Guía Cereza
Publicado hace 16 años Categoría: Fantasías 2K Vistas
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Karen comenzó a buscar trabajo, y a tramitar su divorcio, pero no volvió a Asunción. Su marido a veces la llamaba y la insultaba, ella ya no se preocupaba por él. Una tarde volví a casa y estaba hablando por teléfono. Noté su cambio de actitud cuando me vio. Supe enseguida lo que pasaba, de manera que la encaré de inmediato, manteniendo la calma y mostrándome totalmente comprensiva. Ella debía sentir mi confianza para contarme todo. Nos besamos rico, y luego cenamos. Finalmente me contó que esa noche iba a salir, porque había conocido a una chica que le gustaba. "Bien, ese era nuestro compromiso. Solo te pido que te cuides y que sientas la total libertad de hablar conmigo de lo que sea" Me dijo que era una chica muy joven y ardiente que la había abordado en el supermercado. Se vistió con bastante discreción y salió. Yo no pude dormirme hasta que volvió en la madrugada (por su puesto simulé estar dormida). Se acostó muy pegada a mi y me besó en la mejilla. Al otro día me fui muy temprano, Karen aún dormía. La llamé a mediodía para saber como estaba y decirle lo mucho que la quería. Ella me respondió con el ímpetu y la pasión de siempre. Pasaron los días y volvió a salir con la misma chica. Cuando volvió, estaba muy alterada. Clara - ¿Qué te pasa? ¿No te sientes bien?Apenas me contestó y se metió en el baño. Me acerqué a la puerta y la escuché quejarse. Apenas toqué la puerta y entré sin pedir permiso. Estaba sentada y tenía una toalla mojada entre las piernas. Clara - ¿qué te pasó? ¿Te hicieron daño? Karen - ellas quisieron jugar más rudo y Sofía perdió el control. Clara - ¿ellas? ¿Lo hiciste con más de una? Karen - estaban Sofía y una amiga suya. Fuimos a bailar, y tomé demasiado me excité tanto que acepté coger con las dos. Me ataron a la cama y Sofía me penetró con algo muy grande y rígido. Le pedí que parara pero no me escuchó. Su amiga me mordió muy duro, me duelen mucho los pechos. Clara - ve a la cama que llamaré al médico. Karen - no, de ninguna manera, me muero de vergüenza. Clara - no te preocupes es mi médico de toda la vida. Él te entenderá. Date una ducha pero no te vistas, y acuéstate. No tenía muchas fuerzas para resistirse, llamé al doctor, le expliqué la situación y enseguida estuvo en casa. Estuvo con ella un largo rato y le dejó unos calmantes. No tenía nada grave, solamente algunos magullones y las marcas de los dientes de sus amantes desenfrenadas. Después que el médico se fue y entré en el cuarto, estaba medio dormida. La dejé descansar, pasé el resto de la noche en el sofá. Al otro día, me pidió disculpas por el espectáculo y me dio las gracias por la comprensión. Clara - ya calmate, no es para tanto. Pero debes tener más cuidado, a pesar de todo eres muy nueva en esto, y no todo el mundo es responsable. Karen - perdí la cabeza, tomé demasiado vino y ellas consiguieron excitarme mucho, hasta las dejé comerme en el baño. Perdón, que te lo cuente, pero me sorprende como me dejé llevar. Clara - quizás yo no te doy todo lo que necesitas, si es así debes decírmelo. Yo quiero hacerte feliz, y hacerte gozar como nadie. Karen - y lo haces, por favor, no pienses otra cosa. Con nadie me siento como contigo, pero ya sabes que yo necesitaba probar otras cosas. Se inclinó sobre mí y metió la mano bajo las sábanas buscando mi sexo, comenzó a masturbarme. Yo me quité la camisa de dormir, para ofrecerle mis tetas. Intenté tocarla pero no me dejó. Quería complacerme, pero su cuerpo estaba dolorido todavía. Me relajé y recibí todas sus caricias, sus besos, que fueron tantas que llegué muy tarde al trabajo. Me llamó varias veces durante el día y me decía las cosas más atrevidas, para excitarme a la distancia y realmente lo consiguio escuche;, tanto que tuve que ir al baño a tocarme mientras la escuchaba. Al final del día, fui con mis amigas a tomar algo, Karen no nos quiso acompañar, pues todavía no se sentía bien. Pero, extrañamente, me hizo una escena de celos telefónica. Yo me sentí muy mal, había sido un día con muchas contradicciones. Decidí que esa noche no volvería a casa, me quedaría en casa de una pareja de amigas. A pesar de mi enojo, ellas son tan divertidas, que la cena estuvo muy bien y conseguí olvidarme de todo. Fuimos a bailar y casualmente me encontré con mi ex, Ana. Ana estaba sola, conversamos bailamos. Ella sabía como moverse, seguía siendo igual de dominante y posesiva, pero esa noche todo valía. Me invitó a su casa por los viejos tiempos y no pude negarme. Se desnudó para mí con un baile increíblemente sexy, roció su cuerpo con champagne, y así me bebí casi una botella, lamí cada centímetro de su piel tersa. Sus dedos, entraban en mi boca, y luego iban directo a mi vagina. Usamos un juguete doble, que nos penetraba a ambas a la vez y así cabalgamos durante horas. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, pues Karen no se animaba a penetrarme. El sexo con Ana, siempre había sido excelente. Gozamos hasta el amanecer, nos duchamos juntas como siempre y me fui a casa con la seguridad de que aquello había sido nada más que una noche de buen sexo. Después de eso, pasaron dos semanas, en que apenas nos hablábamos. El celibato, ya me estaba matando, de manera que había que buscar la forma de enderezar las cosas. Decidí provocarla, tomé una ducha con la puerta medio abierta, estuve horas frente al espejo, observando mis pechos y haciendo el examen de rutina. De pronto vi como me espiaba por el espejo. Finalmente tomé mi juguete y me penetré con el, suspirando y jadeando lo más alto que pude. Hasta que por fin, entró y me tomó por la espalda. Sentí algo frío en su cintura, y sentí su aliento caliente en mi nuca. Karen - dejame ayudarte, serás mi hembra ardiente. Ya no resisto no tocarte, cada vez que tengo ganas. Clara - adelante, puedo ser tu hembra hoy y siempre que me desees. Tomó con su mano el juguete y comenzó a girarlo, entrando y saliendo de mi vagina. Hasta que no pude resistir, entonces me pidió que cerrara los ojos y me llevó a la cama. Me ayudó a acostarme y separó mis piernas, sus dedos llenaron mi sexo de lubricante y de pronto la sentí sobre mi. Me dijo, si te duele me dices, y sin más de un golpe me penetró con un pene que estaba atado a sus caderas. Era la primera vez que lo hacía, pero mostraba gran habilidad. Me hizo gritar tanto, que los vecinos del otro apartamento se quejaron. Desde ese día, ninguna buscó nada afuera, nos complementábamos a la perfección.
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