Amarantha era una muchacha hippie muy sucia. Leía las cartas del tarot, sabía el significado de los cuarzos y decía que era una bruja natural que conocía los secretos de muchas plantas y piedras mágicas.

Pero además, le gustaba mucho la suciedad natural. Se tiraba pedos mientras practicaba yoga, sabía leer la mierda y los orines, y no le gustaba bañarse porque decía que la suciedad la ponía en contacto con la naturaleza y el cosmos.

Tenía un amigo sexual, un malabarista muy delgado y velludo, con el que compartía libremente y sin sentir vergüenza sus gustos sucios. Él tampoco se bañaba casi, y creía como Amarantha que la suciedad corporal puede aumentar el contacto del ser humano con la naturaleza cósmica.

Juntos disfrutaban compartiendo su suciedad, tirándose pedos debajo de las cobijas, oliendose los sobacos peludos y practicando magia natural.

En varias ocasiones, luego de ir al baño a cagar, no se limpiaban bien el culo, y así se acostaban, se abrazaban y dormían tranquilos.

La ducha que a veces se daban era la de lluvia dorada, y dejaban sus cuerpos tan peludos como la madre naturaleza quisiera.

Disfrutaban simplemente de la pereza y los malos olores. Su cama olía a su esencia natural, y así eran felices, como una bruja y un elfo de los bosques.