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TODO EMPEZÓ EN TRANSMILENIO

EN EL TRANSMILENIO

Iba en una ruta que casi nunca tomo en transmilenio en la ciudad de Bogotá. Transmilenio es el transporte masivo de la ciudad y esos buses, que por eso no me gusta tomarlos,  van muy llenos de gente…..lo aprietan a uno y hasta lo roban.

Con mucho esfuerzo, logré tomar uno de los pasamanos para controlar mi equilibrio y no irme sobre la gente.

En la mitad del recorrido, estando en medio de mucha gente que apretaba y me tenían totalmente inmóvil,  sentí la mano de un tipo cogiendo mis nalgas.    No es raro sentir que lo tocan a uno por delante y por detrás debido a la cantidad de gente.   Pero éste lo sentí muy directo:  puso toda la palma de su mano en mis nalgas.

Duró bastante tiempo apretando y soltando (para colmo de males, iba para lejos y todavía me quedaba bastante recorrido).   

Como pude, miré al lado mío y otro tipo estaba manoseando a una jovencita que llevaba minifalda, con la diferencia que a ella parecía gustarle (yo me encontraba algo incómodo).

En un momento el tipo retiró la mano de mis nalgas, y yo pensé que se había inclinado por entrar en el juego con la joven que iba al lado.  Me tranquilicé por un momento.

Pero no duró mucho mi tranquilidad, porque acto seguido se pegó más a mí y refregó su pene erecto contra mí.  Con su mano comenzó a tocarme las nalgas por los lados, mientras refregaba y apretaba su pene contra mí.   Traté de voltear a mirarlo, pero era imposible.   En lugar de lograr verlo, lo que hice fue que mi nuca quedara contra la boca de él y enseguida comenzó a darme besos y lamerme.   Cada vez sentía su pene más grande, que casi se le salía de los pantalones.   Por estar pendiente de mi trasero, no me dí cuenta a qué horas me sacó la camisa por detrás y ya tenía su mano tocando el comienzo de mi espalda.  

Yo llevaba puesto un pantalón algo elástico de esos que se usan sin cinturón,  y en algún sacudón o frenada del bus, me lo bajó un poco.  Y ahí es donde empecé a padecer.  

Me gusta usar a veces debajo de mi pantalón, tangas, medias y hasta ligueros.   Y preciso ese era un día de aquellos en que llevaba mi ajuar puesto.  A lo que el hombre cuando tocó y sintió, me susurró al oído: uy, eres una putica, culona, rica !!!!   Nada que hacer, estaba a su merced.  Inmediatamente su mano se posó en mi nalgas y las manoseó y apretó lo que quiso.  La bajó, tocó mi entrepierna y halaba y soltaba la tira del liguero para que me pegara.  Seguía apretando mis nalgas mientras seguía lamiendo mi nuca.   De pronto uno de sus dedos buscó mi ojete y me lo introdujo.   No pude hacer absolutamente nada ya que al bus habían subido muchas más personas y estaba a reventar.   Se quitó el cinturón y se dio mañas de colocármelo a media pierna, mientras me decía que era para que no saliera corriendo.

Me subió el pantalón y me dijo al oído que había llegado la hora de bajarnos.  Yo no había llegado a mi destino, pero me dijo que si no me bajaba empezaba a gritar que yo llevaba puesta lencería y ropa de mujer.   Tocó hacerle caso,  y lógico, me envió adelante.  Nos bajamos en la siguiente estación que también estaba llena de gente esperando su bus. 

Caminamos, salimos de la estación y él siempre al lado mío, y con el cinturón colocado a media pierna no podía ni caminar rápido.   Mientras cruzábamos la calle,  hizo una llamada a un amigo y le dijo que tenía una mariquita bien putica y rica, y se quedó escuchando lo que decía el amigo.   Luego le dijo que alistara una minifalda, una blusa, unos tacones y maquillaje.   

Estábamos en chapinero, un sector bastante concurrido de Bogotá.  Introdujo el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y me dijo que si algo hacía, empezaba a gritar que yo le había robado el celular, y seguramente la gente o la policía iba a reaccionar.   Es decir, quedé maniatado. 

Comenzó a hablarme y a preguntar cosas, y entramos a un restaurante y pidió el baño.  Me dijo que fuera y me acomodara el cinturón y que lo apretara bien.   Y claro,  que no fuera a hacer nada raro, porque empezaba a decirle cosas a la gente.   

Seguimos caminando y entramos a una peluquería y compró una peluca.   Mientras caminábamos me preguntaba a cerca de mis gustos por la ropa femenina, si había tenido sexo anal,  si era gay…….   todo eso, y fuimos charlando cada vez más fluido y se me fue pasando el miedo, o lo que hubiera sentido.

Llegamos a un edificio, se anunció en la portería y subimos a un apartamento.   Pues allí estaba su amigo.  Me presentó con un nombre de mujer que me había dicho por el camino que me iba a colocar. 

El amigo me saludó con un fuerte beso y entramos.  Nos sentamos en la sala y me dijeron que solo íbamos a pasar un rato rico y que la idea era que todos disfrutáramos.  Que yo iba a ser la putica de ellos dos y que nada malo me iba a pasar, todo lo contrario, todo bueno.   Me hicieron quitar los zapatos y las medias allí en la sala, el buzo que llevaba y la camisa.   Yo no tengo muchos vellos pero de todos modos hay algo.   El dueño de casa fue al baño y trajo máquina de afeitar, jabón y esmalte de uñas.   Mientras uno afeitaba mi torso y espalda, el otro me pintaba las uñas de las manos y los pies de rojo.   Una vez terminaron y mientras se secaba el esmalte de las uñas,  el dueño de casa trajo una botella de vodka (porque según ellos las nenas no toman whisky) y se sentaron a charlar conmigo. 

Yo manifesté que no quería tomar nada, a lo que me dijeron que era el último NO que yo había dicho y que de ahora en adelante esa palabra quedaba prohibida.  EL dueño de casa, mientras el amigo servía los tres vasos de trago,   trajo un látigo y me dijo que si quería ser castigada entonces que dijera no.

Nos tomamos dos o tres tragos, fumamos unos cigarrillos, charlamos de cosas, respondía a sus preguntas y fuimos entrando en calor.   Los tipos, estaban bien, no lo puedo negar, muy decentes, eran profesores universitarios y apenas decían que se les había dado la oportunidad.

Me llevaron al baño y me dijeron que afeitara yo mismo mis piernas y mis nalgas, y que luego me duchara. Que saliera vestida de putica. Me dejaron la ropa, la peluca, unos zapatos y maquillaje,  todo eso de la esposa del dueño de casa.    Me miré en el espejo y sentí una sensación muy rica ver mi cuerpo sin pelos,  suave por todos lados.

Salí lo mejor que pude,  con mis ligueros, mis medias y mis tangas, encima una minifalda oscura, y una blusa blanca con flores, corta, apenas con unas manguitas,  encaje por delante y bastante escote en la espalda.  Los zapatos me quedaron como se fueran de mi medida, no tenían el tacón muy alto, por lo que los pude medio manejar.  Me sentía algo raro,   y de maquillaje, pues nada que ver, pero algo me coloqué en los ojos y me pinté los labios de rojo.

Cuando llegué a la sala, el dueño de casa se levantó y se me lanzó, a lo que su amigo le dijo que despacio.   Caminé hasta el sofá donde estaban sentados.  En una de las paredes de la sala había un espejo grande, y no puedo negar que me sentí bien y me ví toda una puta, como ellos decían.  A estas alturas, ya se me había acabado la decencia, y lo mismo voy a hacer en este relato.

Me acerqué a ellos y ambos lanzaron las manos a las nalgas.  Las tocaron, las besaron, y se fueron sacando las vergas de sus pantalones. El dueño de casa tenía una verga normal, encurvada hacia un lado por ahí de unos 17 cms.   Pero la del amigo,  aquella que había sentido refregarse en mi culo en el bus,  sí era grandecita y sobre todo, gruesa. Mientras tanto seguíamos tomando otro trago, yo de pie y ellos manoseando y deleitándose con mis piernas y nalgas, que con la afeitada, estaban suaves y lisas.

El dueño de casa se levantó, me comenzó a besar y me hizo cogerle la verga.  Debo decir que la sentí firme entre mi mano y la empecé a frotar.  El otro me levantó la falda y empezó a lamerme las nalgas y el culo.    Empecé a sentir algo rico…….placer, diría yo.

Me senté en el sofá para poder chupar esa rica verga que tenía en mis manos.  Mientras lo hacía, el otro ya no tenía pantalones y su vergota salía fuerte de su cuerpo.  Me la empezó a refregar en la cara,  y en un dos por tres ya me estaba turnando las dos vergas.   

Descansamos un rato ?    bueno, mientras nos tomamos otro trago, nos fumamos un cigarrillo y charlamos.    Me senté entre los dos y de lado y lado las manos me tocaban por todos lados, al tiempo que me iban diciendo piropos y cosas bonitas, que casi me termino convenciendo que era toda una mujer……una puta, como ellos decían.   

  Me colocaron en cuatro recostada en el espaldar del sofá, de modo que el dueño de casa me daba lengua en el culo mientras yo chupaba la vergota del otro.   Era rico cuando con su vergota me cacheteaba la cara y mientras el otro alternaba la lengua con los dedos.   Comencé a gemir y eso los volvió locos.   Cambiaron de posición y el dueño de casa comenzó a clavarme suave, hasta que entró toda.  Luego empezó a embestir, y la otra verga casi no me cabía en la boca.  

Me bajaron al piso y me colocaron en cuatro……y las dos vergas detrás.  Entró primero la del dueño de casa,  y luego comenzó el de la verga gruesita poco a poco, pero yo ya estaba tan mojada que entró fácil y fue una sensación espectacular.   Así duraron algún tiempo,  intercambiando vergas en mi culo, para entonces ya todo abierto, tanto que no ya no diferenciaba cual verga entraba.   

EL que estaba con la verga metida entre el culo,  la sacó y sentí como su leche caliente salió embadurnando mi culo y con la mano, la exparcieron por todas las nalgas.   Inmediatamente el otro, embistió con fuerza, esa era la gruesa,  y el dueño de casa empezó a darme nalgadas.   Que sensación más rica,  y cuando se iba a venir, fue al frente mío y se vino en mi cara y algo entró en mi boca que la tenía abierta.    

Se sentaron exaustos…….   Y yo quedé en el piso un momento mientras tomaba fuerzas para levantarme.

Me incorporé, fui al baño y me limpié……y me gritaron desde la sala que me retocara el maquillaje y me peinara.

Me senté entre los dos nuevamente y entre besitos que iban y venían de lado y lado, charlábamos y me seguían diciendo halagando mis atributos.   De vez en cuando me hacían levantar y dar una vuelta.

Alguno cayó en cuenta que yo no había dicho más NO y que el látigo se había quedado sin usar.   A lo que se les ocurrió que lo podían usar, y me propusieron además hacer conmigo un poco de sometimiento, amarrándome un poco.   Ante la propuesta, yo solo dije que suave.   

Me levantaron, me llevaron a un cuarto, me quitaron la falda, y el dueño de casa sacó unos cinturones los que colocaron algo apretados en mis muslos.  Soy algo gordita, lo que hizo que las piernas se tornaran grandes.   Colocaron una pañoleta en mi boca, amarraron a un molinillo, de esos del chocolate, en la parte delgada, un repuesto de trapero para que pareciera como cola y en cuatro, metieron la parte gruesa en mi culo.   Sacaron una chancleta de esas delgaditas y con un pedazo de cuerda, hicieron un collar que colocaron en mi cuello y de ahí me empezaron a llevar como perrito.  

Así me hicieron recorrer todo el apartamento, mientras alternaban nalgadas con el látigo y la chancleta.   Yo no podía exclamar nada porque la pañoleta no me dejaba. 

Estando en la cocina me sacaron el molinillo,  y con aceite de cocina embadurnaron todas mis nalgas y no sé qué sensación les produjo porque de una sus vergas quedaron duras otra vez.   Y empezaron a embestir uno y otro, y el que quedaba libre me daba nalgadas con lo que fuera.    El que la tenía gruesa se sentó en el piso y me sentó encima suyo…….el otro me quitó la pañoleta y ahí estaba yo de nuevo con las dos vergas adentro.    Eso duró un tiempo hasta que se me durmieron las piernas por la posición y me tumbé al suelo.  Me halaron y me llevaron arrastrando hasta el comedor, donde bocaabajo me amarraron las muñecas y los pies a las patas de la mesa quedando prácticamente crucificada.     Y empezaron las embestidas siguiendo con el castigo de mis nalgas, y claro,  el que estaba libre,  su verga a mi boca.

Así duraron bastante tiempo, me soltaron, me llevaron a la sala y me colocaron boca arriba.  Uno levantó mis piernas y me clavó y el otro se fue para mi boca.   Cuando se fueron viniendo,  lo hicieron en mi cara y me la tapizaron toda de leche caliente.  

Me pidieron que me sentara sin limpiarme y ahí estuvimos un rato más.   Me quitaron los cinturones de los muslos que quedaron marcados y me dijeron que las nalgas estaban rojas.   

Estuvimos un rato más,  y fui a ducharme y a cambiarme.

Me agradecieron, me pidieron excusas,  se despidieron de mí con sendos besos y salí del apartamento.

Confieso que me quedó gustando sentirme una puta.  Creo que lo voy a seguir haciendo,  claro está,  mejorando un poco el maquillaje y aprendiendo a manejar los tacones para poderme colocar unos bien altos.

MADURO NALGON

Soy hombre bisexual

visitas: 3008
Categoria: Sexo anal
Fecha de Publicación: 2020-04-03 05:42:52
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4 Comentarios

Delicioso relato , que experiencia mas rica , me gustaria algo asi para mi tambien , abrazos !!

2020-06-11 16:25:22

Buena charla

2020-04-18 23:26:55

Mi querido amigo fernando 4040, no es copia, es el mismo relato, que yo había colocado en otro perfil que me cerraron hace un tiempo, y lo quise colocar de nuevo. Gracias por leerlo

2020-04-06 09:23:05

relato ya publicado hace mucho tiempo.......vil copia

2020-04-03 11:25:06