Me puso de rodillas sobre el sofá con la cara mirando a la pared. Estábamos totalmente desnudos, me echo whisky por la espalda, me unto el ojito de mi culo con crema masajeándolo (No quería desvirgarme con un dedo quería hacerlo a punta de verga) mientras me decía: 

"Te voy a volver marica, desde hoy vas a ser una niña y vas a ser mi moza, te va a gustar tanto que vas a volver".

Me dio rabia y le dije: 

¡Que le pasa, Mejor déjeme ir por favor!

 Me cogido del brazo fuerte con una mano y con la otra del cuello y me dijo: 

"No quieres pasar el año?, entonces Déjese Marica".

 Me dio una nalgada durísima que me dejo marcada su mano abierta en mi nalga derecha. Me asusté porque lo vi violento y empecé a llorar, pero me decía mientras me consentía el pelo...

"Déjate que te va a gustar es por tu bien recuerda a tus papas si pierdes el año? ¿Entonces vas a hacer caso?"

-Si. respondi.

-Sí que? - Pregunto el.

-Si voy a hacerte caso - le respondí tímidamente mirándolo a los ojos.

Me acarició las manos un rato lo que me hizo calmar un poco. Luego empezó a masajearme y a cogerme las nalgas, se puso a mi lado y me puso a mamar otra vez, esta vez ya olía a whisky su verga además se la había limpiado con mi boca. Estaba vez yo intentaba hacerlo mejor y movía la cabeza como la actriz de la película, aunque la verdad yo no sentía excitación en ese momento solo hacía caso. Después de un rato así, el profe se paró, se hizo detrás mío y empezó a pasarme su lengua por mi culito, fue una sensación muy extraña, sentía muy húmedo. su lengua carrasposa y algo como entre cosquillas y placer me hizo retorcer por primera vez mientra con cada mano suya una en cada nalga me las abría para meter su cara. Sentía como lo disfrutaba hacia gemidos de placer como si estuviera comiéndose un postre exquisito.

El profe estaba tan excitado que se puso de pie detrás de mío y me dijo: 

"Bueno llego el momento, ya estas listas, que rica que estas, tienes un culo delicioso, te voy a volver marica y serás mía toda la vida, te vas a volver adicta a mí, estas más rica que mi mujer".

Puso su verga cabezona y gruesa en la puerta de mi culito, estaba untada de crema de manos que le puso el y con algo de nervios porque le temblaban las piernas quizás de la emoción de desvirgar alguien como yo, empezó a empujar; sin embargo, con su primer intento pegue un fuertísimo grito de dolor que se asustó, me dijo:  

"¡Cállese marica que nos escuchan los vecinos!, no haga ruido y aguántese como las perras".

Me había dolido mucho, tanto que me hizo llorar, trate de quitarme y le suplique que me dejara ir, pero cogido su camiseta hizo un rollo y me amarro las manos en la espalada como si estuviera con esposas. Yo seguía suplicando que parara, mientras me decía que me callara y aguantara por marica. Entonces cogido sus calzoncillos con un gran olor a macho y me los metidos en la boca. Le suplique que no lo hiciera pero lo último que pude decir, estaba totalmente indefenso y a su merced, no importaba que gritara, o como me moviera, no le importaba que me doliera, simplemente me domino.

Se supo detrás mío nuevamente puso su verga en la entrada de mi culo y empujo. Fue el dolor más fuerte que he sentido en toda mi vida, sentía como me partía en dos y me llenaba el intestino de carne. De un solo empujón me la había metido hasta el fondo. En mi desespero solamente podía llorar; trataba de moverme, pero me tenía agarrado de la cadera con sus grandes manos. Nada podía hacer, se quedó quieto con su verga en mí, mientras me decía al oído:  

"Te volví Marica, aguanta mi putica que te va a gustar, eres una perra, una putica rica, vas a ser mi mocita a partir de hoy, yo sé que me vas a buscar para que te de verga todos los días".

Continuará III.