Camilo nos cuenta una historia que empieza con la amargura del éxodo, que continúa con su participación en la agenda cultural de una metrópolis infinita, y que termina en... bueno, realmente su historia apenas está comenzando.

Texto y fotografías: Camilo Perdomo - Nueva York

El trabajo, el idioma, las costumbres y las amistades, me condujeron a una iglesia católica jesuita. La misa de domingo al medio día, con toda la concurrencia gay, llega con clarísimos mensajes de pareja estable y negación a la promiscuidad. Como yo importé marido, o mejor el marido me importó a mi, el hecho de estar juntos, respetándonos y creciendo, nos hacía una pieza importante de la catequesis, en vez de otro móvil de ocultamiento.

Terminé metido en el coro, cantando la emotiva misa en inglés y la muy lagrimeada temporada navideña, añorando la familia y la calidez de nuestra gente, pero rehaciendo la vida. En la primera cena de navidad, ganamos el concurso de baile frente a parejas heterosexuales, con aplausos y reseña en la revista respectiva. Varios de ese coro eran gay, por lo que terminé cantando en el Coro de hombres gay de Nueva York, donde audicioné con una canción de misa bilingüe, de la que hacía el solo en la iglesia, porque era la única opción de tener una partitura para piano disponible. El coro, que está cumpliendo 25 años esta temporada, es de 240 hombres de todas las edades, orígenes y pelambres.

Los viejos son sensacionales, cero afeminados gracias a la presión de su educación 'cincuentera', lo que equivale a la que nos dieron en Colombia a nosotros. Los más jóvenes y los muy jóvenes, son criados en una ambiente liberal y permisivo, por lo que pululan los 'pelipintados' y 'entaconados', a cuyas recias personalidades yo tributé admiración permanente.

Un nuevo comienzo La administración del coro es un suceso ejemplar; elegimos una representación administrativa y una mesa directiva, que se encargan de las cosas serias y trascendentales. Y además un 'butch', que es un machazo vestido de cuero, el consorte de la reina. Sí señores: una reina, con joyas, corona y demás atribuciones, encargada de las actividades sociales reales.

Las campañas y las elecciones son geniales, llenas de creatividad y energía. La reina vigente es una pareja de financistas de banca y bolsa, tenores destacados y frustrados modistos, que tienen su lema propio "las mellizas para reina" y los nombres de las naufragadas naves del mar, Titania y Lusitania.

Vine hace 6 años a Nueva York, canto en este coro desde hace 3, y la experiencia me ha dado amigos y familia, además de aceptación, autoestima y paz. Y una referencia de otro abogado del coro a un colega, me dio la entrada al trabajo que tengo ahora como apoyo de los solicitantes de asilo político por persecución a homosexuales en el mundo entero.

El Coro de hombres gay de Nueva York El escenario del centenario teatro Carnegie Hall de Nueva York, es el albergue del concierto de navidad del New York City Gay Men Chorus. Tres meses de ensayos ordenados y un fin de semana de ensayo general, anteceden cada uno de los tres conciertos anuales del coro: navidad, primavera, el que estamos ensayando ahora que será de música de los ochentas; y el del verano que es del Gay Pride, celebrando el Orgullo Homosexual, entre fiestas y desfiles y manifestaciones de toda índole, siendo la más connotada por respetuosa y sublime, el concierto nuestro.

Esto lo digo porque mi estricta educación se sigue sonrojando con los escándalos y las vestimentas de mujer sobre los peludos torsos masculinos, pero aquí me respetan el conservadurismo porque yo les respeto el desenfreno. Esa es la mayor lección que he recibido, porque en Colombia, aún para ocultarme, yo mismo discriminaba, en ese febril ímpetu defensivo de la no asunción personal.

No he cambiado nada, no me he vestido de mujer, no he hecho nada que no quiera hacer. Pero me siento tranquilo, respaldado, aceptado y me acepto, por bien mío y de mi marido, mas aun después de que nos casáramos en New Paltz, estado de Nueva York, en una emotiva ceremonia con cura católico, epístola de San Pablo y todo.