Compartir en:
En una ciudad que nunca dormía, donde la neblina se enroscaba como serpientes entre las calles y el sonido de los pasos resonaba en las paredes de piedra, vivía Draco-Místico. Con un pasado envuelto en sombras y secretos, él era conocido por su habilidad para desentrañar los misterios más profundos del mundo y por su conexión con lo inexplicable. Nadie sabía mucho sobre él, solo que siempre estaba en el lugar correcto, en el momento preciso.
Una noche, mientras caminaba por un mercado olvidado en los rincones de la ciudad, una presencia inusitada lo llamó la atención. En una tienda que nunca había visto antes, entre las luces bajas y las telas que se movían como si tuvieran vida propia, una figura se destacaba: Lira, una mujer de enigmática belleza y ojos que reflejaban el cielo estrellado. Había algo en su mirada, algo que Draco-Místico no había sentido jamás, una conexión instantánea, como si el destino los hubiera entrelazado en ese preciso instante.
"¿Qué buscas, viajero?", dijo Lira, su voz suave pero firme, como el viento antes de una tormenta.
"Busco respuestas... y quizás algo más.", respondió Draco-Místico, sin apartar la mirada de ella.
Lira sonrió levemente, como si comprendiera algo que él no había dicho en voz alta. "Lo que buscas está cerca, pero no todos los caminos son fáciles de recorrer. Algunos caminos se sienten como un espejismo, otros como una prueba de fuego."
La tienda parecía desaparecer en la oscuridad mientras Lira lo guiaba hacia una habitación secreta. Entre susurros de velos y tapices antiguos, ella desveló un objeto muy particular: una llave antigua, tallada en un material oscuro como el ónix, y decorada con símbolos que brillaban suavemente.
"Esta llave," dijo Lira, mientras entregaba el objeto a Draco-Místico, "**es la clave para desatar el misterio que te rodea. Tómala, pero no olvides que con cada decisión que tomes, abrirás puertas que quizás no quieras abrir."
Con la llave en mano, Draco-Místico sintió que un poder desconocido comenzaba a despertarse en su interior. Algo más grande estaba en juego, algo que solo él podría entender si estaba dispuesto a enfrentar su propio reflejo.
Esa noche, bajo la luna llena, Draco-Místico atravesó los portales del mercado, ahora desvanecido, y se encontró en una dimensión entre la realidad y la fantasía. Allí, las pruebas comenzaban. Cada paso que daba lo acercaba más a descubrir no solo la verdad sobre su destino, sino sobre las conexiones invisibles entre las almas que se cruzan en la vida.
En su camino, se encontraba con figuras misteriosas, que a veces ofrecían consejos sabios, otras veces desafíos que ponían a prueba su paciencia y determinación. Pero algo permanecía claro: su encuentro con Lira no había sido casual.
Mientras más avanzaba, más comprendía que el misterio no estaba en la llave, ni en los secretos del pasado, sino en la conexión profunda y auténtica que podía crear con aquellos que realmente lo entendieran, como Lira, la mujer que parecía conocer su alma antes de que él siquiera pudiera comprenderla.
