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Nuevo trabajo, nueva ciudad, esta vez en una población soleada, al lado del mar y fuera de mi país. Fui a la discoteca esa noche. Sola. Nunca había hecho eso antes. Siempre termino arrastrando a una amiga o viceversa, pero nunca sola. Esta vez, Catalina tenía una cita, Claudia tenía una comida de negocios, Jorge estaba enfermo en la cama y Nicolás se rehusó a moverse del sillón (estaba viendo una maratón de El Padrino, parte I y II).
Yo no me iba a quedar en el apartamento. El día estuvo pesado en la oficina y quería algo de acción y diversión. Quería bailar. El ambiente de trabajo puede ser a veces difícil para las mujeres independientes y solas. Bueno a quien engaño, puede ser difícil para cualquiera.
Escuché acerca de este nuevo sitio especial, de esta nueva “discoteca”, si es que puede llamársele así, por parte de la mujer más zorra de la oficina (y no soy yo). Mencionó que este club estaba en una calle cuestionable, de una zona cuestionable de la ciudad. Y me advirtió que nunca olvidaría la experiencia.
Decidí ir. Salté a la ducha y me lavé el pelo, hidratándolo y aplicando rinse con cuidado. Luego me puse el acondicionador y lo dejé secar mientras me afeitaba las piernas. Tomé una toalla y la envolví en mi pelo y tomé otra para secarme el cuerpo. Apliqué algo de loción en mi cuerpo y escogí la ropa para la noche: una falda corta, botas altas, bra negro con camiseta blanca, un poco transparente. Cero calzones. Para complementar mi pinta de perra total, añadí algo de maquillaje, enfatizando los ojos, oscureciéndolos para un efecto dramático. Y salí a la calle.
Encontré el edificio secreto sin muchos problemas. Parqueé el carro, y me aseguré de que estaba bien cerrado. Mi compañera de oficina no estaba bromeando cuando dijo que era un lugar misterioso y ubicado en una zona cuestionable. Entré por la puerta y me entretuvo lo que ocurrió después. Entré al club sin esperar, y el barman me tiró una cerveza. Un hombre caminó a mi lado y la abrió mientras pasaba. Fue inevitable reírme, parecía una escena de una película. La situación era cómica, pero todo fue una cadena de circunstancias. La noche había empezado bien, supongo, y me dirigí a la pista de baile. Bailé y bebí, bailé y bebí. Movía mis caderas al ritmo de la música. No estuve sola por mucho rato. Una mujer se acercó y sonrió. Bailé con ella, se movía rápidamente, concentrada en sus movimientos, saltaba, su pecho flotaba y se movía con cada movimiento. La canción terminó y me besó en la boca. Nuestras lenguas jugaron por algunos segundos y entonces se fue. Ya me había hecho mojar, la muy maldita.
Un hombre se me acercó, corto de estatura, pelo negro. Vino directo a mis pechos. Me bajó la camisa, puso su boca en uno de mis pezones y bailó un poco al mismo tiempo. Sentía su mano en mi pierna mientras metía sus dedos en mi vagina húmeda. Los sacó y los probó en su boca. Le di una Mirada entre coqueta y aterrorizada y se fue al baño, a masturbarse sin duda. Vino otro hombre , y otro hombre, y otro hombre. Ninguno de ellos fue tan directo como las primeras personas que conocí. Ya llevaba más de una hora en el club, y excepto por las dos personas del principio, el club se veía por dentro como cualquier otro.
Me dirigí al bar para descansar. Me senté en la barra. Sabía que mi vagina húmeda estaba empapando la silla. Me tomé un cóctel y me refrescó la garganta. Estaba acalorada y ventilándome.
De repente me di cuenta de que el club era muy diferente a mi primera impresión. Muchas mujeres ahora estaban topless. Yo estaba tan acalorada, en ambos sentidos, que también me quité la camisa “a donde fueres…” y decidí olvidarme del bra también. Bebí y bebí ya estaba en el cuarto cóctel cuando lo vi. Un hombre muy atractivo bailando cerca, parado en un amplificador gigante, sobre las otras personas que bailaban. Se movía un poco más lento que los demás, pero al ritmo de la música.
Se había quitado la camiseta y me estaba mirando. Movió la cabeza para saludarme. Sonreí. Usó un dedo para invitarme a bailar con él. Me levanté de la silla lentamente, tomé una servilleta y limpié el asiento. Dos hombres que andaban cerca se quejaron y me dijeron que lo dejara así la próxima vez.Caminé al amplificador. Tomó mis manos y me subió a su lado. En el amplificador me di cuenta de que, con la falda que tenía, le estaba dando un espectáculo a todos los que estaban abajo. Eso no me iba a detener de bailar con este hombre.
Bailamos. La música era rápida y pesada. Nos movimos al ritmo de la música y mis pechos se movían. La música se puso lenta por un momento y sus manos empezaron a explorar mi cuerpo. Sus manos encontraron mi pecho y apretaron mis pezones con fuerza. Grité pero nadie me escuchó en el club. Sentí sus manos en mi trasero. Estaba jugando con mi nalga, apretando y acariciando. Estaba tan mojada que sentía la humedad hasta mis piernas. Empecé a apretar mi trasero contra sus pantalones, estaba duro. Empezó una nueva canción.
Alguien me pasó una nueva bebida y me sonrió. Acepté gustosa y lancé la botella irresponsablemente cuando la bebí. Movía mi trasero hacia el sudoroso galán detrás de mí, tan sólo para sentir con sorpresa su pene buscando mi trasero y no metido en sus pantalones. Puse mi mano atrás y sentí una masa viva de carne en mi mano. No muy grande, no muy pequeña. Como diría Goldilocks, la rubia que se perdió en la casa de los tres ositos “estaba perfecta”. Bailé de Nuevo.
La música estaba perfecta para sentir los cuerpos lentamente. Me presioné contra él y me separó la nalga. Sentí la cabeza de su pene en mi trasero; antes de que me diera cuenta que esto iba a ser “en seco” sin ningún tipo de lubricante. Quería protestar pero ya estaba sintiendo mi nalga abriéndose para aceptarlo. Mis dientes se destemplaron e hice un sonido sordo de dolor. Tenía tanto dolor. La entrada seca estaba causando fricción indeseable. Decidí terminar lo que empecé y me apreté contra su pene seco. No pude aguantar más y grité mientras mi trasero se llenaba de carne caliente y seca.
Él susurró en mi oído que me encantaría esto. Yo sabía que lo haría. Él continuó jugando con mis pechos y apretándolos. Mantuvo su pene en mi trasero y lentamente me fui ajustando a su tamaño. Continuamos moviéndonos con la música. Después de la siguiente canción, empezó a presionar su pene más adentro de mi trasero.Mi trasero estaba crudo, sin lubricante. Dolía, dolía mucho. Dolía… justo en la medida. Después de 10 minutos de este dolor, su pre-esperma empezó a salir de manera más abundante y mi trasero se empezó a sentir mejor hasta que…
La música cambió. La canción era más rápida. Para intentar aparentar que aún estábamos bailando, tuvimos que movernos más rápido. Él estaba literalmente, bombeando mi tasero. Nos estábamos moviendo rápido. En un punto su pene se salió de mi trasero y me dí cuenta de que todos estaban conscientes de lo que estábamos haciendo.
Me dijo que me agachara. Ahora estaba oficialmente en una posición muy extraña. Mis manos en el amplificador y mi trasero al aire. Abrió mi nalga de nuevo e insertó su miembro.
Un hombre que estaba cerca se estaba masturbando. Con los pantalones abajo y su pene brillante. Lo miré y el hombre sonrió, estiró su brazo y me apretó los pezones, no pude protestar… ¡mis manos estaban ocupadas para hacerlo! Después de jugar conmigo por menos de un minuto el hombre subió al amplificador con nosotros. Me tuve que parar para cederle espacio. Tomó mis piernas y las puso alrededor de su cintura. Penetró mi vagina húmeda en un solo empujón.
El hombre que me penetraba por detrás no parecía contento. Le dijo al otro que se bajara. El hombre estaba pegado de mí y dijo “eso es lo que trato” y empezó un movimiento de penetración al compás del hombre en mi trasero.
Estaba siendo penetrada doblemente, parada encima de un amplificador, 1 metro por encima de todos. Alcancé a ver a un hombre, dándole sexo oral a otro hombre en una silla del bar. Dos hombres y una mujer estaban acostados en la pista de baile lamiéndose entre todos. La mayoría de la gente seguía bailando.
Sentía a ambos hombres penetrándome al ritmo de la música que cada vez se ponía más salvaje. Sentía como si el DJ estuviera acelerando las cosas al tiempo que los hombres sentían la necesidad de empujar más rápido para eyacular. Sentí manos en mi pecho de nuevo. Mis pies habían estado en el aire por una canción completa, ya estaba incómoda y con un poco de calambre.
Los sentimientos en mi cuerpo eran intensos. El hombre que me penetraba por delante, rozaba mi clítoris cada tres o cuatro empujones y el hombre en mi trasero empujaba duro y profundo para mantener el balance y no caernos. Estaba teniendo el sexo más salvaje de mi vida.
El dolor empezó a detenerse y mis sensores de placer enloquecieron. Gemía a todo volumen y empecé a mover mi cadera intentando más contacto clitorial. El hombre que tenía al frente entendió el mensaje y empezó a masajearme el clítoris con sus dedos. Empujaba duro y me tocaba con su pulgar. De repente, empecé a ver un hormigueo, o estrellas, grité que estaba a punto de llegar al orgasmo, tenía contracciones involuntarias… grité que estaba llegando al orgasmo y los hombres se unieron, como si todavía estuviéramos bailando y no teniendo sexo.
Sentí que mis piernas bajaban al amplificador, el hombre que estaba adelante de mi sacó su miembro y cerró sus pantalones sin limpiar nada. El hombre que tenia detrás me volteó la cara y me besó. Puso mi minifalda en su lugar, me ayudó a bajar y saltó. Miré y no vi caras familiares. Unas cuantas sonrisas aqui y allá.
Miré a la barra y el barman me arrojó una botella de agua. La bebí completa y pedí mi camisa y bra. Me los puse y me dirigí a la pista de baile.
Vine a bailar… entonces bailé. Me estaba quemando el trasero, mi vagina estaba húmeda y mi cuerpo estaba 20 grados más caliente de lo que debería estar. La pregunta real es si debería mantener este lugar en secreto o invitar a mis amigos la próxima vez.