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Milagro De Navidad

  Las primeras horas de esa noche de Navidad eran intensamente heladas , Orlando trataba en su caminador de llegar a la habitación de su esposa en ese Asilo del adulto Mayor en donde también había sido dejada por sus hijos . Sara era una sexagenaria, y él estaba frisando los setenta y pico de años. El ocaso de sus vidas estaba presente con todos los inconvenientes propios de la edad. Abrió la puerta y se coló como un ladrón furtivo, prendió una pequeña lámpara que reposaba en su mesa de noche, estaba dormida. La contempló en silencio, su rostro un poco ajado por los años conservaba una rara belleza, su boca estaba un poco mustia y sus cabellos blancos le daban un aspecto de señorial dama. Con un susurro muy tenue  la despertó, sus ojos negros contrastaban con la blancura su tez, al ver el rostro de su anciano esposo un brillo en sus ojos apareció como un rayo de esperanza en una noche negra y tormentosa. Trató de hablar pero Orlando con una seña le pidió que guardara silencio. Estaba prohibido hacer visitas a esa hora, él era consciente que estaba  violando el Reglamento Interno, pero era Navidad y quería estar junto a la mujer que había amado toda una vida. Sara le abrió campo en su cama y Orlando se deslizó a su lado para tener más de cerca a su amada, la abrazó tiernamente y ese calor compartido no sólo les ayudo a mitigar el frío sino que los lleno de un calor intenso.

Sin querer se devolvió un poco en el tiempo, cuando ambos eran jóvenes, dos jóvenes impetuosos que se reían de la vida, dos locos enamorados que también se encontraban a escondidas para disfrutar de las delicias de una vida pasional intensa, recordó sus besos intensos, rememoró aquellas caricias locas que los llenaban de pasión y lujuria, añoro las intensas cabalgatas de amor en donde se satisfacían todos los excesos. Sara era una mujer apasionada, una hembra que día a día se esforzaba en encontrar más y más variantes en las lides del amor, él no se quedaba atrás y en su afán de conocer nuevas experiencias habían recorrido sus cuerpos buscando satisfacer todos los placeres de la carne.

Hoy la situación era muy diferente, el tiempo con su trasegar empezaba a cobrarle por ventanilla todos los excesos de la juventud y la madurez, sus cuerpos habían perdido movilidad, sus corazones fatigados ya no enviaban un flujo de sangre adecuado para irrigar todas las zonas erógenas, los atributos físicos estaban menguados, de Sara recordó esos senos turgentes  que desafiaban la gravedad  levantándose altivos ahora esos senos  se recostaban en su torso como dos grandes bolsas flácidas, sus pezones que eran de un rojo carmesí ahora estaban casi de color caramelo y aunque seguían siendo grandes habían perdido esa capacidad de ponerse erectos ante una excitación táctil o visual, y Orlando había perdido lo más importante en la parte sexual de un hombre, una disfunción eréctil que le impedía mantener una erección  adecuada, su musculatura se había perdido y la falta de ejercicio había dejado sus huesos cubiertos con una pequeña cantidad de masa muscular que le daba un aspecto esquelético.

Sara al sentir su compañía sacó fuerzas y lo abrazó contra su pecho, Orlando sintió como su corazón se aceleraba un poco y se sintió agradecidos porque se dio cuenta que a pesar de la dificultad física todavía su presencia lo hacía latir un poco más fuerte, quiso besarla pero sus labios tropezaron con  una pequeña manguera   que le llevaba el suministro de oxígeno a sus debilitados pulmones. Sara a sabiendas que podía fatigarse se quitó la manguera y Orlando pudo posar sus labios mustios en la boca de Sara, fue un beso diferente, un roce de dos bocas cansadas y de unos labios resecos, pero era una muestra de cariño muy grande. Orlando trato de pasar su pierna por encima del cuerpo de Sara pero el peso de las cobijas era grande y para él era una dificultad penosa pues no podía hacer esfuerzos físicos y esas cobijas pesaban mucho. Sara sin embargo le ayudo a manipular las cobijas para dejarle un espacio adecuado y tratar de recibir alguna caricia oral en su cuerpo. Orlando acarició esos senos casi caídos, como pudo acercó sus labios a esos pezones adormecidos y succionándolos con suavidad empezó a besarlos, lo creía una causa perdida pero para su sorpresa una leve erección de los mismos lo animó a seguir adelante. Para aumentar su dicha un ligero cosquilleo empezó a invadir su bajo vientre, era un inicio de una erección ..? Orlando había tomado a escondidas una pastilla potenciadora sin tener en cuenta prescripciones de ninguna índole, quería probar si los medicamentos que ayudaban así fuera momentáneamente  a tener una erección servían de algo, el resultado parecía que lo confirmaba pues además del fármaco necesitaba un estímulo sexual y ese estímulo era el amor a Sara.

Las cobijas fueron rodando a lado y lado de la cama por los esfuerzos de los dos amantes para tener un mejor contacto, Sara sentía que su vagina empezaba a secretar pequeñas cantidades de lubricante que humedecían su vagina, Orlando notaba que la erección iba aumentando gradualmente, el frío de esa noche decembrina se iba disipando frente al calor interno que emanaba de sus cuerpos. Las manos temblorosas de Orlando buscaron el sexo de Sara, su pubis estaba cubierto por una porción pequeña de pubescencia que casi le daba el aspecto de un pubis depilado, buscando a ciegas debajo de las cobijas encontró la abertura de esa vagina tan añorada, estaba un poquito húmeda, metió su dedo y empapó su punta con ese efluvio y lo llevó a la boca, hacía tanto tiempo no probaba ese delicioso néctar vaginal, lo probó una y otra vez, como un buen catador trata de capturar todas las propiedades organolépticas de un buen vino, quizás esas sensaciones ayudaron  a una mejoría en su erección , el fármaco y el gran estímulo sexual estaba surtiendo efecto, se sintió feliz y creyó que su odisea tendría un final feliz. Haciendo otro esfuerzo logro levantar la gruesa cobija para dejar al descubierto las piernas de Sara, ella entendió el mensaje y ayudándose con los pies deslizó la gruesa cobija a la parte baja de la cama, con sus manos se levantó la falda de su bata de dormir abrió las piernas , Orlando trataba de encontrar la gruta de entrada a esa vagina que tanto añoraba, al fin lo pudo conseguir y con su lengua recogió los pocos fluidos vaginales de Sara, era un buen síntoma , tal vez con ayuda de su saliva podría proporcionar una buena lubricación, pero… se puso a pensar qué iba a meter si su pene flácido no tenía todavía la dureza que le permitiera una adecuada penetración…bueno tendría que ser optimista…Sara por su parte sintió esa lengua inquieta y una excitación empezó a invadir su cuerpo…era tenue pero iba creciendo poco a poco…cuán diferente cuando era joven  la sola presencia de su amor la hacía estremecer de pies a cabeza y una lubricación dejaba su vagina húmeda y lista para recibir el miembro de su amado…Orlando se sintió asfixiado, la posición de su cuerpo, la deficiencia de sus pulmones empezaba a hacer mella en su respiración, tomó un ligero descansó, de pronto sintió una energía adicional, algo desde su interior potenciaba sus fuerzas exánimes, Sara hacía también un esfuerzo adicional para gozar de ese placer que trataba de darle Orlando, tal vez fue esa suma de energías, posiblemente la sinergia de dos seres que se amaban sirvió para que Orlando lograra una erección firme y Sara sintiera en sus entrañas una excitación extra que la acercara a un orgasmo. Ahí surgió lo inexplicable… un orgasmo simultáneo, pero no fue un orgasmo explosivo sino un orgasmo atenuado, la eyaculación de Orlando fue realmente  poca en cantidad pero placentera en calidad, no hubo una expulsión de semen violenta sino una descarga lenta pero placentera, Sara por su parte también sintió una sensación extraña, sintió el clímax del placer pero no en una subida súbita sino un ascenso por etapas que lo hizo más placentero. Los dos llegaron a ese punto que todos buscamos … un encuentro simultáneo en el punto más alto del placer, ese pico esquivo para muchas parejas pero que esa noche se hizo una realidad tangible para esa pareja de amantes otoñales . Orlando y Sara se abrazaron, él consciente del esfuerzo se bajó rápido, Sara descansó y luego tal vez por el esfuerzo  realizado y el sueño se quedó dormida, una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro , Orlando la arropó con cariño, la besó tiernamente en la frente y abandonó el cuarto, se fue como había llegado silenciosamente pero en su interior dando gracias a Dios por esa noche maravillosa en la que le habían dado el mejor regalo de su vida, definitivamente estaba convencido que había sido un milagro de Navidad.

oscar-eduardo

Soy hombre heterosexual

visitas: 1047
Categoria: Sexo con maduras
Fecha de Publicación: 2016-12-30 17:04:25
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1 Comentario

Qué buen escrito, se siente verdaderamente autentico, es tierno y morboso excelente. Qué buena historia, me gustaría seguir leyendo de Orlando y Sara, por cierto un beso para ella, me encantaría conocerla.

2017-09-13 01:00:04