Tan importante como trabajar con un pincel de buena calidad es dedicar un tiempo a su limpieza, drenando así cada gota de pintura que pueda brotar desde su interior a través de la cabeza (la cual le imprime carácter y le otorga sus propiedades). A fin de cuentas de ello dependerá la longevidad del pincel.

Recordemos que una de las características de un pincel es la secreción de tinta blanca. Lo que significa que tendremos que dedicar un buen rato a la extracción de la misma. ¡Tómate tu tiempo! no hay prisa, es un tiempo dedicado totalmente al pincel, el hecho es disfrutar su limpieza. La fricción es un buen aliado, pero resulta muchas veces bastante elemental cuando de drenaje de pintura se trata. ¡Pon a volar tu imaginación! y encontrarás una técnica adecuada que te proporcione momentos sublimes y mágicos mientras interactúas con él en su proceso de lavado.

Si se intenta frotar rápidamente con mucha presión y en seco, resultará una manera muy agresiva, por lo que es recomendable siempre mantener tus manos húmedas y usar otro tipo de técnicas tan sumamente placenteras que pueden hacer que el pincel experimente continuos goteos de laca, hay formas increíblemente creativas que trascienden los aprendizajes juveniles, aquellas épocas de dibujo y expresión gráfica.

A continuación se enuncian los pasos para la limpieza del pincel:

1. Humedece el pincel en agua y utilizarla para darle placer.

2. Acaricia suavemente el mango del pincel, de arriba hacia abajo, tratando de que el casquillo se repliegue hacia la cabeza y se mueva cubriéndola y descubriéndola.

3. Enjabona suavemente toda su longitud, hasta que la espuma sea blanca y frota con la palma de la mano en movimientos circulares continuos.

4. Lubrica una última vez y realiza movimientos difíciles de controlar que provoquen sensaciones extrañas y te lleven al límite o muy cerca de iniciar tu lienzo.

5. Permite que la pintura brote de forma innata y deja secar al natural.

¡No podrás resistir tanto placer!