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UN TRIO INESPERADO II

Regresando de un viaje de negocios, me encontré con Xime mi novia en el aeropuerto y vivimos una aventura deliciosa en un espacio tan pequeño como es el de un taxi, que ya les conté. Por obvias razones el taxista se volvió parte del programa y le tocó de voyerista, pudiendo contemplar la belleza de mi novia en todo su esplendor. Y no solo su belleza sino su arrechera.

Cuando llegamos a las goteras de la ciudad, zona de moteles, el taxista comenzó a contarnos sus aventuras con pasajeras solitarias y calientes que terminaban pidiéndoselo.

-Y miren, subiendo por esta lomita hay un sitio muy especial que no deben dejar de conocer un día de estos. Incluso hay piscina para los que les gusta departir en grupo y zonas privadas para los que quieren pasar desapercibidos. Hay bar-discoteca y unas excelentes habitaciones con yacusi y sauna. No bien lo mencionó, Xime dijo:

-¡¡¡Subamos!!!.

El hombre me miró sorprendido pero emocionado con la idea. Xime me miró de una manera que claramente me indicaba que quería algo más esa mañana.

El recorrido loma arriba era más bien corto y el lugar estaba como camuflado en un bosquesito. Llegamos y nos bajamos los tres, dejando parqueado el taxi y asegurada mi maleta de viaje. René, que así se llamaba el taxista nos presentó a la dueña del lugar, una señora mayor, con exceso de maquillaje, muy extrovertida y atenta. Llevaba un escote profundo que rebelaba una buenura aun existente a pesar de los años. Le clavó la mirada a Xime de inmediato y le dijo:

-Mamita usted está como paco, como pa´hacer cositas. Me imagino que vienen en trío…Yo me quedé en silencio y fue Xime la que dijo:

-Sí, venimos juntos.

René abrió los ojos, como quien no puede creerlo, pero disimuló y sonrió “resignado”.

Nos asignó una suite y anuncio que nos enviaría unos tragos.

-Whisky doble para nosotros y ginger para el “conductor elegido”.

Rene era un mulato de facciones no tan bruscas, que rebelaban sangre blanca por algún lado, pues era oscurito pero no negro. De pronto de uno ochenta y con un cuerpo bien proporcionado y sin barriga. De voyerista a activo, eso estaba pasando sin proponérnoslo nosotros y él sin imaginárselo.

La habitación era amplia, bien dotada, con un pequeño patiecito donde había un yacusi para cuatro. Al principio no sabíamos como qué hacer o qué decir, y fue Xime otra vez la que tomó la iniciativa y puso a llenar la tina. El negro parecía nervioso pero no le quitaba los ojos de encima a Xime, con mirada llena de deseo. Rápidamente llegaron los tragos y quedamos a solas y en silencio. Yo estaba como engatillado…

-Salud René, por el gusto de tenerlo aquí aunque no lo conozcamos. Salud doctor, me dijo y sorbió su ginger que se veía muy helada. Xime y yo nos tomamos el whisky de una.

- Qué culiada la que se pegaron bajando, eso no lo había visto nunca. Y me dejaron iniciado…, dijo mirando a Xime con lascivia.

Ella sonrió entendiendo lo que significaba y miró hacia la bragueta abultada de nuestro nuevo amigo.

-Vamos a ver qué tiene ahí, mi negro…, acercándosele y pasándole la mano por el bulto.

El trató de abrazarla, pero ella se le escurrió hábilmente. Xime fue hacia el yacusi y, después de comprobar la temperatura, decidió esperar a que se llenara un poco más. Al agacharse nos mostró intencionalmente sus hermosas piernas y pompis templaditas sin nada que las cubriera. Se dirigió hacia la salita, puso música y comenzó a desvestirse lentamente, sin quitarse sus sandalias doradas que tenían por lo menos 10 centímetros de alto.Nos quería deleitar con un striptease y, claro, jugar con René “a que te como ratón”, sabiendo yo que iba a ser el voyerista de este encuentro.

Rene aplaudió exaltado y yo lo seguí, observando entretenido la escena. Él, que estaba sentado, no sabía cómo acomodarse para no lastimarse su herramienta que se quería salir de unos pantalones un poco apretados. Tienen hasta culo grande estos costeños, pensé para mis adentros.

De pronto Xime se le fue acercando ya completamente desnuda, exhibiendo esas formas bien tonificadas y su piel morena y tersa, con mucha seguridad. Puso su pie derecho exactamente sobre la verga inflamada de Rene, ordenándole que le quitara las sandalias. Primero la una y luego la otra. Luego se sentó y nos ordenó que nos desvistiéramos. Ella miraba con sonrisa socarrona.

Los tres desnudos y nosotros con nuestras vergas al aire nos dirigimos al yacusi. Esta vez Xime abrazó por la cintura al negro René y sin remilgos le agarró la verga como midiéndosela. La mía no es pequeña pero aquella era desproporcionada. Creo que a Xime se le hacía agua la boca, o mejor, la cuquita …o mejor, el culito. Tenía sus planes. Él, muy atento, la ayudó a entrar al yacusi, aprovechando para acariciarla lascivamente por primera vez con sus manos grandes y morenas, y entró detrás de ella.Yo los seguí. El agua estaba de un tibio muy agradable. De inmediato prendimos el yacusi.

Xime me besó con pasión, como pidiendo permiso para comerse al negro y luego se dejó manosear por Rene, quien la metió entre sus piernas complacido. Era un poco más alto que yo y bastante musculoso. Tenía varios tatuajes en sus brazos y cuello. Xime se veía frágil a su lado. No era exactamente inculto pero sí bastante primario. Ella dejó que el negro la manoseara y la besara como quiso…Xime se le montaba en sus piernas pero no se dejaba penetrar por semejante taladro. Solo jugaba con él…

Después de unos minutos de manoseo y besuqueo, Xime se paró y yo la ayude a salir. Cogió una toalla muy blanca, se medio secó y se dirigió hacia la cama, con caminar provocador como invitándonos a acompañarla. También cogimos toallas y la seguimos. Retiró la manta y quedó acostada boca abajo mirándonos, contrastando su piel dorada con el blanco de las sábanas y almohadas.

Pedí otros tragos para Xime y para mí y unos sanduches para los tres, con gaseosas y mantequilla extra. Me anudé la toalla a la cintura y me senté a observar la escena, no sin antes asegurarme de que en la mesita hubiera condones extralarge. René pasó derecho a la cama, como queriendo comérsela de inmediato. Pero ella le ordenó que se pusiera en cuatro y le ordenó que recorriera toda la habitación y la salita en esa posición.

Sorpresivamente se acercó a mi ropa y tomó el cinturón. Sin más preámbulos le dio un primer fuetazo, sin que René se inmutara, y otro y otro, y el negro ahí excitadísimo. Xime se le montó a caballo y lo puso a cargarla por todos lados. Después se acostó en la espalda como si fuera a lomo de caballo y le restregaba la cuquita y las tetas sobre esta como cabalgando. Por fin me miró muerta de la risa, con una mirada dominadora que me impresionó. Se bajó y se volvió a acostar en la cama, ya sudorosa…

El negro se le lanzó nuevamente pero ella lo obligó a ir despacio y le ordenó que le chupara los pies y la besara lentamente por las piernas hasta llegar a la cuquita. Lo hizo pasar de una al vientre y luego a esos melones divinos. No se dejó lamer la cuquita. Pero ella si se tocaba provocativamente. Semejante hombronón se portaba como un perrito faldero ante el dominio de la hembra. Mi hembrita culiadora.

Luego se volteó y lo puso a besarla otra vez desde los pies hasta las nalgas, metiéndose una almohada debajo para levantar las caderas y que así Rene pudiera lamerle el culito. Eso fue un beso negro con gemidos de placer indescriptibles. El negro por fin había entendido que ella lo que quería era darle el culo solamente. Lo obligó a meterle la lengua por el ano lo más profundo que podía…, y ella se revolcaba de placer. Los voyeristas quedamos como pasmados o nos masturbamos. Yo estaba engatillado…

Hora de ponerse el condón, ordenó Xime. Y el negro buscó aceleradamente en el cajón de la mesita hasta encontrar el extralarge. Como sabía de la fantasía de Xime, previendo el dolor inicial, le sugerí a Rene que usara la mantequilla para abrirle el culito y facilitar la entrada de esa verga tan grande. Así lo hizo y primero entró un dedo y luego tres, y con movimientos dolorosos al principio, que la hacían quejarse, fue relajando el ano de mi negra hasta alcanzar un diámetro suficiente para que entrara esa verga grandísima de nuestro nuevo amigo.

Dígame cosas sucias, le exige Xime al negro. Y él ni corto ni corto ni perezoso le decía: ”abre ese culo perra que te voy a dar mondá”. Y la culiada fue a fondo cuando Xime se puso en cuatro y de verdad se portó como una perra en celo. Gemían de placer los dos y yo con mi lujurioso a punto de reventar… Entonces también me metí a la cama y me puse lejos de la verga de Rene y al alcance de la boca carnosa de Xime, que me pegó una mamada fenomenal hasta derramarme. Y los tres gemíamos de placer…

olofernes

Soy hombre heterosexual

visitas: 1342
Categoria: Tríos
Fecha de Publicación: 2018-11-01 00:47:04
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1 Comentario

excelente experiencia

2018-11-06 01:03:36

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