La noche estaba fresca, a pesar del fuerte calor que había hecho durante el día. Ella estaba hermosa, haciendo gala de la sensualidad que le proporciona su madurez, su cabello recogido en una cola, con algunos flecos sueltos que caían sobre su rostro. Un suave maquillaje hacia sus ojos más grandes y más verdes, y sus labios delineados y muy rojos eran toda una tentación. Su vestido volátil, sedoso y algo transparente de color verde claro, contrastaba perfectamente con el color de su piel bronceada. El escote era tan sexy que dejaba al descubierto gran parte de sus pechos, mientras la transparencia de la tela permitía divisar sus pezones deliciosos. Unos tacones altos la hacían sentir más segura de sus piernas hemosas.

Tomaron el auto y se dirigieron al lugar acordado. El ambiente en la disco era insuperable: buena música, con la cantidad precisa de gente, ni muy llena que no permitiera bailar, pero tampoco tan vacía como para poder pasar inadvertidos. Al llegar, Rodrigo ya estaba en una mesa esperando. Aunque trató con disimulo, no pudo ocultar su atracción por su escote y los pezones bajo la transparencia, y ella lo notó, con algo más de picardía se inclinó para saludarlo de tal forma que pudiera ver perfectamente sus hermosos pechos completos. Pidieron una botella de whisky, para poder combinarlo con cola como le gusta a ella, y con unos tragos en la cabeza, desinhibirse un poco más, aunque quien más necesitaba ese trago era Rodrigo, que se mostraba tímido y recatado. Poco a poco, la temperatura fue subiendo. Lo acordado era que bailara especialmente con Rodrigo, para jugar con su excitación y su timidez. Reggaeton y bachata cumplieron con el objetivo, luego de un rato, unos tragos y el calor de la noche, ya ellos bailaban como dos viejos amantes a punto de devorarse, se veía la excitación y el deseo: ella se pegaba a él para sentir su excitación, la dureza de su masculinidad que hacía rato estaba deseosa de poseer mientras buscaba su mirada para ver esa excitación y deseo que quería despertar, apreciar como con su cuerpo, su baile y su sensualidad despertaban poco a poco en él esas ganas animales de tenerla; él mientras tanto, aún con timidez, sentía como en cada roce la mujer jugaba con él, y sabiendo que su esposo miraba atento, sentía aún en medio de todo algo de respeto, algo de temor porque la sensualidad de esta mujer lo avasallaba, sin embargo, se permitía el delicioso placer de sentir su sexo contra el suyo, y la tomaba en sus brazos fuertes, mientras ella disfrutaba... 

Su esposo observaba, miraba con excitación creciente como ella también se excitaba, como jugaba con Rodrigo y sus ganas, como bailaba sensual y sexy rozando cada parte de su cuerpo con el de él, y cada tanto ella buscaba también la mirada de su esposo buscando por un lado su aprobación, constatando que su esposo también lo disfrutaba y diciéndole con su mirada que estaba dispuesta a dar y recibir todo el placer posible esa noche... De ambos... Y eso lo inundaba de un calor y un deseo profundo. Veía como poco a poco su esposa desataba su deseo, sus ganas, como ella se dejaba llevar por la pasión, y así se hacía más deseable, más mujer, esa "putica" deliciosa que lo hacia vibrar de excitación en la cama. Realmente disfrutaba lo que veía, y lo guardaba en su mente para procurar recuerdos calientes para otras ocasiones.

Finamente decidieron salir. Las ganas no daban más espera. Algo de sudor en los cuerpos. Mucha excitación, con algo de de ansiedad y nerviosismo aún. El esposo conducía mientras ella coqueteaba y dejaba volar sus manos sobre el invitado. El también tocaba y acariciaba. Al llegar, la primera exigencia de ella fue música, y otro trago, para continuar con el ritual. Ahora, al ritmo de la música bailaban los tres, suavemente. Y así, suavemente comenzaron los besos, su esposo la besaba con pasión, mientras el invitado por la espalda llevaba sus manos hasta sus pechos. Ella sentía como su intimidad se inundaba. Su esposo tomó la iniciativa y comenzó a desnudarla, llevando sus labios a sus pezones. Rodrigo también empezó a lamer sus pechos mientras ella disfrutaba dos bocas en su busto, fue conciente por un momento que era la diosa de placer para dos hombres, que los complacería y los llevaría al éxtasis con sus manos, con su boca, con su cuerpo, se sentía tan mujer al ser capaz de excitarlos, viendo sus caras de deseo por ella, y busco entonces empezar a desnudarlos, buscando más allá, esos miembros calientes y erectos dispuestos para ella, para su placer, hasta que los tuvo en sus manos y empezó a jugar con ellos, mientras sus hombres la tocaban y la sentían. No aguanto mucho más sin ponerlos en su boca, con todo el placer que le causaba saborear esas vergas duras y húmedas, las dos tenían un sabor diferente pero delicioso en su boca. Se sentía como una auténtica puta, como las actrices de aquellas películas porno que miraba en ocasiones sola, y disfrutaba tanto placer. De un momento a otro, su hombre la puso en la cama y permitió que ella disfrutara del invitado mientras el esposo gozaba con lo que veía mientras se acariciaba. Ella lo lamió y chupó todo lo que quiso, hasta casi hacerlo venir, lo supo porque su cara así lo demostraba, y su Verga jugosa que venía soltando para ella ese liquido transparente y salado que tanto le gusta, derramó unas gotas de su semen. Ella lo disfruto con una sonrisa mientras el tomaba fuerzas y aire para cumplir con la faena. Y así fue, el invitado se acostó boca arriba, y ella metió el que había sido su juguete hasta hace poco, ese miembro duro y grande en su vagina mojada, y empezó a cabalgarlo sintiendo todo eso dentro, llenandola de placer. Su esposo, que se había mantenido observando el espectáculo, se unió a el prestandole a ella su pene para que jugará ahora con el en su boca. Ella moría de placer. Luego Rodrigo le dio la vuelta y en cuarto la empezó a penetrar fuerte y seguido. Ella gemía de placer sintiendo como su vagina se llenaba de calor, sintiendo luego una explosión, su primer orgasmo. Pero aún no acababa la faena, tenía a dos hombres aún con necesidad llegar al extasis, y ella estaba lista para llegar unas cuantas veces más. El invitado aún la penetraba delicioso y aún no acababa, así que lo detuvo y se puso frente a él. Le quitó la protección que había usado y lo volvió a saborear, mientras su hombre se dedicaba a hurgar en esa vagina caliente y mojada, empezando con su lengua a lamer toda la humedad que había quedado el ella, y la excitante fragancia de sexo de su esposa se combinaba con los restos del olor del hombre que acababa de clavarla y era más excitante aún. Ella mientras tanto, mientras gozaba con la boca de su esposo en su vagina, también disfrutaba de la Verga de francisco otra vez en su boca, ahora a punto de venirse, y recordó uno de los deseos de su hombre, y cuando llevó a su invitado al orgasmo, permitió que su semen le bañara su pecho y vientre, mientras el se retorcía y gemía de placer, su esposo miraba extasiado como ella recibía en su pecho la leche de su colega. El invitado se hizo a un lado. El momento era ahora de ellos dos. Ella jugaba con la leche vertida en sus hermosas tetas y su esposo se encargaba de llevarla a un nuevo orgasmo con su lengua. Ella con el dedo lo reclamó arriba, y al máximo de su excitacion abrió sus piernas y la penetró, sintió su vagina muy dentro caliente y húmeda, y se enlazaron en un abrazo y un beso profundo, mezclando sus cuerpos de sudor y la leche del invitado. El olor que ella desprendía era tan excitante y sentir que la penetraba luego que el invitado lo elevó hasta hacerlo llegar. Saco su verga y soltó también sobre ella mientras gemía de placer y gozo. Ella con calor aún en su vagina y sintiéndose como una cualquiera llevada solo por el deseo, completamente bañada en la leche de sus amantes, llevó sus manos y se provocó un nuevo orgasmo. Habia sido un polvo de antología y lo había disfrutado de manera increíble, pero ahora esperaba una ducha, un rato de piscina, y por que no, seducir de nuevo a sus amantes, al fin y al cabo, algo así no se hacía todos los días...