Era nuestra primera vez con otra pareja. Lo habíamos conversado bastante y si bien era parte activa de nuestras fantasías estábamos bastante nerviosos. Sobre todo yo. Para mi también era la primera vez que estaría con un hombre, si bien muchas veces Vanessa me había metido su dedo mientras follábamos e, incluso, una vez me metió dos de sus dedos mientras me lo chupaba (lo cual me provocó un placer indescriptible), me daba bastante miedo que Oscar me metiera su verga.

A Oscar y a Tatiana los conocimos en un bar swinger y salimos en tres ocaciones, la última vez acordamos todos los detalles para el encuentro de hoy y los cuatro nos calentamos mucho hablando de cosas morbosas y tocando sutilmente la mujer del otro (y ellas sutilmente tocándonos). Escogimos una residencia elegante y bastante amplia, con jacuzzi y todo lo necesario para tener una noche inolvidable. Sentados sobre la cama comenzamos a tocarnos y a quitarnos poco a poco la ropa, recuerdo cuanto me excitó ver a Oscar metiendo sus manos en el escote de mi mujer hasta que por sobre su blusa sacó uno de los morenos pechos de mi Vanessa apretándolo suavemente al tiempo que chupaba sus pezones. Mientras, yo le besaba el cuello a Tatiana mientras tocaba por sobre su ropa interior su vulva y ella hacía lo mismo con mi paquete. Ya estábamos semi desnudos cuando Vanessa sacó la verga de Oscar por fuera de su ropa interior, era gruesa y morena, ella se la acariciaba tal cual lo hace conmigo a diario cuando despertamos por la mañana. Yo miraba con morbo la cara de mi mujer acariciando ese pene que no era el mío y me preguntaba que cuando se lo llevaría a la boca; no tardó mucho en suceder. Yo me encontraba en un ángulo privilegiado para observar la escena ya que que estaba a la altura del miembro de Oscar pero metido entre las piernas de su mujer, lamiendo su clitoris, saboreando su humedad incipiente y disfrutando con sus gemidos que aumentaban a medida que yo lamía con mayor presión. Finalmente, Vanessa se agacha y comienza a lamer la verga de Oscar, al poco tiempo ya la tenía dentro de su boca intentando meterla toda hasta el fondo. Los gemidos de él se entremezclaban con los de mi mujer y de pronto ya estábamos todos en el cama completamente desnudos, acariciándonos y chupándonos sin ningún pudor.

Ya pasado el tiempo y con una creciente excitación que estaba por rebasar los muros de la habitación, entre gemidos y suspiros nos fuimos acomodando, todo se fue dando de manera espontánea, sin forzar las cosas de manera natural fuimos sutilmente cada uno tomando su lugar en la cama; Tatiana lamía con fervor la vulva de Vanessa y chupaba suavemente su clitoris mientras con una mano se masturbaba utilizando mi pene para ello, en tanto Vanessa continuaba chupando obsesionada la verga de Oscar mientras éste me acariciaba el trasero con una mano y jugaba suavemente con mi ano, con su otra mano pellizcaba uno de los pezones de Vanessa, al mismo tiempo yo besaba el cuello de mi mujer y sentía levemente el olor a hormonas que emanaba de su boca y de la verga de Oscar. De pronto Vanessa se sacó de la boca el pene de Oscar y lo llevo hacia el lado de su cara que yo estaba besando, me lo estaba ofreciendo y no pude negar su oferta; lo metí dentro de mi boca y comencé a sentir como palpitaba dentro mío, con cada lamida que le daba salía un poco de líquido transparente y con un suave sabor que yo tragaba con gusto. Fuimos jugando con la verga de Oscar entre Vanessa y yo, chupándola por turnos, compartiéndola y disfrutándola entre los dos. Estábamos en eso cuando Tatiana se metió mi miembro dentro de su vagina y comenzó a moverse de manera deliciosa, gimiendo suavemente al tiempo que continuaba comiéndole el coño a mi esposa.

Me acomodé sobre Tatiana y comencé a clavarla lentamente y a disfrutar de sus gemidos, Oscar se puso de pie y rodeo la cama hasta detenerse a mi espalda, lamió mi trasero y metió su lengua en mi ano, luego tomo lubricante y comenzó a aplicarlo en mi culo metiendo poco a poco un dedo, mientras yo miraba la cara de placer de Vanessa, que estaba sentada a horcajadas sobre la cara de Tatiana, ella también de reojo me miraba. Con una mano comencé a acariciar sus pechos, cosa que también hacía Oscar con la mano que le quedaba libre. Al poco tiempo Oscar empezó a presionar con su pene mi ano y jugar en círculos con su glande a su alrededor, finalmente y de manera muy suave logró meter toda la oscura cabeza de su miembro dentro de mí, allí se movía con tranquilidad buscando, poco a poco, introducir un poco más esa verga que sentía palpitar dentro de mí. Al cabo de un rato ya me había metido toda su verga y yo me sentía literalmente poseído por él. Gemí como nunca al tiempo que mordía los pezones de Tatiana abajo mío y la clavaba con más fuerzas, con una mano tocaba los pechos de mi mujer que se besaba profusamente con Oscar.

La primera en acabar fue Tatiana en un orgasmo largo que le sacó varios gemidos y un profundo suspiro que nos hizo reír a todos. Un poco rato después Oscar saco su verga de mi trasero y se quitó el condón para hacer que Vanessa y yo se la chupáramos hasta hacerlo acabar; se vino en un chorro enorme de semen que lleno tanto la boca de Vanessa como la mía, su leche cayó sobre los pechos morenos de mi mujer calentándome muchísimo aquella imagen, tanto así que no pude aguantar el morbo y me tragué todo el semen que se encontraba en mi boca. Así cubiertos de su leche Vanessa y yo nos besamos larga y apasionadamente jugando con nuestras lenguas envueltos por el sabor del semen de Oscar y su fuerte olor a hormonas. Nos fuimos acercando en medio de aquel fuerte abrazo que nos mantenía entrelazados mientras nos besábamos y así lentamente Vanessa se sentó encima mío y comenzó a menearse suavemente, al poco tiempo ya mi verga estaba dentro de su vulva que estaba sumamente húmeda. Lo hicimos durante varios minutos mientras Oscar y Tatiana se acariciaban al tiempo que nos miraban follar. Acabamos al tiempo mientras nos besábamos y sentíamos que nuestro amor era el más grande que pueda existir en el mundo.

Nos bañamos en el jacuzzi y tomamos champaña, ente risas y mucha complicidad nos fuimos convenciendo cada quien de que teníamos a la pareja indicada justo a nuestro lado y que esa noche, que aún no acababa, lo habíamos demostrado con creces.