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El Tatuaje

¿En dónde quieres el tatuaje?. Preguntó el tatuador con el stencil en la mano. Sara, respondió con voz nerviosa: -en la espalda. -Por favor retírate la chaqueta para ubicar el mejor lugar para hacértelo.

En la salita de tatuajes solo estábamos los tres. En la recepción, que quedaba un poco retirada, había otro tatuador haciendo un diseño. Eran las 8:30 de la noche. A Sara le encantaba el tatuador. Oscar, un hombre alto, fornido, barbado. Sus brazos estaban llenos de tatuajes de todo tipo. A través de las camisetas que siempre usaba se podía ver un tatuaje mexicano en su pecho.

Con Sara habíamos cuadrado un plan para seducirlo. Ella iba a ir al salón usando un vestido strapless, bastante corto y sin ropa interior. Quería excitar a Oscar, que se sintiera tentado a tocarla, a besarla, a comérsela. Pero a su vez que no se atreviera, que le diera pena, que no supiera qué estaba pasando; porque yo estaba ahí. Llegado el momento ella se encargaría de hacerle saber a Oscar que yo estaba de acuerdo y que podía hacerle todo lo que quisiera. Yo solo me dedicaría a grabar y disfrutar.

Sara se quitó lentamente la chaqueta y dejó ver sus sensuales hombros, la silueta de sus senos perfectos, su hermosa cola. Oscar no se pudo controlar y le dió una mirada lujuriosa de pies a cabeza. Se le notaban las ganas que le tenía.

Ella, siguiendo el plan a la perfección, se bajó la parte de arriba del vestido, dejando visibles sus oscuros y erectos pezones. Oscar, asombrado y pasando saliva dijo: -no tienes que bajarte el vestido. Con el escote en la espalda es suficiente, cabe sin problemas el stencil. Oscar me miraba de reojo como pensando: “¿¡Si ves lo que está haciendo tu esposa!?”. Yo le dije: -tranquilo, ella prefiere así para que te quede más espacio para trabajar. Sara, asintió. -Muy bien, dijo Oscar. -Por favor acuéstate boca abajo en la camilla. Sara se acostó, muy obediente, no sin antes asegurarse de que el vestido se le subiera hasta la mitad de la nalga. Desde mi posición pude ver que Oscar le miró la cola y pasó saliva nuevamente. Se notaba que ya estaba excitado y le temblaban un poco las manos.

Oscar comenzó pasando el diseño del stencil a la espalda de mi esposa. Estaba muy nervioso, no sabía dónde ubicar los codos, donde intentaba siempre rozaba las nalgas de Sara subiendo un poco más el vestido en cada intento. Sara apretaba las nalgas para que Oscar se concentrara en el movimiento de su cola.

Sin saber cómo, Oscar terminó de traspasar el diseño. Ahora venía la parte dolorosa. Oscar tomó su herramienta (para el tatuaje) y comenzó el trabajo. Mi amor se movía en la camilla debido al dolor de la aguja, este movimiento hizo que el vestido se le terminara de subir y dejara en evidencia que no llevaba nada debajo. Desde la silla en la que yo estaba sentado, podía ver la silueta de la vulva de Sara. Ella comenzaba a abrir y cerrar levemente sus piernas; por el dolor y la excitación que tenía por estar mostrándose a un desconocido. Creo que Oscar ya se había dado cuenta de esto, pues estaba tatuando muchos más despacio y bajaba la miraba cuando tenía la oportunidad.

La primera parte del plan había sido un éxito. Oscar, Sara y yo estábamos súper excitados. Ahora, ella debía mantener el juego hasta que Oscar terminara. Igual la idea era hacerse el tatuaje. Duró un poco más de media hora. Durante este tiempo ella seguía abriendo y cerrando sus piernas un poco más cada vez, dejando ver lo húmeda que estaba. Olía a sexo. Alternaba el movimiento de sus piernas con su mano acomodando (o desacomodando) su vestido; lentamente, sensualmente,  eróticamente. Oscar se había soltado un poco más y pasaba su brazo descaradamente por la cola de Sara. En un momento llegó a tocarle la nalga sutilmente con el borde de la mano.

Oscar dijo sudando: -listo. Ya quedó. No te dolió mucho ¿cierto?. Sara: -no. No mucho. Fue hasta placentero. -mmm, si. Para mi también. Puedes verte en este espejo. Oscar le mostró un espejo que estaba a sus espaldas. Sara sin pensarlo se levantó, dejando nuevamente sus senos al aire. Se dió la vuelta para verse la espalda y asegurar que Oscar le viera sus hermosas tetas. Oscar no pudo evitar fijar su mirada en el par que le apuntaban directamente. Me miró y se asombró al ver que estaba grabando con mi celular toda la escena. -Quedó espectacular. Eres un duro. ¡Gracias!. Manejas muy bien tus manos. Le picó el ojo sensualmente. Oscar se sonrojó. Me miró de nuevo y yo asentí; dándole permiso para hacer lo que estaba pensando.

El se levantó y comenzó a tocar suavemente los senos de Sara. Los acariciaba haciendo círculos mientras que con los dedos gordos le tocaba los pezones, que parecía que seguían creciendo más y más. Sara lo tomó por las muñecas y sin dejar que la dejara de tocar, se sentó nuevamente en la camilla, subió su vestido y abrió totalmente sus piernas. Pudimos ver en primer plano su húmeda vulva. Oscar comenzó a besarle el cuello, sin dejar de acariciarle los senos. Después de algunos minutos bajó su mano y comenzó a tocar los labios de Sara y a introducir lentamente un dedo en su vagina. Sara gemia de placer, su respiración estaba acelerada. Sus pechos subían y bajaban cada vez más rápido. Oscar comenzó a masturbar a mi esposa cada vez más rápido. -Ahhhh, ahhhhh. Sara arqueó la espalda (le dolió la zona donde le habían hecho el tatuaje); la excitación, el miedo, estar con un desconocido y el saber que yo estaba ahí mirando como se la comía otro hombre, la pusieron tan caliente que se había venido súper rápido.

- Ahora toca ver que tal eres con tu otra herramienta. Sara desabrochó el pantalón de Oscar y lo bajó junto con los boxers. Oscar la tenía grande y gruesa. Sara me miró, asustada y hambrienta. Se dió la vuelta para quedar recostada boca abajo en el borde de la camilla. Sobresalía su cola y su vagina esperando a ser penetrada. Oscar sin pensarlo dos veces embistió a Sara, llegó hasta el fondo de su vagina. Sara entre dolor y placer, cerró los ojos y dejó salir un pequeño gemido. Oscar empezó a penetrarla lentamente y fue aumentando el ritmo a medida que Sara gemía más rápido. -No te vayas a venir dentro, gritó Sara cuando notó que Oscar estaba por terminar. Él lo sacó rápidamente, se vino en sus nalgas y un poco de semen cayó en el vestido. Yo no podía de la excitación, pero el plan era que no iba a pasar nada más.

Sara se acomodó el vestido y besó a Oscar apasionadamente mientras miraba a la cámara seductoramente. Se puso la chaqueta nuevamente. Oscar se acomodó el pantalón. Detuve la grabación, me levanté y le di la mano a Oscar. -Muchas gracias por todo. Todo fue espectacular. Le dije. -Gracias a ustedes. Espero poder volver a tatuar a Sara. -Así será. Dijo Sara mientras se lanzaba a mis brazos para que la abrazara y besara. Abrí la puerta y salimos, ya no había nadie. No supimos si el tatuador que estaba afuera había escuchado algo (ojalá). Salimos abrazados del estudio. En la casa vimos el video nuevamente y tuvimos sexo el resto de la noche, ¡felices!, ¡ENAMORADOS!.

johanna-y-javier

Somos pareja swinger

visitas: 2164
Categoria: Hetero: Infidelidad
Fecha de Publicación: 2022-03-16 17:57:22
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4 Comentarios

Qué buen relato... ¿Y el tatuaje cómo es= suban fotos jejejeje, por cierto, sus fotos están muy bacanas, felicitaciones

2022-03-17 20:45:29

Exelente relato me gusto mucho gracias

2022-03-17 03:08:33

Exelente relato me gusto mucho gracias

2022-03-17 03:07:26

chevere la experiencia

2022-03-17 02:36:23