Me dijiste que solo debía llegar a las 8 de la noche en el hotel y pedir las llaves de la habitacion 719 y estarías ya lista esperando mi llegada.

Tacones negro, medias veladas a media pierna, liguero rojo, piel morena, labios carnosos, pechos pequeños y firmes; te acercas me saludas con un beso en el cuello, tomas mi brazo y me llevas hasta un sofá que está frente a la cama.

Retrocedes un par de pasos para dejarme contemplar con mayor detalle tú deliciosa figura, te tocas y me guiñas el ojo con la mezcla de ternura, complicidad y picardía que solo tú sabes combinar a la perfección.

“Quiero que me comas y me arranques las ganas” – pensé mientras te masturbabas para mí y te chupabas el dedo medio provocándome, antojándome, incrementando mi libido.

-Eres mío, todo mío, y te voy a comer todito mi vida- te pones de rodillas, te acercas gateando con la espalda arqueada, contoneando la cadera y con la mirada fija en mis labios y después moviéndola hasta mi entrepierna, tus manos se deslizan por mis rodillas hasta llegar a mi entre pierna, solo para sentir que tan duro me tienes, con tus dientes bajas la bragueta de mi pantalón y con tus manos liberas mi erección tus labios rodean de caricias y tu lengua me recorre todo hasta perder de vista mi verga entrando en tu boca, chupas con fuerza y jugueteas con tu lengua, me miras y no dejas de hacerlo. Empiezas a chupar con más y más ganas.

-No vas a para hasta hacerme venir en tu boca ¿verdad baby? Sigue hasta hacerme llegar, no pares- cuando te digo esto te tomo por el cabello ayudandote con el ritmo, te masturbas, te tocas, me la chupas. Mi climax llega con mi semen dentro de tu boca y tú saboreando el más dulce de los orgasmos. Te pones un vestido y me pides que salgamos a continuar fuera del hotel, con la noche, con nuestra noche que apenas comienza.