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El Maestro Del Sadismo I

Lo empecé a seguir por una conocida red social de 160 caracteres y viendo su perfil inmediatamente me sedujo mucho la idea de su fetiche. Nunca le permití a un hombre siquiera que me golpeara la cara, pero su forma de expresarse y hacer sentir a una mujer como de su propiedad, hacía volar mi imaginación y juguetear con la idea.

Comenzamos a charlar en privado y sus peticiones dominantes eran cada vez más subidas de tono: Desde hacerme masturbar en sitios públicos, hasta mostrarle en video como extraía mi tanga del coño con su orden explícita de introducirla allí la noche anterior.

Habíamos tenido un encuentro previo donde por cuestiones mías no pude llevar la ropa que me pidió. De hecho esa ocasión, fue donde nos conocimos en persona y tuvimos un plan muy vainilla. Cine en el centro comercial Gran Estación. Algo no tan digno de recordar como el encuentro posterior…

Sábado 30 de julio de 2016

Quedamos de vernos nuevamente a las 3pm en el centro comercial Gran Estación. Me pidió que usara un diminuto vestido ajustado al cuerpo, me llevé unos tacones en punta y no llevaba ropa interior a petición suya. En principio fue demasiado incómodo para mí salir a la calle así, puesto que no soy muy fanática de los vestidos ¡Y menos tan cortos y ajustados! Tomé un taxi y en cuanto me subí las cosas fueron cambiando, el taxista me miraba de más y yo aproveché para practicar mi faceta de vagabunda… Cruzaba y luego abría las piernas enseñándole mi sexo depilado y húmedo por lo que se avecinaba.

El me escribía insistentemente, pues el trancón de la ciudad había retrasado considerablemente mi hora de llegada. Entrando en el centro comercial fui objeto de las miradas más perversas y lascivas que yo pudiese imaginar. Nerviosa le escribí y me pidió que le enviara una foto del punto donde yo estaba, al enviársela me pidió que me quedara totalmente inmóvil en ese punto con la vista fija en un lugar específico. Sentía nervios de lo que fuese a hacer, por donde iba a llegar, pero a la vez sentía que mi húmedo coño empezaba a escurrir sus fluidos a través de mis piernas.

Ansiosa y nerviosa lo espero, pensaba en lo intimidante que me resulta su mirada cuando siento su aroma, su cercanía… Me toma de la cintura y rápidamente se hace camino a mi cuello. Nos saludamos y me dice –Te ves muy puta– Empezamos a caminar y me pide que busque la forma de exhibirme sin resultar obvia. Yo atino en subir a la escalera eléctrica que nos lleva hacia el piso superior y poner un pie en el siguiente peldaño. A su lado, no sentía un ápice de temor, de vergüenza. A él le encantaba y yo de paso seguía explorando la zorra que me habitaba dentro.

Tomamos un taxi, nos dirigimos hacia las ferias, un sitio plagado de residencias para escoger. Rápidamente lleva sus dedos hacia mi coño, ya tenía premeditada la situación y por eso me pidió prescindir de mi ropa interior. El taxista logra percatarse de la situación e intenta mirar por el retrovisor. El, con una actitud posesiva, extiende su chaqueta en mis piernas lo que le impide al taxista cumplir su deseo.

–Déjame ver tu celular– Me pide. Accedo. El empieza a revisar las conversaciones que sostengo con otros en la red social –Mereces un castigo por esto…– Ya sabía que había visto, pero realmente no me importó, ya sabía de sus gustos a la hora del sexo y realmente lo sentía más como una recompensa.

Sumergida en mis pensamientos morbosos lo escucho decir exaltado: –¡De donde sacaste estas fotos!– Mierda, mierda, mierda. Sabía a qué fotos se refería y le dije sin miedo la verdad: –Cuando estuvimos en cine y compraste la comida me diste la factura de compra y allí aparecía tu nombre. Te busqué en Facebook y… extraje las fotos de allí.– Su mirada se oscureció… Yo iba a tener doble “castigo”.

Ya dentro de la habitación empecé a ver como sacaba de su maleta una fusta de cuero negra seguida por una caja de condones. –Quítame la ropa, dóblala y ponla sobre la mesa– Me dijo. Era sin duda la petición más extraña que me hubieran hecho antes de follar pero obedecí sin cuestionar.

Me acuesta en la cama, toma la fusta y empieza a rozarla con mis piernas, hasta ese momento el hecho de sentir el dolor de un golpe con un objeto de ese calibre era impensable para mí. El instinto de supervivencia me fallaba y yo solo deseaba sentir en el culo y el cuerpo entero, el escozor de cada golpe.

Lame mi sexo… roza la fusta… golpea mis piernas… me fotografía… ya en ese punto solo quería sus embestidas y su verga inundando mi cuerpo. Estaba solo en boxer y yo expectante trataba de adivinar el tamaño de su verga. –Cierra los ojos y abre la palma de tu mano– obedezco y luego de sentir rozar la fusta una vez más siento un golpe seco en mi mano derecha. –¿Quieres más?– Dame más, pensaba yo. Así pasamos unos minutos hasta que me pidió cambiar de posición de forma que mis pechos se vieran más prominentes. Siento la fusta acariciar mis tetas y de repente siento el primer impacto en ellas. El placer puede más que el dolor y suelto un delicioso gemido. La sensación de no saber qué va a pasar y de dónde iba a recibir el siguiente azote sin duda me excitaba terriblemente. Halaba mis pezones con una fuerza increíble y me azotaba las tetas:

–¿Te gusta perrita?– ­

–Si.–

–¿Si, que?–

–Si… mi señor.–

Le ponía como loco que le dijera “mi señor” y los golpes en mis ya supongo enrojecidas tetas eran cada vez más seguidos. Me pide abrir los ojos y veo ante mí, la fusta, su mirada llena de lujuria y su verga totalmente erecta. ¡Joder! Que gruesa es.

Se acuesta en la cama y me pide que le ponga el condón. Yo a esas alturas solo quería tener su magnífica verga dentro, sabía que por su tamaño me iba a doler pero la adrenalina de los golpes anteriores me hacía pensar ahora que la combinación placer-dolor sería exquisita e inolvidable…

… Cabalgo sobre él y rápidamente toma su celular para seguirme fotografiando. Me sentía totalmente sometida, no se lo impedí, la idea me llenaba de mucho morbo porque sabía que alguna de esas fotos sería añadida a su perfil de la tan conocida red social. Dándole la espalda y follando como posesa pellizcaba y golpeaba mi espalda, toma de nuevo la fusta y nuevos azotes adornan mi culo ¡sentía con cada una de sus embestidas y golpes tanto placer! Ahí estaba la mujer que siempre había dicho que, jamás se dejaría golpear “por ningún hijueputa” entregándose y dejándose castigar cual zorra… Pienso en ello y llega... Un brutal orgasmo seguido de un gemido ensordecedor… Su verga, su cuerpo, sus golpes posesivos me habían complacido en todo sentido…

Acostados y ya hablando con un poco más de cercanía me cuenta un poco de su vida y su trabajo, así como yo le cuento cosas de mi. Le revelo que no soy una mujer soltera y que tengo un hijo… No le dio demasiada importancia. –¿Así que tienes en casa un idiota que te espera? Interesante.– Sabía que él tenía nuevas ideas en mente y con el tiempo yo las averiguaría.

Nos duchamos juntos y poniéndome luego el diminuto vestido suena mi celular, era la llamada que cualquier mujer desearía no recibir en ese momento. Era mi esposo…

Continuará...

akane89

Soy mujer bisexual

visitas: 666
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2018-03-04 05:49:57
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1 Comentario

Excelente relato y forma de sacar la putica que llevas dentro. Tienes un inbox.

2018-03-05 04:01:18