1. Los labios son zonas eróticas del hombre y de la mujer. La boca es móvil, lo que ofrece una gran variedad de placeres sexuales. A través de ellas se puede experimentar al mismo tiempo el tacto, el gusto y el olfato. Los besos pueden ser tiernos, suaves e íntimos, apasionados, profundos, ardientes o incluso ásperos. 

2. Existen ciertas áreas generales del cuerpo del hombre que le proporcionan un intenso placer al ser tocadas; hombros, palmas de las manos, espaldas, pecho y pezones. El frotar o succionar los pezones de tu pareja le dará mucho placer y al ponerse erecto sabrás que está excitado.

3. La zona genital responde al más leve toque, y en ella, hay muchos puntos específicos para ser explorados. El área justo detrás de la raíz del pene, entre este y el ano, puede ser excepcionalmente sensible al tacto, tanto en la erección como en alcanzar el orgasmo. Los testículos son sensibles en extremo y deben ser manipulados con suavidad, ya que lo contrario puede resultar doloroso. 

4. El pene es la zona erógena más sensible del hombre, sin dudarlo, donde siente las sensaciones más intensas y placenteras. Aunque el cuerpo entero del pene es muy sensible, el extremo del glande es particularmente rico en terminaciones nerviosas y reaccionara con mucha rapidez a la mínima estimulación. También el frenillo es demasiado sensible en todos los hombres, al igual que detrás de la abertura del pene.

5. El ano es sexualmente excitable y la mayoría de los hombres encuentran placer cuando se lo acarician. A algunos también les gusta que se lo golpeen con suavidad. La abundancia de terminaciones eróticas alrededor del ano, hace que también sea una zona sensible a caricias de todo tipo.

6. El cuello es un punto debil tanto en el hombre como en la mujer. ¿A quién no le exita uno buenos besos en el cuello? El cuello es un área llena de terminaciones nerviosas sensibles a los estímulos, sobre todo en el áre a de la clavícula y la linea donde comienza el cabello. Juega con tu imaginación y combina los movimientos, acaricia el cuello mientras mordisqueas suabemente el lóbulo de sus orejas, lo volverás loco.