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Mi esposa y su amigo del colegio

Estábamos en tierra caliente pasando unos días de descanso. Nos quedamos en la casa de mi esposa. Una mañana mientras desayunábamos golpearon la puerta y Sara salió a mirar quién era.

Sara estaba en su pijama de tierra caliente: tela delgada, pantalón corto, sin brasier, blusa ancha. 

Al abrir la puerta se asombró de ver a un joven atractivo, ancho de espalda, alto, con una leve barba.

  • Joven: ¿¡Sara!?

  • Sara: ¡Sí!...

  • Joven: No se acuerda de mi ¿cierto?. Obvio, ni me paraba bolas en esa época.

  • Sara: ¿Suárez?

  • Suárez: ¡SÍ!.

Sara saltó y se aferró al cuello de su amigo en un abrazo.

  • Suárez: pasaba a saludar a su mamá. Nunca pensé que me la iba a encontrar.

  • Sara: pase. Pase. Estaba desayunando. Amor, te presento a Suárez...Sergio. Un amigo del colegio.

  • Yo: ¡mucho gusto!.

Duraron un rato hablando. Él se había mudado a otra ciudad hacía muchos años porque le salió una oportunidad laboral muy buena. Ese fin de semana aprovechó para ir de paseo a su pueblo, visitar conocidos y tomar un poco el sol.

Yo los miraba desde la mesa del comedor. En un instante Sara sin pensarlo (creo) se agachó a recoger algo del suelo y noté como inmediatamente los ojos de Sergio se posaron en sus senos. Obviamente vió todo. 

Intercambiaron números de celular y quedaron en hablarse en esos días. Al despedirse se dieron un beso en la mejilla y un caluroso abrazo.

Terminamos de desayunar y Sara me contó acerca de Sergio. Me dijo que estaba MUY churro, que ni comparación con el Sergio del colegio. Después nos distrajimos en otras cosas y no volvimos hablar más de él durante el fin de semana.

Sergio y Sara fueron compañeros de colegio. Sergio siempre estuvo detrás de ella, pero en esa época ella no le interesaba ni un poquito; se le escondía cuando él la visitaba, se negaba constantemente a salir con él y lo ignoraba en todas partes. Después de graduados cada uno se fue por su camino y no se habían vuelto a hablar o ver hasta ese día.

En el carro de vuelta a Bogotá, empezamos a hablar de todo un poco, hasta que salió el tema Sergio:

  • Yo: amor, cuando recogiste el papel, el día que estuvo Sergio en la casa. ¿lo hiciste con intención?.

  • Sara: ¿cuál papel?. No, la verdad ni me acordaba. ¿Por?

  • Yo: pude ver cómo se le abrieron los ojos y se posaron en tus puchecas apenas te agachaste.

  • Sara: Miércoles…que pena... si, yo no tenía brasier...me debió haber visto los pezoncitos. Bueno...después de tantos años por lo menos pudo avanzar medio pasito conmigo. Jajajaja.

  • Yo: si. Pobre man. Nunca le quisiste dar nada.

  • Sara: Si. Que pecado. Claro que si me lo pidiera ahora, le diría que sí sin pensarlo. Se puso muy bueno.

  • Yo: Eres tremenda. Pues aprovechar que se reencontraron. Entre semana le puedes hablar por Whatsapp y adelantar cuaderno.

  • Sara: si, eso había pensado. Quién sabe si todavía le intereso y más sabiendo que estoy casada.

  • Yo: esa mirada que te dió, dice que si. Además tu estás muy buena también. Definitivamente debes aprovechar y darle lo que tanto tiempo estuvo buscando.

  • Sara: si...voy a probar. Así también te cumplo esa fantasía tuya de ser cornudo.

  • Yo: ¡UY!. No puedo esperar.

Primera semana

La siguiente semana al encuentro, como habían acordado; Sergio y Sara estuvieron chateando constantemente. Se contaron sus vidas. Las carreras que estudiaron. Cómo se había conocido Sara conmigo. La soltería de Sergio. Otros compañeros del colegio. Recordando todos los desplantes que le hizo Sara en esa época. Preguntando por el paradero de los regalos que él le hacía (Sara me contó que el oso blanco que tiene, se lo dió él). Las películas y series que habían visto. Temas muy relajados. 

Sara me mostraba todas las conversaciones y yo le insistía para que le metiera un poquito de picante. Ella me dijo que iba con calma, porque Sergio era muy serio y no estaba segura cómo tomaría el tema.

Segunda semana

Los dos siguieron hablando y en el tono de las conversaciones se empezaba a sentir cierta tensión sexual. Sergio hacía preguntas acerca de si era feliz en el matrimonio. Quería saber por qué nunca le prestó atención. Si le había gustado cuando lo volvió a ver. Cuántos novios había tenido antes de casarse. Sara le preguntaba por las novias. Que si le gustaba salir a rumbear o tomar. Hablaban sobre los viajes que habían hecho. Los lugares que habían conocido. De vez en cuando Sergio le decía que ella estaba muy bonita a lo que Sara respondía que él también. Había varios silencios incómodos que demostraban que no sabían qué decir o por dónde llevar la conversación.

Tercera Semana

  • Sergio: tú me gustabas mucho en el colegio. Pero siempre me ignorabas y rechazabas. Ahora que te vi de nuevo, me acordé de lo linda que eras y cómo has mejorado más con los años. 

  • Sara: ¡Gracias!. La verdad si fuí muy rata contigo. Tu embobado conmigo y yo ni un pico te dí. Tu si has mejorado mucho en estos años. Yo sigo igual. Más vieja.

  • Sergio: ¡más buena y con más experiencia!. Ups...qué dirá tu marido si lee eso.

  • Sara: tranquilo. Nosotros tenemos una relación muy relajada. El no es celoso.

  • Sergio: ¿él sabe que hemos estado chateando seguido?

  • Sara: claro. Nosotros no tenemos secretos. Yo le cuento todo y él a mí.

  • Sergio: chévere tener esa confianza. Yo no he encontrado aún a alguien con quien quiera casarme.

  • Sara: algún día llegará.

  • Sergio: ¿te puedo contar algo y no te enojas?

  • Sara: No creo que me enoje...claro cuéntame.

  • Sergio: el día que nos vimos en tu casa...que recogiste un papel del suelo...no pude evitar verte los senos y te ví TODO. (carita sonrojada)

  • Sara: ¡Uy! Que degenerado. (carita de diablito)

  • Sergio: perdón...no lo pude evitar. Ya de por si la blusa no dejaba casi nada a la imaginación y esa fue la guinda del pastel. No he podido dejar de pensar en ese par.

  • Sara: jajaja. ¿Si te gustaron?.

  • Sergio: pues claro. Pequeños. Los pezones oscuros y grandes. Muy bonitos.

  • Sara: pues están a la orden. (carita guiñando) .

  • Sergio: Si claro...para tu esposo. A mi me toca quedarme con la memoria de lo que ví.

  • Sara: Espérame un momento.

Sara, excitada por el rumbo que había tomado la conversación, se tomó una boobie-selfie y se la envió.

  • Sara: para que no tengas que imaginarlas.

  • Sergio: (carita asombrada). ¡Guau! ¡que belleza!. Nunca pensé que fueras tan relajada. En el colegio te veías súper seria y hasta penosa.

  • Sara: los años… ¿Te gustó el regalito?

  • Sergio: ¡Muchísimo! Ya puedo verlas cuando quiera. Ojalá las pudiera tocar algún día.

  • Sara: Algún día. ¿quién quita que te pueda dar lo que tantas veces te negué en el colegio?

  • Sergio: ¿serías capaz?. ¿Tu esposo?. ¿Tú lo engañarías?

  • Sara: ¡NUNCA!. Ya te dije que no tenemos secretos. Tendríamos permiso.

  • Sergio: ¡Pura miércoles! ¿En serio?

  • Sara: Si...muy en serio. Hay muchas cosas que no sabes de mí y que he hecho estos años con él.

Después de esta conversación, el tema cambió casi exclusivamente a sexo: fantasías, poses, gustos, juguetes, experiencias, etc. De vez en cuando Sara le enviaba fotos a Sergio y después pasó a enviarle uno que otro video mientras se masturbaba con su bala. Sergio le decía que la quería ver, desnudarla y tocar todo su cuerpo. Besarla, lamerla y penetrarla hasta venirse.

Cada vez que leíamos los chats, nos calentábamos tanto que terminábamos teniendo tremendas maratones sexuales.

Como estaban en ciudades distintas, el encuentro era complicado. Cuando lograban cuadrar algo, se presentaba una reunión extraordinaria, una emergencia, u otra cosa que impedía que cumplieran todos esos deseos reprimidos. Hasta que un día llegó la oportunidad soñada.

La promoción de Sara y Sergio estaba organizando un reencuentro en el pueblo por los 20 años de graduados. Crearon un grupo, página de Facebook y todo lo requerido para poder reunir a toda la promoción. La idea era ir a un asado un sábado, seguir con una fiesta en la noche y devolverse el domingo a sus respectivos hogares. La única condición era ir sin esposos, novios, niños, etc. Solo los de la promoción.

Sara y Sergio confirmaron la asistencia a la celebración y empezaron a cuadrar todo para poder concretar su tan esperado encuentro.

El fin de Semana del encuentro

Como habíamos acordado llevé a Sara al pueblo el viernes en la noche, con anterioridad habíamos comprado la pinta completa: un vestidito súper sexy; negro; para usar sin brasier; con bastante escote; No tan corto. Unas sandalias bajitas (Sara nunca ha podido estar con tacones). Una tanga de encaje que se le metía casi por completo entre las nalgas, dejando a la vista esa cola tan espectacular que tiene (la idea era que no estuviera mucho tiempo con ella puesta).

El plan era que en el almuerzo fuera súper coqueta, que le rozara los brazos, que se le acercara de manera sexy, que le rozara los senos cada vez que pudiera. Que lo dejara súper excitado para la fiesta. 

Ya en la pista de baile, dejar que la manoseara en la oscuridad, robarle besos apasionados y cuando tuviera la oportunidad quitarse la tanga y dársela a Sergio para que supiera a lo que estaba dispuesta. Estábamos seguros que Sergio no se iba a aguantar y se la llevaría para el hotel a cumplir sus fantasías. De no ser así (por pena o miedo) Sara me avisaría y se lo llevaría para la casa y yo me tendría que ir a un bar o algo mientras ocurría la faena.

El sábado en la mañana estábamos muy nerviosos; a la espera de lo que iba a pasar. Llegado el momento de salir, Sara me besó y me dijo: 

-Gracias. Nos vemos mañana. Te amo demasiado. 

Salió a la calle de enfrente de la casa donde la esperaba el taxi que la llevaría a su día de placer.

De Sara y Sergio no supe nada más hasta el domingo en la mañana, cuando Sara me contó TODO lo que había pasado:

  • Sara: llegué al sitio del asado y había poquita gente. Me saludé con los que reconocí y se presentaron los que no. Sergio llegó a los veinte minutos. Perfumado, peinado y bien arreglado.

  • Yo: me imagino que por eso se demoró. Jajaja.

  • Sara: si, eso pensé. Nos saludamos de beso andeniado. Ya de por sí se le sentían las ganas que tenía de devorarme ahí mismo.

    • Sergio: como estas de hermosa. Por fin te vuelvo a ver en vivo y en directo y no solo en fotos, videos y mis sueños.

    • Sara: ¡cállate! Que me haces dar pena. Tu estás muy lindo también.

    • Sergio: no se si me podré contener con ese vestido. Pero toca porque todos saben que estás casada y qué van a pensar de tí.

    • Sara: pues la verdad no me importa mucho lo que piensen. Esta celebración es para nosotros. 

  • Sara: el resto de la tarde nos las pasamos hablando con varios compañeros. Mirada va y mirada viene. Un roce sutil en su brazo que me devolvía con un pequeño toquecito en el pezón que estuviera a su alcance. Sentía como me desnudaba con la mirada cuando estaba hablando con alguien más. Me susurraba cosas sucias al oído. El plan iba saliendo a la perfección. A las 7 y pucho, salimos para la fiesta. Varios compañeros se fueron para sus casas y quedamos unos veinte no más. El bar estaba cerca por lo que fuimos caminando. Al llegar había unas mesas separadas para el grupo y sin pensarlo, aproveché para separar las más alejada y oscura. Sergio leyendo mis pensamientos pidió 2 cervezas y las llevó a la mesa.

    • Sergio: Estoy que no puedo de las ganas de comerte. Tómate la cerveza para ver si baja un poco el calor.

    • Sara: si, tú también. Yo también estoy que te salto encima. Pero toca hacer acto de presencia un poco para disimular.

    • Sergio: si estoy de acuerdo.

  • Sara: cuando salíamos a bailar Sergio me llevaba a la parte más oscura de la pista y me besaba el cuello. Mientras me acariciaba las nalgas por encima del vestido, yo me le pegaba lo más que podía y le restregaba mis senos contra su pecho. Podía sentir que estaba durísimo. Lo tenía grande. Cuando me ponía a dar giros sentía como restregaba su pene en mi cola y lo empujaba como queriendo atravesar el vestido y la tanga.

  • Yo: ¿tomaron mucho?

  • Sara: no, cómo habíamos planeado tu y yo. Teníamos que estar sobrios para acordarnos de todo. A las diez de la noche, más o menos, ya se había ido más gente de la promoción, pero el bar estaba a reventar. Esto nos dejó dar rienda suelta a los manoseos, besos y caricias. Cuando no podía más le dije a Sergio que iba al baño y me acompañó hasta la puerta (para que no me pasara nada según él). Entré, oriné y me quité los cucos. Al salir le tomé la mano y se los dí.

    • Sergio: vaya que eres una enferma. Te van a ver todo.

    • Sara: que aprovechen. Solo podrán ver. Pero tú me vas a ver, tocar, chupar, lamer, morder, manosear y todo lo que se te ocurra.

    • Sergio: ¡Por fin!. Si quieres bailamos la última y salimos para mi hotel. Ya no aguanto más.

    • Sara: listo. Me parece perfecto.

  • Sara: aprovechó para meterme mano en ese último baile. Y no dejó que acabara la canción y me arrastró a la salida. Tomamos el primer taxi que apareció y una vez dentro nos besamos como posesos. Me metía la lengua como queriendo ahogarme con ella; mientras me tocaba las tetas y las piernas con sus suaves manos. Le estábamos dando un súper espectáculo al taxista. Al llegar al hotel pagamos y sin dejar de besarnos nos bajamos del vehículo. El conductor no nos quitó la mirada de encima hasta que entramos al lobby. Subimos al ascensor y como estábamos solos, Sergio me bajó el vestido y me chupó el pezón derecho. Lo lamió lentamente y luego siguió con el izquierdo. Al llegar al piso de su habitación me subió nuevamente el vestido y salimos del ascensor. Al llegar a la puerta del cuarto estaba tan excitado que no podía encontrar la llave. Metí mi mano en su bolsillo y me encontré con su paquete y la llave. Lo acaricié un poco y saqué la llave. Abrió la puerta; entramos y la cerró de golpe con el pie. Me acostó suavemente en la cama  y me quitó el vestido por la cabeza. Pasó a besarme el cuello y de nuevo me lamió los pezones en círculos. Mientras lamía un pezón me acariciaba el otro con los dedos. Estuvo un buen rato entretenido con mis niñas, mientras yo me retorcía de placer pensando en todo lo que venía.

    • Sergio: que tetas tan ricas tienes. Se sienten mejor que como me las imaginé. Tus pezones son deliciosos. Están muy duros.

    • Sara: es que me tienes súper excitada. Mira, tócame la cuca.

  • Sara: Llevé la mano de Sergio hacia mi entrepierna y pudo sentir lo mojada que estaba. Una mezcla de flujos y sudor. Sergio, bajó despacio, lamiendo con su lengua todo mi vientre, luego el ombligo, hasta llegar a mi vagina. Comenzó a darme lengüetazos suaves en los labios. Los recorría de arriba a abajo y luego se devolvía. Con las manos me acariciaba las tetas con fuerza. Comenzó a introducir su lengua en mi vagina y aceleraba el ritmo cada vez más.

    • Sara: chúpame el clítoris. Quiero venirme en tu cara.

    • Sergio: estás muy rica. Esa cuca toda depiladita. Esperé mucho para esto y no pensé que fueras tan sexy.

  • Sara: comenzó a hacer círculos en mi clítoris (sabía lo que hacía) y con un dedo me penetraba suavemente tocando mi punto g. Yo mientras tanto me revolcaba en la cama arqueando la espalda, restregando mi clítoris contra su lengua. Estaba cada vez más excitada y mi respiración totalmente descontrolada. Estaba a punto de venirme, con otra lengua, otro hombre. Era un placer indescriptible.

  • Yo: Yo estoy que me vengo de solo oirte hablar.

  • Sara: Sergio seguía acelerando los lengüetazos hasta que no aguanté más y me vine en su boca. El orgasmo estuvo acompañado de fuertes gemidos (así como cuando tu me haces con la boca). Sergio no paró de lamer hasta que no limpió toda mi cuquita. Al terminar de limpiar, me volteó y me dejó en cuatro al borde de la cama. Oí como se bajó el jean, se colocó un condón y me penetró de un solo empujón (yo creo que tocó el fondo). Su pene era grande y delgado. Un poco más grande que el tuyo.

  • Yo: Claro...ahora me vas a cambiar.

  • Sara: no, el tuyo no lo cambiaría nunca. Es perfecto para mí. Me empezó a penetrar cada vez más rápido y yo sentía que iba a estallar. Me rozaba bien dentro de la vagina. Me cogía las nalgas con las manos y me las abría.

    • Sergio: que rico ese ano. ¿Te puedo meter un dedo?

    • Sara: eso y más, si quieres.

    • Sergio: Que delicia. Estás apretadita. Y ese culo es una ricura. ¡Estás MUY BUENA!

    • Sara: sigue dándome duro. Quiero que te vengas. Piensa en todos los videos que te mandé. ¡AHHH!. En las fotos. En las masturbadas que te has de haber hecho cuando estábamos en el colegio. Desquitate con mi vagina. ¡AHHHHHH!.

  • Sara: Sergio jadeaba de placer, aumentaba el ritmo y la profundidad a cada segundo. Me tenía como loca. 

    • Sergio: me voy a venir.

    • Sara: ¡Más duro! ¡Penetrame más duro! ¡Véngate de mí! ¡AHHHHHHHH!.

  • Sara: pude sentir el momento en el que expulsó el semen y las pulsaciones que hacía su pene dentro de mí. Estuvo delicioso. Más de lo que esperaba.

    • Sergio: ¿Te puedo dar por detrás?

    • Sara: Si tienes fuerzas aún. Pero con calma que soy muy estrecha y me duele mucho.

    • Sergio: Obvio que tengo fuerzas. Siempre soñé con tu cola. En como te metía toda mi verga por detrás y ahora por fin, lo puedo hacer realidad. Estoy más que listo.

  • Sara: se quitó el preservativo, lo arrojó a la caneca y se puso uno nuevo. Metió su dedo en mi vagina y untó mi ano y su pene con los fluidos que emanaban de ella. Comenzó a sobarme nuevamente el ano con su dedo y lo fue introduciendo poco a poco para preparar el terreno para su verga. Cuando mi ano estaba más dilatado, comenzó a meterme su pene despacito, con calma. Yo le iba indicando con mi respiración cuando avanzar un poco más. Al entrar todo, me dolía mucho, pero ganaron las ganas de sentirlo culearme rítmicamente.

    • Sara: Empieza a meterlo y sacarlo lentamente. Me duele mucho. Pero me gusta lo que estoy sintiendo.

    • Sergio: si. Estás apretada. Como si fuera la primera vez. 

    • Sara: con mi esposo casi no lo hacemos por atrás porque la tiene gruesa y me lastima.

    • Sergio: Mejor así. Se siente más rico.

    • Sara: dame un poco más rápido. ¡Ummmmm!

    • Sergio: ¿Así?

    • Sara: ¡Mmmmmmm! ¡MÁS! 

  • Sara: continuó clavándome cada vez más rápido. Sentía dolor y placer al mismo tiempo. Yo me acariciaba el clítoris con fuerza y me pellizcaba los pezones. Quería venirme al tiempo con él.

    • Sergio: no voy a aguantar más. ¡QUE RICO!

    • Sara: ¡Mmmmmm!¡Ahhhhhhh! ¡MÁS!

    • Sergio: Ya me voy a venir.

    • Sara: ¡SACALO Y VENTE EN MIS NALGAS! ¡LLÉNAME DE TU SEMEN! ¡NO PUEDO MÁS! ¡ME VENGO!

  • Sara: sacó rápidamente su pene y como pudo se quitó el condón. Mientras yo gemía por el nuevo orgasmo que me acababa de dar. Sentí en mis nalgas y espalda el calor de su semen y el aire caliente se levantó cuando se lanzó agotado a la cama, junto a mi. Mientras nos veíamos las caras de satisfacción, placer y sexo que teníamos en ese momento.

    • Sergio: ¡espectacular!. Que buen sexo. Tu marido es muy afortunado.

    • Sara: Si, estuvo muy bueno. Tienes una verga deliciosa. Y tu lengua… ¡uffff!...la tienes bien entrenada

    • Sergio: jajajaja

  • Sara: también me tumbé rendida en la cama y Sergio me abrazó. Estuvimos acariciándonos un rato y nos quedamos dormidos. Sergio se levantó temprano y pidió un desayuno que comimos en la cama. Al terminar nos fuimos a bañar juntos, para quitarnos el sudor, semen, fluidos y todo lo que teníamos encima.

    • Sara: quiero probar tu semen. Te lo voy a mamar hasta que te vengas.

    • Sergio: definitivamente eres toda una maestra sexual.

  • Sara: se lo comencé a lamer lentamente y a cogerle las bolas. Subía y bajaba por todo su pene tomando agua y el líquido preseminal que comenzaba a brotar.

  • Yo: ¡Uy!. Y tu que eres una experta en eso. Debía estar dichoso.

  • Sara: si, de hecho duró muy poco.

    • Sergio: Me voy a venir.

    • Sara: tranquilo...quiero que te vengas en mi boca.

    • Sergio: ¡mmmm! ¡ahhhhhh! !AHHHHHHH!

  • Sara: sentí el salidito de su semen en mi boca. No me lo tragué.

  • Yo: si yo se que no te gusta.

  • Sara: Pero estuve a punto. Estaba muy arrecha de nuevo. Sergio me tomó por la cola y me hizo subirle las piernas. Las cerré en su espalda y sentí como me penetraba de nuevo. Estaba tan mojada que entró entero a la primera. Comenzó a embestirme con rapidez y me besaba las tetas. Entraba y salía cada vez más rápido. Me recostó contra la pared para tener un mejor punto de apoyo y así pudo empujar su pene con más fuerza.

    • Sara: ¡Ah! ¡Ah! ¡mmm! ¡AHHH! ¡AHHHH! ¡AHHHHHHHHH!

  • Sara: ese fue el último orgasmo del encuentro. Nos bañamos de nuevo, ahora sí sin sexo. Y Nos vestimos. 

    • Sergio: espectacular. Que buen sexo. Eres toda una ninfómana.

    • Sara: Si, estuvo deli. Tu no te quedas atrás. Toca repetir. La próxima vez quiero que sea con mi esposo y que me hagan una doble penetración. 

    • Sergio: ¡UY! Que nivel. Espero poder con un trío. Tu sabes que nunca lo he hecho. 

    • Sara: si tu me dijiste. Pero para todo hay una primera vez. 

  • Sara: Y ya. Me acompañó a coger un taxi y acá estoy. Feliz. Cansada. Arrecha de nuevo. Con calor.

  • Yo: Todo salió muy bien. Yo estoy que exploto.

  • Sara: si se nota.

Sara y yo hicimos el amor tranquilamente, sin afanes, con calma; cada uno pensando en lo mucho que nos amábamos. Siempre orgullosos de nuestra relación. Y esperando con ansias ese nuevo encuentro.

johanna-y-javier

Somos pareja swinger

visitas: 2968
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2020-11-27 18:44:13
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4 Comentarios

Exelente relato dese comiendo a fin muy exitante, la fantasía de algunas parejas sw, que rico a verlos leído.

2020-12-04 05:21:22

Que buena historia, ojalá pudiera reproducirla con mi pareja, imagino que todos podemos llegar a tener ese encanto de colegio y aún así estar a gusto con una situación asi, rica su experiencia, y más aún tu esposa tan genial en la cama. Que ganas me dieron

2020-11-30 09:37:47

Excelente historia. Me encantaría que mi esposa hiciera eso con mas de un amiguito o compañero de trabajo que conozco

2020-11-28 18:21:51

Que buen relato.. un toque de fantasía con los viejos recuerdos del colegio.. siempre a alguien le tuvimos ganas!

2020-11-28 03:56:19

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