Deseo contar mi primera experiencia homosexual, la cual me dio la oportunidad de conocerme a fondo y abrirme al espectacular mundo de la bisexualidad. Desde muy joven tuve la tendencia de usar ropa interior femenina, me encantaba usar los panties de mis primas y tías, obviamente a escondidas. Ya en mi juventud el deseo de intimar sexualmente con un hombre se acentuó, no me gustaba nadie en especial, solo soñaba con tener una buena noche de sexo con un macho, con el cual yo pudiera usar prendas femeninas, es así como acudí a un anuncio en una revista para adultos que circulaba en aquella época, y contaba con ese servicio, ya que para entonces no era muy común el Internet, eso fue a principios de los 90´s.

Después de muchas cartas pude encontrar un hombre que me daba confianza, sobre todo por su madurez y desparpajo para decir las cosas de manera directa, pero sin grosería. Tenía 39 años, profesional, separado y trabajaba con el Gobierno, es así como concertamos una cita en su apartamento ubicado en Chapinero Alto, me quedaba muy cerca a la U y eso facilitaba salir de clase y visitarlo. Era un jueves y tenía clase hasta las 5:00 pm, por lo que dije en mi casa que saldría a donde una amiga a estudiar para un supuesto parcial, por ese lado ya estaba todo preparado. Llegue a eso de las 6:00 pm, tal cual como lo habíamos concertado.

Me sentía  muy nervioso, con esa sensación de miedo, intriga y deseo, es difícil de describir, pero definitivamente estaba decidido. Él me abrió rápidamente, era un hombre maduro, de ojos claros, piel canela, 1,78cms de estatura, complexión normal, es más... se veía algo delgado, recuerdo muy bien que vestía un pantalón de drill que forraba muy bien su trasero, el cual era paradito. Me invitó a seguir y sentarme en la sala en donde al calor de unos tres roncitos charlamos durante una media hora de nuestras vidas, no me atrevía a tocar el tema del sexo, hasta que él muy hábilmente lo hizo preguntándome si me gustaba su físico, le dije que claro, entonces con la excusa de servirme otro ron se acercó a mí dándome un beso que nunca olvidare, ya que sentí sus labios juntarse con los míos y su lengua húmeda penetrar mi boca donde se entrelazaba con la mía, allí quedo arrodillado frente a mí, me tomaba con sus manos de las caderas y como estaba sentado acariciaba mi espalda y nuca, yo respondí haciendo lo mismo.

Luego se sentó a mi lado y mientras me besaba y acariciaba con una mano, con la otra tocaba mi muslo y la mandaba ocasionalmente a mi entrepierna, tocando mi verga que ya se ponía dura y empezaba a humedecerse. Yo respondía acariciando su cara y tocando su pecho, hábilmente le desabroche la camisa y pude besar sus lampiñas tetillas, lo cual lo hizo estremecer y empujando mi cabeza me bajo hacia su pelvis, podía ver el tremendo bulto que sobresalía del pantalón, no dude en desabrochar la correa y bajar su cremallera para quedar atónito al ver esa masa de carne tubular bajo el bóxer ajustado, del afán y los nervios se lo saque sin bajarle totalmente el bóxer y empecé a darle una mamada con mi poca experiencia, tratando de imitar a una novia que tuve, la cual me hacía excitar mucho. Le besaba con mi lengua la cabeza, la metía lo más que podía, con una mano agarraba ese pene erecto, venoso y con poco vello.

Me atragantaba cada vez que él empujaba mi cara contra su pelvis para meterme ese delicioso pene casi hasta mi garganta, me tocaba sacarlo para poder respirar, le baje el pantalón y el bóxer quedando arrodillado, luego de unos 15 minutos en los cuales solo disfrutábamos y gemíamos de placer, él me levanto y me dejo solo el jean, ahí me pidió que fuéramos a su alcoba.

En la habitación nos besamos de pie junto a la cama, me bajo el jean y cuál fue su sorpresa al verme en unas tangas negras, transparente y de encaje, que había tomado de una amiga de la U que vivía sola en un aparta estudio y por lo cual era bien ardiente. Así se arrodilló y mientras acariciaba con sus grandes manos mis nalgas, me besaba sobre la suave tela el pene erecto que quería salir del panty, dejándolo notar aún más por la humedad.

Me acostó en la cama y saco de la mesa de noche un preservativo y una crema la cual esparció con su dedo anular en mi ano, primero lo hizo suave, yo permitía todo porque me gustaba y excitaba, había algo de dolor, luego fue más rudo y lo entraba y sacaba con fuerza y rapidez, luego metió su otro dedo y me masajeaba el ano en círculos, se agacho y me beso con su lengua, en mi extasis no sentí en que momento se puso el condón, pero se levantó, me alzó las piernas y empezó a meter su rica verga en mi culo virgen, primero la cabeza, ! que dolor pero al mismo tiempo el placer soñado !, luego lo empujo suave mientras con su mano me masturbaba mi pene que estaba medio flácido, no sé si por el miedo, dolor o que, pero a medida que avanzaba se me ponía nuevamente duro, es así como sentí que ya su pelvis y güevas tocaban mi culo e inicio ese movimiento de bombeo delicioso.

Yo gemía, me revolcaba y casi gritaba del placer que sentía, veía su cara sudada pero animada de comerse mi culo, luego me volteó una pierna sobre la otra y yo de medio lado empecé a sentir sus embestidas, cada vez más fuertes y veloces, cuando iba a llegar me dijo que si se venía en mi pecho y rostro, yo le asentí muy animado, él se arrodillo a mi lado, se quitó el preservativo y luego de masajearse esos 18 cms de carne, exploto en un río de semen tibio y espeso sobre mí pecho y cara, por primera vez pude sentir el sabor del semen, lo cual me puso mucho más excitado, continúe dándome placer y al sentir ese momento tan caliente me vine también a chorros. Luego nos acostamos por un largo rato, pensé que después de venirse me sacaría disimuladamente, pero no, ahí comenzó una historia bonita con mi amante macho, como siempre lo soñé.

Espero que el relato sea de su agrado, no soy escritor y por eso me disculpo por mis errores de dicción, ortografía y demás. Por favor coméntenlo, eso me animará a contarles otros momentos de placer y lujuria o escriban a mi correo funnyjmvg@hotmail.com.