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Mi primera salida (segunda parte)

Despuès de semejante teterado de leche espesa y delciciosa en mi boca, me la traguè toda. El chico cayò en un sofà rendido. Yo me levante y me fuì al baño. Gloria se me acercò. "Vanesa, wow, que chupada le diste al tipo" "Fue maravilloso", le dije a Gloria. Nunca habìa sentido un pene que explotara de esa forma. Nos reimos. Entrò una pareja, ambos en toalla. La chica, de unos treinta años y trozudita, se dirigiò a orinar, mientras el tipo, un hombre maduro, de unos 45 años, dirigiò su mirada hacia mi. Su verga estaba erecta. Yo lo miraba a travès del espejo mientras me arreglaba el maquillaje. La chica saliò del baño y notò la curiosidad del caballero. Hablaron por un momento en susurros, y salieron a la pista a bailar un merengue. Gloria y yo nos miramos. "El tipo quiere Vanesa".

Salimos a bailar Gloria y yo. En la pistael cuarenton con la chica tozud. Me decidì, y me les acerquè. “Hola muñeca, alcanzò a decir el hombre. La chica me saludò con la mano. Me ofrecieron un trago, luego otro y otro, y empecé a sentirme mareada. Pero al tiempo era una sensación palcentera. De un momento a otro estaba en un cuarto, con la pareja, la chica trozuda chupándomela, y yo chupándosela al caballero. Tenìa un miembro grande y unas bolas de toro. Yo solo querìa sacar la leche de semejante mounstro. El caballero me cogió or la cintura, me subió a sus piernas, con su pene de 22 centímetros erecto, busco mi anito, y me lo metió por el sin compasión. Yo sentí como se me desgarraba el culito. De nuevo la sensación placer- dolor pero esta vez era màs intensa. El tipo era un profesional. Aumentaba poco a poco la velocidad, llegaba al climax y disminuìa la frecuencia de sus movimientos. No lo había notado, por los tragos y el infinito placer de semejante chisme dentro de mi , pero Gloria y la mujer trozuda estaban en un “arepeo” d elos mil demonios. Gloria le besaba las tetas, le metìa uno, dos, tres deditos por el culiito a la chica, le chupaba con agresividad la vagina, y luego de un largo rato de hacerle oral a la chica, esta se vino. Soltò una exclamación, un gemido que se ahogò en su garganta y terminò con la respiración jadeante, y como si todo hubiera terminado o desaparecido a su alrededor.

Gloria se me acercó. “Te dije que hoy nos comeríamos, hermosa”, y puso su vagina en mi boca, yo en cuatro patas, mientras el caballero seguía dándome bien duro. Yo sentía semejante verga, venosa, gruesa adentro. Me movìa duro, y yo trataba de hacerle oral a Gloria, una chica blanca, de cabello castaño, de unos ojos miel, un cuerpo normal, pero con ciertas curvas que me excitaban. Eramos amigas desde muy jóvenes, compañeras del colegio. Ella notò mi gusto por los hombres, ella sabìa que quería que me comiera el profesor de física, un estudiante universitario triplepapito, como decíamos en aquella época. A veces se ponìa una lycra, y se le marcaba todo, “todo”. Gloria y yo disimulábamos, pero no podíamos resistirnos ver semejante miembro, visión precarizada por la tela e la lycra. Diego, se llamaba, y era heterosexual , pero sabìa que yo e a gay y que Gloria ya daba muestras de lesbianismo. En una despedida del olegio, tal vez en noveno, yo con 16 años, al igual que Gloria, Diego se tomò unos tragos y se fue al baño. “Vamos – dijo Gloria”. Nos entramos calladitas, con pies de plomo. Estaba en un baño orinando. No podía verlo, pero su miembro parecía grande. Yo no resistì y le mandè la mano. El se sorprendió un poco, se retirò a un lado, todavía con la verga en la mano y viò a Gloria. Gloria sonrio, se agachò lentamente y comenzó a chupárselo al profesor. Este no hizo nada, solo se dejó llevar. Gloria parò un momento y dirigió su mano hacia el pene de Diego, como ofreciéndomelo. El ni cuenta se diò. Empecè a chupárselo, bien suave, como un delicioso cono. “Hay, granhijueputa, que rico lo mamas” dijo mientras yo seguía. Para mi era un manjar, sentir esa verga humeda en mi boca, esos jugos, esas gotitas de semen, sus espasmos. Gloria se reìa, y yo me sentía toda una puta. Cuando el rpofesor se vino, Gloria y yo recibimos su leche, ambas, y nos besamos, lamièndonos el semes en nuestras bocas. Gloria era una vacàn. Sus padres estudiaban, y su abuela difícilmente la disciplinaba. Desde muy pequeña Gloria daba muetras de que iba a ser bien puta. Desde los diez años hacìa orgias en su cuarto, mientras su abuela hacia el rosario. Luego descubrió a las mujeres, desde los trece, y me inivitaba a trios. Yo los disfrutaba, pero querìa hombres. Ella lo entendia y desde los quince empecé el proceso de transformación apoyada por ella. Me maquillaba, en secreto por supuesto, me ponìa su ropa, sus tangas, sus medias y sus zapatos. No se como, pero consiguió un dildo y me daba por el culito con èl. Un dìa me dijo “Desde hoy seràs Vanesa. Ese nombre es bien de zorra” y soltò la carcajada. Unos años mas adelante me presentò chicos gay, cacorros, transexuales, lesbianas, todo un zoológico pansexual que isfrutè mucho. Ahora estábamos en ese bar swinger, yo haciéndole un oral a Gloria, mientras el caballero maduro me desfloraba de nuevo mi “vagina”. La chica trozuda se masturbaba, y la puerta del cuerto no dejaba de soanr, de chiccos que golpeaban queriendo entrar.

No resistì màs, sentí coo mis bolas se calentaban, mi pene se ponìa erecto, y solo con un poco estimulación, tuve un orgasmo explosivo. Yo jadeaba, y cuando terminè de eyacular, puse mi cabeza sobre la almohada extenuada. Sin embargo el caballero prosiguò hasta que se corrió. Sentì su semen dentro de mi, por supuesto me haìa cogido con condón.

Nos vestimos, los cuatro y salimos a la discoteca. Varios tipos esperaban a ver si les dabamso algo. La verdad estaba cansada. Bailamos un rato y luego para la casa. Esa noche dormí relajada.

Despuès de semejante teterado de leche espesa y delciciosa en mi boca, me la traguè toda. El chico cayò en un sofà rendido. Yo me levante y me fuì al baño. Gloria se me acercò. "Vanesa, wow, que chupada le diste al tipo" "Fue maravilloso", le dije a Gloria. Nunca habìa sentido un pene que explotara de esa forma. Nos reimos. Entrò una pareja, ambos en toalla. La chica, de unos treinta años y trozudita, se dirigiò a orinar, mientras el tipo, un hombre maduro, de unos 45 años, dirigiò su mirada hacia mi. Su verga estaba erecta. Yo lo miraba a travès del espejo mientras me arreglaba el maquillaje. La chica saliò del baño y notò la curiosidad del caballero. Hablaron por un momento en susurros, y salieron a la pista a bailar un merengue. Gloria y yo nos miramos. "El tipo quiere Vanesa".

Salimos a bailar Gloria y yo. En la pistael cuarenton con la chica tozud. Me decidì, y me les acerquè. “Hola muñeca, alcanzò a decir el hombre. La chica me saludò con la mano. Me ofrecieron un trago, luego otro y otro, y empecé a sentirme mareada. Pero al tiempo era una sensación palcentera. De un momento a otro estaba en un cuarto, con la pareja, la chica trozuda chupándomela, y yo chupándosela al caballero. Tenìa un miembro grande y unas bolas de toro. Yo solo querìa sacar la leche de semejante mounstro. El caballero me cogió or la cintura, me subió a sus piernas, con su pene de 22 centímetros erecto, busco mi anito, y me lo metió por el sin compasión. Yo sentí como se me desgarraba el culito. De nuevo la sensación placer- dolor pero esta vez era màs intensa. El tipo era un profesional. Aumentaba poco a poco la velocidad, llegaba al climax y disminuìa la frecuencia de sus movimientos. No lo había notado, por los tragos y el infinito placer de semejante chisme dentro de mi , pero Gloria y la mujer trozuda estaban en un “arepeo” d elos mil demonios. Gloria le besaba las tetas, le metìa uno, dos, tres deditos por el culiito a la chica, le chupaba con agresividad la vagina, y luego de un largo rato de hacerle oral a la chica, esta se vino. Soltò una exclamación, un gemido que se ahogò en su garganta y terminò con la respiración jadeante, y como si todo hubiera terminado o desaparecido a su alrededor.

Gloria se me acercó. “Te dije que hoy nos comeríamos, hermosa”, y puso su vagina en mi boca, yo en cuatro patas, mientras el caballero seguía dándome bien duro. Yo sentía semejante verga, venosa, gruesa adentro. Me movìa duro, y yo trataba de hacerle oral a Gloria, una chica blanca, de cabello castaño, de unos ojos miel, un cuerpo normal, pero con ciertas curvas que me excitaban. Eramos amigas desde muy jóvenes, compañeras del colegio. Ella notò mi gusto por los hombres, ella sabìa que quería que me comiera el profesor de física, un estudiante universitario triplepapito, como decíamos en aquella época. A veces se ponìa una lycra, y se le marcaba todo, “todo”. Gloria y yo disimulábamos, pero no podíamos resistirnos ver semejante miembro, visión precarizada por la tela e la lycra. Diego, se llamaba, y era heterosexual , pero sabìa que yo e a gay y que Gloria ya daba muestras de lesbianismo. En una despedida del olegio, tal vez en noveno, yo con 16 años, al igual que Gloria, Diego se tomò unos tragos y se fue al baño. “Vamos – dijo Gloria”. Nos entramos calladitas, con pies de plomo. Estaba en un baño orinando. No podía verlo, pero su miembro parecía grande. Yo no resistì y le mandè la mano. El se sorprendió un poco, se retirò a un lado, todavía con la verga en la mano y viò a Gloria. Gloria sonrio, se agachò lentamente y comenzó a chupárselo al profesor. Este no hizo nada, solo se dejó llevar. Gloria parò un momento y dirigió su mano hacia el pene de Diego, como ofreciéndomelo. El ni cuenta se diò. Empecè a chupárselo, bien suave, como un delicioso cono. “Hay, granhijueputa, que rico lo mamas” dijo mientras yo seguía. Para mi era un manjar, sentir esa verga humeda en mi boca, esos jugos, esas gotitas de semen, sus espasmos. Gloria se reìa, y yo me sentía toda una puta. Cuando el rpofesor se vino, Gloria y yo recibimos su leche, ambas, y nos besamos, lamièndonos el semes en nuestras bocas. Gloria era una vacàn. Sus padres estudiaban, y su abuela difícilmente la disciplinaba. Desde muy pequeña Gloria daba muetras de que iba a ser bien puta. Desde los diez años hacìa orgias en su cuarto, mientras su abuela hacia el rosario. Luego descubrió a las mujeres, desde los trece, y me inivitaba a trios. Yo los disfrutaba, pero querìa hombres. Ella lo entendia y desde los quince empecé el proceso de transformación apoyada por ella. Me maquillaba, en secreto por supuesto, me ponìa su ropa, sus tangas, sus medias y sus zapatos. No se como, pero consiguió un dildo y me daba por el culito con èl. Un dìa me dijo “Desde hoy seràs Vanesa. Ese nombre es bien de zorra” y soltò la carcajada. Unos años mas adelante me presentò chicos gay, cacorros, transexuales, lesbianas, todo un zoológico pansexual que isfrutè mucho. Ahora estábamos en ese bar swinger, yo haciéndole un oral a Gloria, mientras el caballero maduro me desfloraba de nuevo mi “vagina”. La chica trozuda se masturbaba, y la puerta del cuerto no dejaba de soanr, de chiccos que golpeaban queriendo entrar.

No resistì màs, sentí coo mis bolas se calentaban, mi pene se ponìa erecto, y solo con un poco estimulación, tuve un orgasmo explosivo. Yo jadeaba, y cuando terminè de eyacular, puse mi cabeza sobre la almohada extenuada. Sin embargo el caballero prosiguò hasta que se corrió. Sentì su semen dentro de mi, por supuesto me haìa cogido con condón.

Nos vestimos, los cuatro y salimos a la discoteca. Varios tipos esperaban a ver si les dabamso algo. La verdad estaba cansada. Bailamos un rato y luego para la casa. Esa noche dormí relajada.

Despuès de semejante teterado de leche espesa y delciciosa en mi boca, me la traguè toda. El chico cayò en un sofà rendido. Yo me levante y me fuì al baño. Gloria se me acercò. "Vanesa, wow, que chupada le diste al tipo" "Fue maravilloso", le dije a Gloria. Nunca habìa sentido un pene que explotara de esa forma. Nos reimos. Entrò una pareja, ambos en toalla. La chica, de unos treinta años y trozudita, se dirigiò a orinar, mientras el tipo, un hombre maduro, de unos 45 años, dirigiò su mirada hacia mi. Su verga estaba erecta. Yo lo miraba a travès del espejo mientras me arreglaba el maquillaje. La chica saliò del baño y notò la curiosidad del caballero. Hablaron por un momento en susurros, y salieron a la pista a bailar un merengue. Gloria y yo nos miramos. "El tipo quiere Vanesa".

Salimos a bailar Gloria y yo. En la pistael cuarenton con la chica tozud. Me decidì, y me les acerquè. “Hola muñeca, alcanzò a decir el hombre. La chica me saludò con la mano. Me ofrecieron un trago, luego otro y otro, y empecé a sentirme mareada. Pero al tiempo era una sensación palcentera. De un momento a otro estaba en un cuarto, con la pareja, la chica trozuda chupándomela, y yo chupándosela al caballero. Tenìa un miembro grande y unas bolas de toro. Yo solo querìa sacar la leche de semejante mounstro. El caballero me cogió or la cintura, me subió a sus piernas, con su pene de 22 centímetros erecto, busco mi anito, y me lo metió por el sin compasión. Yo sentí como se me desgarraba el culito. De nuevo la sensación placer- dolor pero esta vez era màs intensa. El tipo era un profesional. Aumentaba poco a poco la velocidad, llegaba al climax y disminuìa la frecuencia de sus movimientos. No lo había notado, por los tragos y el infinito placer de semejante chisme dentro de mi , pero Gloria y la mujer trozuda estaban en un “arepeo” d elos mil demonios. Gloria le besaba las tetas, le metìa uno, dos, tres deditos por el culiito a la chica, le chupaba con agresividad la vagina, y luego de un largo rato de hacerle oral a la chica, esta se vino. Soltò una exclamación, un gemido que se ahogò en su garganta y terminò con la respiración jadeante, y como si todo hubiera terminado o desaparecido a su alrededor.

Gloria se me acercó. “Te dije que hoy nos comeríamos, hermosa”, y puso su vagina en mi boca, yo en cuatro patas, mientras el caballero seguía dándome bien duro. Yo sentía semejante verga, venosa, gruesa adentro. Me movìa duro, y yo trataba de hacerle oral a Gloria, una chica blanca, de cabello castaño, de unos ojos miel, un cuerpo normal, pero con ciertas curvas que me excitaban. Eramos amigas desde muy jóvenes, compañeras del colegio. Ella notò mi gusto por los hombres, ella sabìa que quería que me comiera el profesor de física, un estudiante universitario triplepapito, como decíamos en aquella época. A veces se ponìa una lycra, y se le marcaba todo, “todo”. Gloria y yo disimulábamos, pero no podíamos resistirnos ver semejante miembro, visión precarizada por la tela e la lycra. Diego, se llamaba, y era heterosexual , pero sabìa que yo e a gay y que Gloria ya daba muestras de lesbianismo. En una despedida del olegio, tal vez en noveno, yo con 16 años, al igual que Gloria, Diego se tomò unos tragos y se fue al baño. “Vamos – dijo Gloria”. Nos entramos calladitas, con pies de plomo. Estaba en un baño orinando. No podía verlo, pero su miembro parecía grande. Yo no resistì y le mandè la mano. El se sorprendió un poco, se retirò a un lado, todavía con la verga en la mano y viò a Gloria. Gloria sonrio, se agachò lentamente y comenzó a chupárselo al profesor. Este no hizo nada, solo se dejó llevar. Gloria parò un momento y dirigió su mano hacia el pene de Diego, como ofreciéndomelo. El ni cuenta se diò. Empecè a chupárselo, bien suave, como un delicioso cono. “Hay, granhijueputa, que rico lo mamas” dijo mientras yo seguía. Para mi era un manjar, sentir esa verga humeda en mi boca, esos jugos, esas gotitas de semen, sus espasmos. Gloria se reìa, y yo me sentía toda una puta. Cuando el rpofesor se vino, Gloria y yo recibimos su leche, ambas, y nos besamos, lamièndonos el semes en nuestras bocas. Gloria era una vacàn. Sus padres estudiaban, y su abuela difícilmente la disciplinaba. Desde muy pequeña Gloria daba muetras de que iba a ser bien puta. Desde los diez años hacìa orgias en su cuarto, mientras su abuela hacia el rosario. Luego descubrió a las mujeres, desde los trece, y me inivitaba a trios. Yo los disfrutaba, pero querìa hombres. Ella lo entendia y desde los quince empecé el proceso de transformación apoyada por ella. Me maquillaba, en secreto por supuesto, me ponìa su ropa, sus tangas, sus medias y sus zapatos. No se como, pero consiguió un dildo y me daba por el culito con èl. Un dìa me dijo “Desde hoy seràs Vanesa. Ese nombre es bien de zorra” y soltò la carcajada. Unos años mas adelante me presentò chicos gay, cacorros, transexuales, lesbianas, todo un zoológico pansexual que isfrutè mucho. Ahora estábamos en ese bar swinger, yo haciéndole un oral a Gloria, mientras el caballero maduro me desfloraba de nuevo mi “vagina”. La chica trozuda se masturbaba, y la puerta del cuerto no dejaba de soanr, de chiccos que golpeaban queriendo entrar.

No resistì màs, sentí coo mis bolas se calentaban, mi pene se ponìa erecto, y solo con un poco estimulación, tuve un orgasmo explosivo. Yo jadeaba, y cuando terminè de eyacular, puse mi cabeza sobre la almohada extenuada. Sin embargo el caballero prosiguò hasta que se corrió. Sentì su semen dentro de mi, por supuesto me haìa cogido con condón.

Nos vestimos, los cuatro y salimos a la discoteca. Varios tipos esperaban a ver si les dabamso algo. La verdad estaba cansada. Bailamos un rato y luego para la casa. Esa noche dormí relajada.

Despuès de semejante teterado de leche espesa y delciciosa en mi boca, me la traguè toda. El chico cayò en un sofà rendido. Yo me levante y me fuì al baño. Gloria se me acercò. "Vanesa, wow, que chupada le diste al tipo" "Fue maravilloso", le dije a Gloria. Nunca habìa sentido un pene que explotara de esa forma. Nos reimos. Entrò una pareja, ambos en toalla. La chica, de unos treinta años y trozudita, se dirigiò a orinar, mientras el tipo, un hombre maduro, de unos 45 años, dirigiò su mirada hacia mi. Su verga estaba erecta. Yo lo miraba a travès del espejo mientras me arreglaba el maquillaje. La chica saliò del baño y notò la curiosidad del caballero. Hablaron por un momento en susurros, y salieron a la pista a bailar un merengue. Gloria y yo nos miramos. "El tipo quiere Vanesa".

Salimos a bailar Gloria y yo. En la pistael cuarenton con la chica tozud. Me decidì, y me les acerquè. “Hola muñeca, alcanzò a decir el hombre. La chica me saludò con la mano. Me ofrecieron un trago, luego otro y otro, y empecé a sentirme mareada. Pero al tiempo era una sensación palcentera. De un momento a otro estaba en un cuarto, con la pareja, la chica trozuda chupándomela, y yo chupándosela al caballero. Tenìa un miembro grande y unas bolas de toro. Yo solo querìa sacar la leche de semejante mounstro. El caballero me cogió or la cintura, me subió a sus piernas, con su pene de 22 centímetros erecto, busco mi anito, y me lo metió por el sin compasión. Yo sentí como se me desgarraba el culito. De nuevo la sensación placer- dolor pero esta vez era màs intensa. El tipo era un profesional. Aumentaba poco a poco la velocidad, llegaba al climax y disminuìa la frecuencia de sus movimientos. No lo había notado, por los tragos y el infinito placer de semejante chisme dentro de mi , pero Gloria y la mujer trozuda estaban en un “arepeo” d elos mil demonios. Gloria le besaba las tetas, le metìa uno, dos, tres deditos por el culiito a la chica, le chupaba con agresividad la vagina, y luego de un largo rato de hacerle oral a la chica, esta se vino. Soltò una exclamación, un gemido que se ahogò en su garganta y terminò con la respiración jadeante, y como si todo hubiera terminado o desaparecido a su alrededor.

Gloria se me acercó. “Te dije que hoy nos comeríamos, hermosa”, y puso su vagina en mi boca, yo en cuatro patas, mientras el caballero seguía dándome bien duro. Yo sentía semejante verga, venosa, gruesa adentro. Me movìa duro, y yo trataba de hacerle oral a Gloria, una chica blanca, de cabello castaño, de unos ojos miel, un cuerpo normal, pero con ciertas curvas que me excitaban. Eramos amigas desde muy jóvenes, compañeras del colegio. Ella notò mi gusto por los hombres, ella sabìa que quería que me comiera el profesor de física, un estudiante universitario triplepapito, como decíamos en aquella época. A veces se ponìa una lycra, y se le marcaba todo, “todo”. Gloria y yo disimulábamos, pero no podíamos resistirnos ver semejante miembro, visión precarizada por la tela e la lycra. Diego, se llamaba, y era heterosexual , pero sabìa que yo e a gay y que Gloria ya daba muestras de lesbianismo. En una despedida del olegio, tal vez en noveno, yo con 16 años, al igual que Gloria, Diego se tomò unos tragos y se fue al baño. “Vamos – dijo Gloria”. Nos entramos calladitas, con pies de plomo. Estaba en un baño orinando. No podía verlo, pero su miembro parecía grande. Yo no resistì y le mandè la mano. El se sorprendió un poco, se retirò a un lado, todavía con la verga en la mano y viò a Gloria. Gloria sonrio, se agachò lentamente y comenzó a chupárselo al profesor. Este no hizo nada, solo se dejó llevar. Gloria parò un momento y dirigió su mano hacia el pene de Diego, como ofreciéndomelo. El ni cuenta se diò. Empecè a chupárselo, bien suave, como un delicioso cono. “Hay, granhijueputa, que rico lo mamas” dijo mientras yo seguía. Para mi era un manjar, sentir esa verga humeda en mi boca, esos jugos, esas gotitas de semen, sus espasmos. Gloria se reìa, y yo me sentía toda una puta. Cuando el rpofesor se vino, Gloria y yo recibimos su leche, ambas, y nos besamos, lamièndonos el semes en nuestras bocas. Gloria era una vacàn. Sus padres estudiaban, y su abuela difícilmente la disciplinaba. Desde muy pequeña Gloria daba muetras de que iba a ser bien puta. Desde los diez años hacìa orgias en su cuarto, mientras su abuela hacia el rosario. Luego descubrió a las mujeres, desde los trece, y me inivitaba a trios. Yo los disfrutaba, pero querìa hombres. Ella lo entendia y desde los quince empecé el proceso de transformación apoyada por ella. Me maquillaba, en secreto por supuesto, me ponìa su ropa, sus tangas, sus medias y sus zapatos. No se como, pero consiguió un dildo y me daba por el culito con èl. Un dìa me dijo “Desde hoy seràs Vanesa. Ese nombre es bien de zorra” y soltò la carcajada. Unos años mas adelante me presentò chicos gay, cacorros, transexuales, lesbianas, todo un zoológico pansexual que isfrutè mucho. Ahora estábamos en ese bar swinger, yo haciéndole un oral a Gloria, mientras el caballero maduro me desfloraba de nuevo mi “vagina”. La chica trozuda se masturbaba, y la puerta del cuerto no dejaba de soanr, de chiccos que golpeaban queriendo entrar.

No resistì màs, sentí coo mis bolas se calentaban, mi pene se ponìa erecto, y solo con un poco estimulación, tuve un orgasmo explosivo. Yo jadeaba, y cuando terminè de eyacular, puse mi cabeza sobre la almohada extenuada. Sin embargo el caballero prosiguò hasta que se corrió. Sentì su semen dentro de mi, por supuesto me haìa cogido con condón.

Nos vestimos, los cuatro y salimos a la discoteca. Varios tipos esperaban a ver si les dabamso algo. La verdad estaba cansada. Bailamos un rato y luego para la casa. Esa noche dormí relajada.

Despuès de semejante teterado de leche espesa y delciciosa en mi boca, me la traguè toda. El chico cayò en un sofà rendido. Yo me levante y me fuì al baño. Gloria se me acercò. "Vanesa, wow, que chupada le diste al tipo" "Fue maravilloso", le dije a Gloria. Nunca habìa sentido un pene que explotara de esa forma. Nos reimos. Entrò una pareja, ambos en toalla. La chica, de unos treinta años y trozudita, se dirigiò a orinar, mientras el tipo, un hombre maduro, de unos 45 años, dirigiò su mirada hacia mi. Su verga estaba erecta. Yo lo miraba a travès del espejo mientras me arreglaba el maquillaje. La chica saliò del baño y notò la curiosidad del caballero. Hablaron por un momento en susurros, y salieron a la pista a bailar un merengue. Gloria y yo nos miramos. "El tipo quiere Vanesa".

Salimos a bailar Gloria y yo. En la pistael cuarenton con la chica tozud. Me decidì, y me les acerquè. “Hola muñeca, alcanzò a decir el hombre. La chica me saludò con la mano. Me ofrecieron un trago, luego otro y otro, y empecé a sentirme mareada. Pero al tiempo era una sensación palcentera. De un momento a otro estaba en un cuarto, con la pareja, la chica trozuda chupándomela, y yo chupándosela al caballero. Tenìa un miembro grande y unas bolas de toro. Yo solo querìa sacar la leche de semejante mounstro. El caballero me cogió or la cintura, me subió a sus piernas, con su pene de 22 centímetros erecto, busco mi anito, y me lo metió por el sin compasión. Yo sentí como se me desgarraba el culito. De nuevo la sensación placer- dolor pero esta vez era màs intensa. El tipo era un profesional. Aumentaba poco a poco la velocidad, llegaba al climax y disminuìa la frecuencia de sus movimientos. No lo había notado, por los tragos y el infinito placer de semejante chisme dentro de mi , pero Gloria y la mujer trozuda estaban en un “arepeo” d elos mil demonios. Gloria le besaba las tetas, le metìa uno, dos, tres deditos por el culiito a la chica, le chupaba con agresividad la vagina, y luego de un largo rato de hacerle oral a la chica, esta se vino. Soltò una exclamación, un gemido que se ahogò en su garganta y terminò con la respiración jadeante, y como si todo hubiera terminado o desaparecido a su alrededor.

Gloria se me acercó. “Te dije que hoy nos comeríamos, hermosa”, y puso su vagina en mi boca, yo en cuatro patas, mientras el caballero seguía dándome bien duro. Yo sentía semejante verga, venosa, gruesa adentro. Me movìa duro, y yo trataba de hacerle oral a Gloria, una chica blanca, de cabello castaño, de unos ojos miel, un cuerpo normal, pero con ciertas curvas que me excitaban. Eramos amigas desde muy jóvenes, compañeras del colegio. Ella notò mi gusto por los hombres, ella sabìa que quería que me comiera el profesor de física, un estudiante universitario triplepapito, como decíamos en aquella época. A veces se ponìa una lycra, y se le marcaba todo, “todo”. Gloria y yo disimulábamos, pero no podíamos resistirnos ver semejante miembro, visión precarizada por la tela e la lycra. Diego, se llamaba, y era heterosexual , pero sabìa que yo e a gay y que Gloria ya daba muestras de lesbianismo. En una despedida del olegio, tal vez en noveno, yo con 16 años, al igual que Gloria, Diego se tomò unos tragos y se fue al baño. “Vamos – dijo Gloria”. Nos entramos calladitas, con pies de plomo. Estaba en un baño orinando. No podía verlo, pero su miembro parecía grande. Yo no resistì y le mandè la mano. El se sorprendió un poco, se retirò a un lado, todavía con la verga en la mano y viò a Gloria. Gloria sonrio, se agachò lentamente y comenzó a chupárselo al profesor. Este no hizo nada, solo se dejó llevar. Gloria parò un momento y dirigió su mano hacia el pene de Diego, como ofreciéndomelo. El ni cuenta se diò. Empecè a chupárselo, bien suave, como un delicioso cono. “Hay, granhijueputa, que rico lo mamas” dijo mientras yo seguía. Para mi era un manjar, sentir esa verga humeda en mi boca, esos jugos, esas gotitas de semen, sus espasmos. Gloria se reìa, y yo me sentía toda una puta. Cuando el rpofesor se vino, Gloria y yo recibimos su leche, ambas, y nos besamos, lamièndonos el semes en nuestras bocas. Gloria era una vacàn. Sus padres estudiaban, y su abuela difícilmente la disciplinaba. Desde muy pequeña Gloria daba muetras de que iba a ser bien puta. Desde los diez años hacìa orgias en su cuarto, mientras su abuela hacia el rosario. Luego descubrió a las mujeres, desde los trece, y me inivitaba a trios. Yo los disfrutaba, pero querìa hombres. Ella lo entendia y desde los quince empecé el proceso de transformación apoyada por ella. Me maquillaba, en secreto por supuesto, me ponìa su ropa, sus tangas, sus medias y sus zapatos. No se como, pero consiguió un dildo y me daba por el culito con èl. Un dìa me dijo “Desde hoy seràs Vanesa. Ese nombre es bien de zorra” y soltò la carcajada. Unos años mas adelante me presentò chicos gay, cacorros, transexuales, lesbianas, todo un zoológico pansexual que isfrutè mucho. Ahora estábamos en ese bar swinger, yo haciéndole un oral a Gloria, mientras el caballero maduro me desfloraba de nuevo mi “vagina”. La chica trozuda se masturbaba, y la puerta del cuerto no dejaba de soanr, de chiccos que golpeaban queriendo entrar.

No resistì màs, sentí coo mis bolas se calentaban, mi pene se ponìa erecto, y solo con un poco estimulación, tuve un orgasmo explosivo. Yo jadeaba, y cuando terminè de eyacular, puse mi cabeza sobre la almohada extenuada. Sin embargo el caballero prosiguò hasta que se corrió. Sentì su semen dentro de mi, por supuesto me haìa cogido con condón.

Nos vestimos, los cuatro,  y salimos a la discoteca. Varios tipos esperaban a ver si les dabamso algo. La verdad estaba cansada. Bailamos un rato y luego para la casa. Esa noche dormí relajada.

vanesahott78

Soy transexual, transito por el género

visitas: 1557
Categoria: Transexuales
Fecha de Publicación: 2019-08-02 18:55:57
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