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Una experiencia excepcional, en un día muy convencional.

El siguiente relato es el producto de una experiencia excepcional, en un día muy convencional.

Ese día comenzó como cualquier otro, sonó la alarma a eso de las 5 y media de la madrugada. Alargué el brazo izquierdo y apagué la alarma inmediatamente. Sin embargo, yo ya me encontraba despierto hacía un buen rato, con la mirada perdida en la penumbra de mi cuarto, a la espera de que sonara la alarma para iniciar el nuevo día. La razón para estar despierto, es la misma de siempre, esa sensación inevitable y natural en mí entrepierna, que se encarga de recordarme mi libido exacerbado. Me arregle y me fuí a la Universidad.

El día en la Universidad, transcurrió de lo más convencional. Con una clase en la mañana, donde la discusión giró entorno al discurso en según un autor de los tantos que leemos. Lo particular de esta clase, fué que a mediados de la sesión se suscitó un tema bastante interesante: sobre la sexualidad. El debate giró en torno, a como la sexualidad se condicionaba y censuraba por medio de los discursos.

En medio de ello, mi mente se traslado a otro plano más calmado, para poder meditar la cuestión que me había surgido en ese momento. Me cuestionaba, la reprobación social, frente a las manifestaciones esporádicas de sexo, en lugares de índole pública. Puesto que, como resulta evidente, el sexo es algo tan disfrutado por la humanidad, incluso hasta por los individuos más conservadores. En ese momento, de manera inesperada, me invadió un deseo que nunca antes había albergado. Se trataba de un deseo manifiesto por experimentar un encuentro sexual de estos, en un lugar público. ¿Por qué? quizás por mera curiosidad de estar cerca al oprobio....

El pensamiento se desvaneció tan pronto como llegó, pues en ese momento el profesor aviso que la clase había finalizado. Así continué con mi día, fuí al trabajo, estuve leyendo unos textos y viendo algunos videos. Todo bastante convencional. Un momento antes de finalizar mi turno, una compañera de trabajo que le tocaba el siguiente turno, comenzó a entablar conmigo una conversación bastante interesante. En un principio, hablamos de temas normales que acostumbra abordar la gente por estos días: política, familia o vida laboral. Así se pasó el tiempo, y se dieron las 7:30 de la noche. Hora de cerrar la oficina.

Como en el transcurso del diálogo, habíamos quedado en ir a tomar una cerveza en un lugar cerca, así que decidí ofrecerle mi ayuda para cerrar y dejar todo organizado en la oficina, para así poder salir más rápido por la cerveza. Debo confesarlo, sentía un enorme deseo de sentir ese frío y espumoso líquido por mi garganta seca, además de hacerlo con una gran compañía como ella le daba un toque de sazón. Puesto que era una mujer muy atractiva. Tenía un cabello lacio y de color negro, que rozaba con sus puntas, las provocativas nalgas que ella tenía. Además de unos enormes pechos y una cintura bien definida, que hacían de ella, la mujer perfecta para pasar una noche de placer y romance. Su rostro, pues no era el equivalente a su figura, sin embargo, contaba con cierto resplandor que hacía de ella una mujer encantadora.

Ese día llevaba puesta una blusa color blanco y escotada, que realzan notablemente sus encantadores pechos. Un jean color negro y bien pegado a su bella silueta. Todo esto iba notando yo, mientras la ayudaba organizar todos los implementos de la oficina. Fué en un momento de flaqueza, cuando ella lanzó una mirada de soslayo hacia donde mí, y se percató de mi evidente mirada de deseo, que estaba enfocada en sus nalgas.

Fué en ese momento, que me sentí como un total idiota. Pues ahí estaba yo, mirando de manera “morbosa” las nalgas de mi colega del trabajo, quien había manifestado anteriormente, un rechazo por este tipo de conductas. No obstante, y para mi sorpresa, ella no se mostró enfadada ni mucho menos indignada. Todo lo contrario, se acercó a mí mirándome fijamente a los ojos, lo cual me intimido de manera inmediata. Y me pregunto: ¿por qué me estás mirando de esa manera? yo sentí como me invadió un temor en todo mi cuerpo, que no me permitía articular respuesta. Así que ella volvió a preguntar, pero está vez de manera más concreta: ¿Por qué estás mirandome así las nalgas?

Lo único que mis nervios permitieron responder de manera idiota fue: por nada, disculpa! Ella no se mostró satisfecha con mi respuesta, y entonces se dirigió hacía la única puerta de la oficina -qué aún estaba abierta- y la cerró con llave. En ese punto, me dí cuenta de lo que estaba a punto de suceder. De nuevo se acercó a mí, pero esta vez se puso a una distancia mínima entre sus labios rojos y los míos. Y para terminar de sorprenderme, dijo lo siguiente: “Yo sé lo mucho que me deseas. He visto como me miras cuando me alejo y cuando hablo contigo. Resulta evidente las ganas que tienes de probar mi cuerpo.”

Para ese entonces, ya el temor y nerviosismo, se habían transformado en deseo y ansias por comenzar a recorrer todo el cuerpo de ella con mis besos y caricias. Así que decidí ser directo y le dije: Tienes razón, me produces un profundo deseo sexual, que me resulta complejo disimular, y mucho menos ignorar. Entonces supe que era el momento indicado, y me lance a besarla. Ella me correspondió, pues comenzó a besarme de manera apasionada y deseosa, juntando su lengua con la mía, para comenzar a masajearla espectacularmente.

Así comenzó todo. Ella y yo dandonos un beso apasionado y excitante, a la sombra de una vieja lámpara de oficina. No deje pasar mucho tiempo, para comenzar con mi mano derecha a agarrar fuertemente de la cintura de ella, mientras que con mi mano izquierda, recorría su rostro, su cabello, hasta finalizar agarrando firmemente sus nalgas. Ella también dió rienda suelta a su deseo, y con sus manos me abrazaba fuerte y también buscaba mi sexo para agarrarlo por encima de la ropa.

Yo me sentía muy excitado en ese punto, y ella también, podía notarlo por su respiración pausada y más profunda. Así que decidí dar el siguiente paso, use mi mano derecha, para bajar un poco el escote de sus pechos y descubrir esos enormes senos, que tanto quería saborear y disfrutar. Fué cuando ella se percató del lugar donde estábamos, y por un momento dudo, pero inmediatamente comenzó a pensar que no era buena idea, metí mi mano izquierda debajo de su jean y ropa interior. Entonces empecé a frotar su húmedo sexo, enfocandome principalmente en su clítoris para terminar de excitarla. Eso bastó para que ella se entregará al momento y la adrenalina que este producía en nuestros fogosos cuerpos.

Entonces ella se quitó su blusa y brasier, y yo hice lo mismo con mi camisa. Así fue como por primera vez, conocí las bellas tetas de ella. Eran circulares, no muy grandes, pero con un pezón pronunciado y con una aureola totalmente simétrica. Lo cual me volvió loco. No resistí, pegue mi boca a esos bellos pechos, empezando por el derecho a estimularlo con mi lengua y darle pequeños mordiscos para que se pusieran duros. Hice lo mismo en el izquierdo, hasta que los vi completamente duros.

Ya ella se encontraba muy excitada, entonces decidí volver a besarla, mientras ambos terminamos de desnudarnos. Ahí estaba yo, completamente excitado y desnudo, en un lugar público, junto a una mujer que había deseado hace meses, era algo bastante excepcional. Ella no dio tiempo a espera, y me pidió que me sentará en una silla. Así bajo hasta mi sexo y comenzó con el que hasta ahora ha sido el mejor sexo oral de mi vida. Inicio deslizando su húmeda lengua desde la base de mi miembro, hasta la punta de mi glande. Para comenzar a succionar todo mi pene y jugos preseminales, con un ritmo bastante marcado, hasta dejarlo completamente húmedo. Luego, bajó un poco más, y para mi sorpresa, se metió a la boca uno de mis testículos y los succiono de una manera placentera y cuidadosa.

Luego de tan espectacular sexo oral, me vi en la obligación de retribuir todo el placer recibido a ella. Así que hice a un lado todos los documentos e implementos del escritorio y la acosté boca arriba. Me incline y le abrí hasta más no poder sus piernas. Fue cuando ví su hermosa vagina, ya húmeda de lo excitada que se encontraba. Sin pensarlo, me acerque y con la punta de mi lengua, comencé a besarla desde la parte inferior de su vagina, hasta llegar al clítoris. Ahí, inicie con mi juego de lengua, acariciando en círculos su clítoris y además acompáñando todo esto, de una masturbación constante con dos de mis dedos. Ella gemía y me agarraba del cabello, por tanto placer que sentía.

Ni hablar de mí, con cada estremecimiento y fluido vaginal que salía del sexo de ella a causa de mi estimulación, me sentía más excitado. Por alguna razón, disfrutaba eso, sentir que la chica que tanto deseo, está disfrutando por mi causa, y que lo manifieste físicamente lo hace aún más exótico.  En esa posición continuamos alrededor de 9 minutos, hasta que ella me exclamó lo siguiente: ¡Metelo ya! ¡No aguanto más, quiero sentir como me penetras! Sin dar lugar a dudas, le acerque mi pene para que lo lubricará un poco y una vez lo hizo, comencé a rozar mi glande con su vagina en esa misma posición. Cuando al fin se lo introduje suavemente, ella se estremeció y me agarro con sus uñas de la cintura. Así que comencé a penetrarla con un ritmo pausado, para poder besarla mientras lo hacía. Luego de un rato,  inicié a penetrarla mucho más fuerte y rápido, mientras que ella incrementó sus gemidos.

Decidimos cambiar de posición. Ella se paró y se puso de espaldas a mí, apoyando sus antebrazos en la mesa y parando de manera provocadora el culo. Me acerque y comencé a penetrar su vagina así de perrito, y a tomarla del cabello y jalandolo a medida que la penetraba. Lo cual la excito muchísimo, al punto que lanzó un alarido - ¡dame más duro! - lo cual no dude en hacer. Así continuamos alrededor de 8 minutos, ella en cuatro sobre la mesa, disfrutando y gimiendo,  y yo detrás de ella, penetrandola, dándole unas nalgadas y jalando su cabello. Una escena fantástica, muy en la línea de lo que había pensado esa tarde en la clase.

Estaba a punto de venirme la primera vez, pero como no estaba usando condón, ella manifestó su deseo de recibir mis jugos seminales en su boca. Yo no me opuse a ello, antes lo encontraba muy excitante. Así haciendo caso a sus deseos, saque mi pene de su húmeda y dilatada vagina, ella se arrodillo de frente y comenzó a mamar de nuevo. Está vez mucho más rápido y tragandose todo mi pene. No aguante más, y descargue todo mi semen sobre su boca, a lo que ella se mostró muy complacida, pues mientras lo recibía, me miraba a los ojos y trata de exprimir más semen con su boca. Algo fenomenal.

Como ella aún no había alcanzado el orgasmo, decidí volver a darle sexo oral y así pasaron unos minutos... y así que sucedió lo inesperado. Comenzaron a tocar la puerta de la oficina, ¿quién? no lo sabíamos, pero eso introdujo grandes niveles de adrenalina en ella, y eso en conjunción con el placer del sexo oral, produjo un pronunciado y basto orgasmo que la hizo estremecerse desde los pies hasta arquear su espalda. Lo cual me dejó enteramente complacido, pues después de ello, lanzó un suspiro de complacencia inigualable.

Debido al espacio y que ya había gente rondando la oficina, decidimos dejarlo hasta ahí esa noche. E irnos a tomar la cerveza prometida, que ahora sería más placentera luego de tremenda escena de sexo, que había acabado de vivir con ella. No obstante, ese no fué el fin de esa pasión sexual, pues hubo más encuentros y más prometedores…

Fin.?

HarryHaller.

Soy hombre heterosexual

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Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2018-06-05 01:13:07
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