Martes con frías gotas de lluvia pero con mucho calor humano a mi lado.

Un encuentro un poco fortuito y no muy planeado, así comenzó algo sumamente fascinante para mi Jorge y para mí. Alguien decidió acompañar y hacer amena esta tarde, brindando con un delicioso vino merlot; entrando en calor armado con accesorios que me llenan de picante y calor. Dejó entrever su ansiedad cuando se acercó y empezó sigilosamente a acariciar mi rostro y mi cuello. Así dio inicio a nuestro dulce y caluroso encuentro.

Ya en la intimidad y acompañados del rico vino, inició un juego fascinante que hizo desaparecer el frío de mi cuerpo y encendió todo mi fuego interior; mis ojos vendados y mis manos atadas sin poder tocar. Acariciaron mi cuerpo con suaves plumas y emprendieron su excitación con dulces besos con sabor a buena cosecha. Esta vez intentaron confundirme, indefensa en la oscuridad, pero mi piel reconoce cada tacto y movimiento de mi amado Jorge. El invitado muy sutil e ideal, logró sacar toda una formidable excitación. Sentía cómo los labios de cada uno besaban mis pechos y sus dedos tocaban mi vagina haciéndome humedecer, subiendo así, cada vez más la incandescencia en mi cuerpo; sentí como aquel acompañante besó mi clítoris mojándome un poco más. Luego una rica penetración y abalanzados los dos me tenían en singular situación y así, ya lista y bien caliente fue el momento perfecto para esa doble penetración. Jorge en mi chiquito y nuestra compañía dándome muy rico en mi vagina. Fue un deleite de extraordinario placer.

Una vez terminado tan placentero y rica faena, cambiando de posición sobre esa silla del amor, continuaron penetrándome fogosamente por turnos. Cada momento con más intensidad hasta que llegó al clímax nuestro potente acompañante; Jorge remató singular faena hasta dejarme llena de su delicioso semen, el cual se juntó a mis fluidos y desbordó por mi pierna dando un exitoso final a tan rico encuentro.