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Texto: Claudia y Hernán. Foto-ilustración: GuíaCereza
Somos una pareja bastante particular, mi esposo es de Medellín y yo so y de Bogotá pero criada en la costa, algo así como "costeña adoptada". Tenemos tres hijos, de 6, 4 y 1 año. Los dos somos ingenieros especializados y trabajamos cada uno para compañías del sector metalmecánico... y queremos organizar una comunidad swinger en Barranquilla.
Nos caracterizamos por ser personas altamente sexuales y de ahí que hemos tratado de desarrollar en nuestra vida conyugal cada etapa de la sexualidad con la plenitud y plena conciencia de las consecuencias y riesgos que implica.
Como cualquier pareja comenzamos con las relaciones típicas, cambio de posiciones, lugares y circunstancias; durante este proceso nos hemos dado cuenta que disfrutamos mucho el mirar, nos gusta vernos el uno al otro y exhibirnos en lugares donde aparentamos no conocernos y fingimos un encuentro casual. Cuando hacemos estos encuentros, disfrutamos mucho el coqueteo con otras personas, tanto que hemos propuesto algunas veces que participen en nuestros encuentros de pareja, pero las personas se extrañan y rechazan la oferta.
Podríamos pensar que es por cuestiones de atracción, pero coincidimos en que llegamos a una socialización muy cercana, bailando y charlando, pero la gente no accede. Una vez por ejemplo, planeamos encontrarnos en un bar super rico de la 84, de esos que tienen sillas adentro y afuera, en la terraza. Cada uno en carro diferente. Yo vestía una faldita cortica, cosa que caminaba y se me iba subiendo, mostrando levemente los "cachetes" de mis nalgas. No tenía ningún tipo de ropa interior y la blusita mostraba sutilmente mis pezones, que con la emoción del encuentro, ya estaban bastante templados.
Esa misma tarde había comprado unas chanclitas altas, con tiritas para amarrar hasta las rodillas, así que me sentía sensual y de hecho, a juzgar por las miradas de todos los presentes, estaba muy bien. Al escoger mesa, preferí sentarme en las mesas altas de la terraza, donde tengo que empinarme para sentarme en la silla y donde se ve todo , que a propósito, estaba "a punto", afeitadita como a él le gusta. Acabé de notar lo corto de mi falda ya que al sentarme, sentía el frío que me subía desde las piernas hasta mi nalga. Pues sí que me senté a tomarme un margarita blue y todos los presentes, y de a uno, iban sacando alguna excusa para voltear a mirar. Uno no se explica cómo los hombres no son capaz de controlarse y se vuelven hasta descarados con sus parejas, sólo para mirar. Y yo para ser más llamativa, cambiaba de posición y de carrizo, sólo para divertirme con las caras y excusas que cada vez más ellos hacían.
Lo que me pareció simpático fue una pareja muy linda que estaba diagonal. Ella estaba de frente a mí y él daba la espalda. Fue ella la que se paró de la mesa y pasó frente a mí, hacia el tocador, mirándome fijamente en medio de las piernas, en el carrizo, que en ese momento estaba tan alto, que solo un movimiento del viento bastaba para mostarme. Al principio pensé que me había mirado con rabia o con envidia, pero cuando volvió a la mesa y siguió observándome las piernas y los ojos, me di cuenta que le gustaba. Creo que le contó al novio, porque él se volteó y empezaron a mirarme disimuladamente. Se secretiaban y se besaban apasionadamente. "Los estoy calentando", pensé. Al rato pagaron y se fueron. Los 2 me miraron pero no me dijeron nada.
Después vi a mi esposo. Estaba dentro del bar y había visto todo, y yo no me había dado cuenta. Eso fue lo más excitante, porque como él, otros 3 "gatos" que estaban en una mesa a su lado, no hacían sino comentar cosas, según lo que me dice mi esposo, muy sexuales pero nada sutiles, como para determinar si alguno pudiera llegar a "caerme". De hecho me cuenta que entre ellos apostaban para ver quién era capaz de llegar y hablarme, pero ni eso se atrevían. Dice mi esposo que el que debió haber quedado como todo un "Brad Pitt" fue él, porque en medio de la conmoción social que ya se percibía, se levantó y no aguantó y me envío un trago con el mesero y se fue sentando en la mesa a coquetearme como si no me conociera. En 15 minutos me tocaba las piernas y en ½ hora nos habíamos ido a un motel, ya que estábamos tan excitados y mojados, que no aguantamos.
Me dijo que la pareja me estaba mirando desde mucho antes que yo me diera cuenta y que el muchacho ya había entrado 2 veces al bar, sólo porque desde adentro la vista era monumental". ¡Y yo creyendo que muy pocos se habían dado cuenta!
Creo que de eso se trata: de identificar cuando estamos "a punto" y aprovechar ese momento. No hacerlo antes, pues no hay suficiente encanto, ni después, porque se pierde todo encanto.
De nuestra experiencia hemos concluido que nos gusta y disfrutamos mucho tener una mujer en nuestras relaciones, particularmente a mi me gusta y lo disfruto mucho, tanto la relación, como el placer que le genera a mi esposo verme; de igual forma verlo a él complacido en todos los sentidos por dos mujeres. No sucede lo mismo con un hombre, no lo hemos experimentado, pero lo hemos conversado y básicamente no me resulta placentero la experiencia de tener relaciones con dos hombres... es demasiado para mi gusto, aunque mi esposo admite querer verme teniendo sexo con otro, mientras él me mira y disfruta con lo que haga.
Nuestra experiencia más cercana a un encuentro swinger fue en Medellín, lamentablemente no sabíamos de los lugares que existen en la ciudad y lo planeamos con una pareja de amigos que conocían el tema y que según ellos ya lo habían experimentado. Nos reunimos, conversamos y comenzamos. Primero las mujeres, nos besamos y tocamos para animar a los hombres, luego quisimos verlos a ellos besarse y accedieron... Confieso que me impactó y me genero a la vez un grado de morbosidad extremo, en otras palabras me calentó, por eso tomé la iniciativa con el esposo de mi amiga, que, aunque no me atraía físicamente, quería pasar por la experiencia, nos besamos, nos tocamos, pero cuando íbamos a comenzar algo más interesante la esposa de él no quiso que siguiéramos, su argumento fue que no le gustó lo que veía, según ella nunca había visto a su esposo "así".
Paramos ahí, pero la propuesta fue que entonces actuaran mi esposo y ella, y comenzamos otra vez... besos, manos... cuando comenzó a desvestirla, ella simplemente paró y dijo que no podía seguir porque le daba vaina con su esposo y ahí quedamos. Nosotros frustrados, porque no pasó nada que no hubiésemos visto antes: vernos besar con otras personas (excepto el beso de los hombres) y desconcertados porque se suponía que ellos ya tenían experiencia en el tema.
Después de esta experiencia, comenzamos una búsqueda de parejas que quisieran participar, con amigos, primos, conocidos, internet, etc, pero no hemos encontrado. Creemos que en parte es porque hay un factor cultural muy fuerte que cohíbe a las personas, en la gran mayoría de los casos el tema no está muy socializado y lo consideran una práctica aberrante que se "deja para pervertidos" o algo así. Algo más que hemos descubierto es que el factor anonimato es muy importante y de ahí que estemos tratando a través de GuíaCereza .
La búsqueda ha sido difícil, sabemos que no es imposible y por eso estamos tratando por medio de esta página. La idea que tenemos es que podamos formar un grupo de parejas, que conozcan el tema, les guste y organicemos nuestro "club" y poder organizar encuentros bajo diferentes escenarios.