Guía Cereza
Publicado hace 17 años Categoría: Hetero: Primera vez 3K Vistas
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La conocí a finales del año 94, cuando teníamos 14 años. Ella es una persona muy simpática, alegre y muy amigable, y por eso fue fácil acercarse a ella. Nos hicimos amigos, hablábamos todos los días, nos contábamos nuestras ingenuas intimidades y al mes fue nuestro primer beso. Desde ese momento me di cuenta que ella sería la dueña de mi adolescencia. Al cabo de dos años, éramos amigos con derechos (es decir que teníamos derecho a besarnos cuando quisiéramos por el resto de nuestras vidas). Un día me atreví y le pedí todo, que fuéramos mas allá, el resto de mis derechos, y a ella le sonó la idea, pero me dijo que fuéramos despacio. Yo mientras tanto, trataba de imaginarme ese momento a solas con ella, conociendo ese cuerpo que admiraba tras unos shorts pegados a sus nalgas, unas espectaculares piernas y unos senos que eran un enigma para mi, pues solo conocía los de las películas, sin saber que mi hora ya se acercaba. El 24 de diciembre, había una fiesta en el barrio de ella, y como por allí tengo varios amigos, me invitaron a pasarla con ellos, tomando cerveza y bailando con las chicas. Yo solo pensaba en ella, e inmediatamente acepté. Cuando llegué, comencé a disfrutar del ambiente, bailando y conversando con mis amigos, pero esperando a que ella apareciera para que mi felicidad fuera completa. Con el paso de la noche, ya me había tomado varias cervezas y estaba mas contento que de costumbre, y de repente sentí su presencia y se acercó a mi. Al mirarla de arriba a bajo, me di cuenta que traía una camisa y un top dentro, y tenía unos jeans pegados, dejando volar mi imaginación. Tenía un vaso de brandy en la mano y me dijo: “Que bueno que viniste, bailamos?” Inmediatamente, la tomé de la cintura y comenzamos a bailar, y empecé a detectar que ella se había tomado sus traguitos, al igual que yo. Con el paso de las canciones, sentía sus senos en mi pecho y me empecé a calentar. La apretaba cada vez mas, sintiendo su cuerpo junto al mío, tratando de meter mi pierna entre las de ella, pero sospeché que se daría cuenta de la erección que tenía al rozar nuestros cuerpos con el baile y le dije que nos sentáramos un rato. Ella empezó a notar que estaba sediento de pasión al verla tan hermosa. Estuvimos charlando un rato y le dije que quería reclamar mis derechos esa noche, a lo que ella respondió: “Mira que hay mucha gente aquí. Están mis padres y mis hermanos, y sería muy sospechoso que de pronto no aparezcamos. Además en mi casa hay gente” Aunque le entendí su punto de vista, no lograba contener mis ganas de ella. Después de un rato, estábamos mas tomados y le volví a insistir: “Quiero reclamar mis derechos esta noche. Vámonos al segundo piso de tu casa, no subiremos, solo nos quedaremos abajo en las escaleras y no haremos mucho ruido”. Al final aceptó y sin importarnos mucho las consecuencias, nos dirigimos a su casa. Saludamos a todas las personas que estaban afuera de la casa, y pensaba que ninguno sospecharía lo que tenía en mente, al fin y al cabo éramos muy jóvenes. Ella buscó las llaves del segundo piso y le explicó a su madre que solo quería charlar conmigo lejos de la gente. Su madre no le prestó mucha atención a eso y asintió. Entonces entramos a la casa. Cuando cerramos la puerta me temblaba todo. Comenzamos a besarnos por un largo rato y trataba de recostarla hacia un costado de la escalera, para sentir su cuerpo junto al mío, ya no me importaba que sintiera mi erección, esa era precisamente mi intención. Le besaba los labios y después pasé a su cuello porque sabía que así se calentaría mas. Ella fue cediendo lentamente, sentía que suspiraba con mas agilidad, como que supiera que su momento estaba cerca. De repente ella se detuvo, me empujó hacia atrás y se puso de pie. Me dio la espalda, se quedó mirando hacia arriba de las escalas y me dijo: “Nos van a pillar. En el segundo piso hay gente dormida y además alguien puede entrar y vernos.” Aunque sentía que ella me hablaba, al verla de espaldas le pude admirar sus espectaculares nalgas forradas en ese jean. Aproveché su posición y la abracé por la espalda poniendo mis manos en su abdomen. Le susurré al oído: “Tranquila que nada va a pasar. No haremos ruido, aprovechemos esta oportunidad.” Después de susurrarle, le empecé a besar el cuello subiendo hasta la oreja. Mientras, con mis manos recorría toda su camisa de arriba a abajo, sintiendo sus senos por encima de la ropa. Al ver que ella se retorcía de deseo otra vez, le bajé una mano a su jean, desabotoné el pantalón, el bajé el cierre y me metí mi mano adentro. Yo le seguía besando el lóbulo de la oreja mientras recorría toda la superficie de su calzón. Luego traté de meter mis dedos dentro de la tanga y cuando le rocé los vellos púbicos, sentí como la electricidad le recorrió por el cuerpo en un instante. Naturalmente, era su primera vez. Le di la vuelta para tenerla frente a mi. Comencé a besarle el cuello de frente mientras desabotonaba su camisa y cuando acabé me tiré hacia atrás para ver el espectáculo frente a mi. Le subí el top, que ya había visto antes, y quedé frente a su brasier, el cual ella desabotonó por delante. Fue un momento sublime porque nunca había visto unos senos. Mi erección llegó al máximo. Inmediatamente comencé a besar esos tiernos y rosados pezones mientras ella gemía de placer. La recosté en las escaleras y de sus senos, bajé a besarle su abdomen mientras le bajaba el pantalón que ya estaba desabrochado. Cuando lo tenía por los tobillos, me compuse y también me quité mi pantalón y me bajé el calzoncillo. Ella se quedó mirando mi pene, lo tomó entre sus manos y me dijo: “Métemelo ahora, métemelo ya” Bajarle su calzón fue cuestión de segundos. Me recosté hacia ella y apunté mi pene hacia su vagina. Después de dos intentos fallidos por metérselo, ella me indicó el lugar halada mi pene hacia ella. Comencé a empujar hacia adentro y sentía que se retorcía como nunca. Cuando llegué a su himen me dijo que le dolía mucho y se estaba arrepintiendo. Yo le dije que ni siquiera íbamos por la mitad. Lentamente le daba golpecitos dentro para que se metiera mas hasta que sentía que mi pene se hundía con mas facilidad. A eso le siguió una faena descomunal. Le metía el pene hasta el fondo y ella me decía que no lo sacara, pero yo me quería botar sobre ella. Comencé a sacarlo hasta la mitad y se lo metía nuevamente. Ella movía su cintura para sentir mas placer, lo cual me animaba a metérsela mas y mas, hasta que no aguanté mas y me boté sobre ella. El orgasmo fue glorioso. Ella quedó cansada al igual que yo. Seguíamos con susto por la situación y además acabábamos de perder nuestra virginidad en ese instante. Nos vestimos y nos fuimos a bailar el resto de la noche, juntos y muy abrazados, no bailamos con nadie mas. Después de eso, seguimos teniendo relaciones y seguimos explorando mas en otros momentos. Actualmente, tenemos parejas diferentes y en ocasiones nos encontramos a recordar hermosos momentos, teniendo relaciones sexuales pero en secreto. Total ella tiene derechos conmigo por el resto de nuestras vidas.
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