Desde muy niño me sentía niña, no sabía que era eso y en los años 60 no había muchos medios de comunicación excepto un radio en mi casa. Solo recuerdo que usaba, cada vez que estaba sola, los vestidos de mi abuela y mi mamá. Siempre las admiraba y trataba de verlas cuando se bañaban o se estaban vistiendo.

Mis papás y hermanos siempre me trataron no como hombre, ni como  mujer, sino como MARICA, por esa razón me maltrataban y siempre era con insultos como: aprenda a ser macho, hombre, deje de mover los brazos así, deje de hablar como marucha (término utilizado en mi tierra para referirce a las gente Gay). Siempre me sentí muy pero muy mal y pedía perdón a Dios por ser así y me esforzaba mucho por hacer las cosas de hombre y comportarme como tal. Accedía a las exigencias de mi padre, que a pesar de tener 7, 8 años me exigía hacer trabajos muy pesados que incluso para niños es un abuso. Tenía hermanos hombres mayores y menores y los tomaba como ejemplo en términos de comportamientos y actitudes masculinas.

Pero hoy, creo que yo si tenía muchos comportamietos y ademnanes femeninos, pues de lo contrario hubiera pasado despercibida como muchas personas gay, que incluso son muy machos y realizan trabajos fuertes pero son gays y eso es diferente a personas como yo que tuvimos que ser desde niños, mujeres atrapadas en el cuerpo de un hombre.

Para completar, desde muy niña, hacia los 9 años, se me despertó mi sexualidad de manera alarmante y obviamente eso solo me dejaba remordimiento, sentido de culpa y pecado. Solo tenía ojos para ver hombres grandes, mayores, nunca vi a mis compañeritos de escuela con ojos sexuales, pero a los vecinos y amigos de mis hermanos mayores sí, era loquita mirando sus montones y sus colas o rabos, como decimos en mi tierra. Siempre trataba de ver a mi hermano mayor que yo, y a mi papá cuando se bañaban, pero nunca pude ver lo que quería. Lo que si podía hacer siempre era excitarme mientras se bañaban, yo cogía sus calzoncillos sudaditos y los besaba y me los ponía en la cara y eso me llevaba al cielo.

Desde ahí me masturbaba mucho, mucho, pero mi humilde pene ni siquiera se paraba bien, y tampoco me salía semen, no tenía pelitos, era totalmente pubis de niñ@, pero en mi cerebro si existían mis pensamientos sexuales lo que hacía que mantuviera excitada casi todo el tiempo. Eso si, ya me sentía incómoda con eso ahí en medio  mis piernas y hasta hoy he tenido que llevar ese carma porque ahora a mis 55 años, no pude ya hacerme la reasignación de sexo. 

Nunca tuve amigos ni en la escuela ni en el colegio, siempre me aislaban y a veces los sorprendía hablando de mí, obviamente en términos despectivos, y conmigo nadie jugaba, no hacían conmigo trabajos en grupo. Parece que tuviera en mi frente un rótulo que decía: padezco de una enfermedad infecto contigiasa, recházame.

En el próximo relato les cuento qué más pasó con mi vida en mi juventud y adultez y claro les voy a contar cómo perdí mi virginidad cuando apenas iba a cumplir 10 añitos.

Un abrazo fraterno, Blanca