Sabado: el chico ayudante trae el botellon de agua al apartamento. Cuenta las monedas de cambio, aunque sus ojos me miran al jean abultado. Se sonroja. Nos miramos, solo dijo debo seguir trabajando. Tres horas mas tarde tocaron a la puerta, el chico regreso para rectificar la devolucion de dinero, aunque cogiendo mi mano me dijo, muy bajito,  para que salir corriendo, si no se que hare cuando me pare. Una tarde inolvidable. Espero con mucha sed el proximo fin de semana.