Luego de terminar una extenuante jornada en la capital del Cauca, un duchazo, loción y esperar a mi cita: una pareja de esposos, ella, profesora de primaria; él, profesor universitario. 

Me recogieron en el hotel y nos fuimos a un motel en las afueras de la ciudad, rústico, ameno. Ya en la habitación la seria profesora se transformó en una tigresa, a quien le faltaban manos para aferrarse a su presa... deliciosos y apasionados besos, sus manos fueron bajando hasta la bragueta de mi pantalón... se deleitaba como si tuviese un bombón o helado al que saboreaba desde la raíz, hasta la punta... él, miraba callado y tranquilo a su amada. Pronto la ropa sobró.

Era una mujer robusta, su piel trigueña, pelo ondulado y azabache; con senos frondosos, pezones parados que fui acariciando, lamiendo, deslizando mi lengua... ella empezó a jadear. Con sus manos bajó mi cabeza hasta su entrepierna, caliente... empecé a saborear su gruesa vagina, mojada, lavada... mi lengua se deleitaba con su clítoris cada vez más duro. Él, miraba recostado al lado, contemplando el espectáculo. Solo promovió palabra cuando me animó a que la penetrara, al fin y al cabo esa era su fantasía: verla penetrada. El profe estiró su brazo para correr la pierna de su amada, abriéndola para deleitarse con ese espectáculo... estaba a punto de colmar su fantasía... 

La fui penetrando despacio, dándole gusto a ella que jadeaba y solo atinaba a expresar "qué rica verga"... él, callado, concentrado colmaba su fantasía. 

Pronto los jadeos se incrementaron. Me volcó sobre la cama y se acaballó. Hundió mi verga dura hasta sus entrañas, mientras restregaba su clítoris contra mí.  mientras le iba acariciando sus brincones seños, cada vez más paraditos de la emoción.

- ¿Le gusta papi? le preguntó a su amado, quien sonrió y asintió con la cabeza, agrandando los ojos...

¿le gusta, amor?, le preguntó a la profe, quien agitada jadeaba más... 

- ¡Gracias amor, por esta fantasía!... ¡Qué clavada tan rica! el grito llenó la habitación...