La desnudé y le ordené que se metiera mi pene en su culo.
Acababamos de llegar a la habitación, así que completar la tarea tomaría tiempo. Me recosté en la silla tantra y ella entendió que podía empezar. Se acercó, me dio un beso, bajó y empezó una deliciosa mamada. A ella le encanta mi pene y podría tenerlo en su boca por horas si se lo permitiera.Mientras tanto, su mano derecha empezaba a acariciar su ano con algo de temor, pues era la primera vez que ella tenía que hacerlo desde que empezamos a descubrir los placeres anales. El lubricante facilitaba el trabajo y luego de unos minutos noté que estaba introduciendo el primer dedo. Se notaba que quería meterlo todo; sentir su propio dedo en el culo debió excitarla bastante. Sin dejar de chupar mi pene, el dedo salía y entraba de su culo, ahora más cómodamente. Entonces le dije que intentara con dos.Cuando pudo meter el tercero, le dije que ya casi estaba lista. Un plug funcionaría mejor para dilatar su ano adecuadamente, pero no teníamos uno esa noche y tres dedos habían dado un buen resultado las veces anteriores.
Le puso lubricante a mi pene y agregó otro tanto a su ano, me dio la espalda, separó sus nalgas con una mano y agarró mi pene con la otra. El glande entró fácil, pero el resto iba a tomar un esfuerzo adicional. Yo no tenía afán y dejé que ella llevara el ritmo. Tener una hermosa mujer delante de mi tomándose su tiempo para meterse mi pene en su estrecho culo me excitaba mucho. Lo sentía apretado, caliente... me encantaba ese culo.
Mentí, sí tenía afán, no quería esperar más para ver mi pene desaparecer en su culo. La tomé por la cintura y sin consultarle la acerqué a mi. Lo que faltaba de mi pene entré de un solo golpe y ella dejó salir un fuerte gemido. Estaba seguro que mi movimiento sorpresa le dio la cantidad justa de dólor y placer que ella disfruta. La levanté un poco y empecé a penetrarla. Fue delicioso ver y sentir mi pene entrar y salir de su apretado culo. Quería cogerla, cogerla muy duro, cogerla hasta dejar todo mi semen en su culo, pero tenía que hacer algo antes, así que bajé el ritmo.
Puse un brazo al rededor de su cuello y llevé la otra mano a su vagina. Empecé a estimluar su clitores y a besar sus orejas. A ella le encanta que bese, lama y muerda sus orejas, pero lo que lo produce es tan fuerte que con frecuencia intenta alejarse. Intentó moverse, pero mi brazo se tensionó y ella no logró moverse lo suficiente; estaba atrapada y yo podría seguir torturándola con placer por un buen rato.
Su vagina estaba empapada y mis dedos ansiosos de entrar. Sin descuidar su oreja, empecé a penetrarla con mis dedos, acariciando su punto G cada vez que podía. Sentía su excitación en todo su cuerpo y mi pene duro disfrutaba la sensación de su culo cada vez que ella intentaba escaparse de mis caricias.
Lo que más me gusta de ella es que tiene orgasmos por montones y con facilidad. Dejó de intentar escapar y con sus manos agarro la mía para que aumentara la intensidad de mi penetración. Me acomodé y empecé a mover mis dedos con fuerza y mayor velocidad. No iba a parar hasta hacerla venir, e incluso después. Cuando noté que se estaba corriendo concentré la estimulación en el punto G y logré, además de un orgasmo, darle un pequeño squirt. Su cuerpo temblaba y su culo me apretaba. La dejé descansar, pero no dejé que se pusiera de pie, no quería mi pene fuera de ella todavía.
Descansamos un momento. Hice que se arrodillara sobre un sillón y empecé a penetrarla. Era mi turno de correrme...