Esto sucedió en el parque Los Tamarindos de San Jeronimo, un día de semana muy calmado en el cual decidí irme con una noviecita a bañarnos y descansar. Al finalizar el día, ya insolado y con unas cuantas cervezas en la cabeza, me fui a las duchas para cambiarme. Entré hasta el fondo al aultima ducha y había un Señor maduro de aspecto agradable, sentado en la banca del final en toalla, sin embargo, no pensaba nada raro; me metí a la ducha y ajusté la puerta.

Cuando empecé a ducharme, miré por una rendija que apenas dejaba ver el ajuste de la puerta y vi que aquel señor estaba pendiente de quien entraba y miraba para mi puerta; esto me empezó a dar morbo y duchandome se me empezó a parar, en mi mente comencé a maquinar momentos morbosos de ese día y me empecé a tocar la verga que se me puso a mil. Vuelvo a mirar por la rendija y aquel señor se estaba tocando por encima de la toalla, lo que me dió aún mas morbo.

Ya estaba yo en la ducha disimulando con el ruido del chorro haciendome la paja y mirando a este señor hacer lo mismo y me dio por abrir la puerta, dejar de hacerme la paja pero con mis ojos cerrados en el chorro me volteaba y le dejaba ver mi verga a mil...pues este señor caminó hasta la ducha y sin decir nada, me lo cogió y me empezó a masturbar de una manera deliciosa, yo cerré mis ojos en el caer del agua y cuando volví a abrirlos, ya no tenia toalla pero si, esa verga inmensa, gruesa y torcida a lo que no me negué y empecé tambien a masturbar. Lo masturbé y con su exitación, la botada fue casi inmediata, salían chorros de semen con tal potencia que hasta al pecho me llegó y ambos de pie, sin pensarlo, esto aumentó mi morbo lo que hizo que finalmente terminara yo también en una eyaculación abundante en su mano. 

El se fue, yo termine de ducharme y finalmente con mi novia regresé bien relajado a Medellín.