqué mi verga y comencé acariciarla y a recorrer mis sitios habituales de internet buscando algún video porno que me la hiciera parar. Cansado, luego de un rato sin lograr nada, resolví salir de la cabina a dar una vuelta por el sitio, mirando con disimulo por los lados de las cortinas, tratando de no perturbar a los ocupantes. El sitio no era grande y el recorrido fue corto. Lo único curioso fue un visitante también frecuente que siempre me había llamado la atención, por ser quizá el único a quien nunca había visto mirando porno. Aunque solo me crucé con él una vez en la entrada, se veía serio, joven, bajito de tez morena y bien vestido.

De regreso a mi cabina, continuaba intrigado y pensé que tal vez podía conversar con él por la aplicación de chat que había en todos los computadores del lugar. Para ello bastaba con escribir en una ventanita el número de la otra cabina y el mensaje. La conversación fue mas o menos así:

-Hola como estás?

-Bien

-Sabés quien soy?

-Si, el de la cabina del frente, ya te he visto

-Y como te parezco?

-Bien... un poco mayor, pero eso me gusta

-Y que buscás?

-Pues, que me inviten a algo

-Oh... y qué te gustaría hacer?

-Pues... no sé... te gustan los besos?

-Mucho, querés venirte un rato para acá?

-Ok

Y así empezó todo... 

Nelson tenía 23 años y desde que nos vimos de cerca y hablamos un poco nos gustamos. En las cabinas era difícil acomodar dos sillas, pero como él era mas corto de estatura se sentó sobre mis piernas quedando en la posición ideal para el asunto. Al principio estábamos tímidos, pero al poco tiempo tengo que decir que los besos eran formidables. Un delicioso y febril intercambio de lenguas y saliva. Mientras nos besábamos le saqué la camiseta del pantalón y subí una mano por el pecho para acariciarle las tetillas. Cuando noté que le gustaba comencé a apretarle los pezones con suavidad. Nelson paró los besos por un momento para poner su mano sobre la mía por fuera de la camisa y decirme -con mas ganas papi-. Como a mi también me encanta que me lo hagan y me pone muy arrecho, le cogí la mano y la metí por dentro de mi camiseta.

Cuando por fin paramos, ambos jadeantes y sintiendo deliciosamente hinchados los labios y las tetillas, le pregunté -¿como está tu verga?- y me dijo que hacía rato la tenía parada. Le dije que se la quería chupar y él se paró entre mis piernas, se desabrochó el pantalón y la sacó. Una hermosa verga oscura, gruesa y de unos 15 cm como la mía, dura, con una deliciosa cabecita rosada. Se la chupé por largo rato, bajándole algo mas el pantalón para acariciarle las güebas, cosa que también aproveché para meterle un dedo entre las nalgas y masajearle el culito. Él me besó y me pregunto si me gustaría meterle la verga. Yo le dije que me parecía rico. Pero eso será tema de otra narración.

Prudencio

Soy hombre bisexual

visitas: 1667
Categoria: Gay
Fecha de Publicación: 2019-08-12 23:51:02
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1 Comentario

Oye que ricos relatos de cabinas.......los que hemos ido sabemos que alli pasan muchas cosas y me identifico contigo en lo de los besos........sentir que una lengua te come la boca es lo mejor del mundo¡¡¡¡.......

2019-08-14 17:38:55