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Karen y yo somos una pareja normal. Ella ya no tiene contacto con su familia en Paraguay, está completamente dedicada a nuestra vida, y su trabajo. Se integró sin problemas a mi grupo de amigos y a mi familia. Trabaja unas cuatros horas diarias en una oficina que administra propiedades, se dedica a la casa y últimamente ingresó a un curso de pintura y escultura. Por mi parte, sigo trabajando en el mismo lugar, trato de ir al gimnasio dos veces a la semana, y comparto las tareas de la casa con Karen. En fin, una vida sin sobresaltos. Todo bien hasta que hace unas semanas, volví a casa y encontré a Karen, desnuda en el dormitorio llorando a mares. Clara - amor, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras? Karen - (que casi no podía hablar, me abrazó) ¿tú me quieres? ¿Todavía te gusto?Clara - pero que dices, tú eres el amor de mi vida. Yo no podría vivir sin tenerte conmigoKaren - te gusto aunque esté tan gorda, alguien me dijo hoy que no entendía como tú, siendo tan joven y elegante, aún deseabas estar conmigo. Yo no entendía nada, ¿quién habría sido el o la bruta capaz de decir semejante cosa?Después de un rato de consolarla, se calmó y finalmente entendí: una de las compañeras de su curso de pintura, había sido la mala persona. Supe quien era, de inmediato, pues había venido unos días antes para trabajar en casa. Se trataba de una chica muy joven de unos 20 años, qué a partir de que le dijimos que vivíamos juntas, nos miró de diferente forma. De hecho, en un momentito que tuvo a solas conmigo hasta se me insinuó. Desde ese día cada vez que llama a casa y yo la atiendo, cambia su tono voz y usa frases sugerentes. Es cierto que Karen estaba más gordita, pero a mi me encantaba su cuerpo. Adoraba cada uno de sus rollitos y sobre todo dar muchas palmadas en sus glúteos hermosos. Adoraba cuando me dejaba depilarla, y pasar aceite en todo su cuerpo desnudo. Verla brillar en la penumbra y comenzar a oler su sexo excitado. Aquella mujer era mi vida y tenía que hacérselo entender. Esa noche, acaricié todo su cuerpo, besé cada centímetro. Todas las luces del dormitorio estaban encendidas, para que ella pudiera ver el amor y el deseo en mis ojos, mientras la hacía mía una vez más. Le dije las cosas más dulces y amorosas de que era capaz. Me acosté sobre ella para penetrarla con el juguete que más le gustaba. Cuando se incorporó en la cama, sus senos fabulosos, parecían aún más grandes por la excitación, me acurruqué a su lado para mamar como una niña. Después de un rato de descanso y cuando ella estaba casi dormida, me acomodé entre sus piernas y la penetré esta vez con mi lengua primero y luego casi pude entrar toda mi mano huesuda y fina. Clara - eres la mujer más hermosa, la que yo amo y no quiero verte jamás llorando porque pienses lo contrario. Yo te deseo cada día, y me gusta tu cuerpo tal y como está, me excita, como tú ni te imaginas verte desnuda en mi cama. Karen - no pudo responder con palabras, solo me besó profundamente. Su lengua enlazó con la mía y paseó por toda mi boca. A la mañana siguiente la acompañe a su clase y me aseguré de que la jovencita nos viera. Si decirle nada a Karen, esperé a su "amiga" a la salida y le dije unas cuantas cosas, para aclararle la situación. No volvió a molestarnos. Karen seguía preocupada por sus kilos demás, solía estar de mal humor, y mucha veces ponerse celosa sin motivos. Decidió, finalmente ponerse a dieta y comenzar a realizar ejercicios. En el gimnasio, se hizo de un grupo de mujeres más o menos de su edad, que salían a diario a caminar por la rambla. Poco a poco, fue cambiando su humor, se la notaba más animada, estaba perdiendo peso y eso le hacía bien. Cambió el color de su pelo, volvió a maquillarse y estaba mucho más cariñosa que antes. Una tarde volví casa y escuché voces en la cocina, estaba con una sus compañeras de caminata, preparando unas ensaladas originales. Se las notaba muy unidas y animadas. Me presentó como su novia, y siguieron muy divertidas en su tarea. Yo tome n baño y me tiré en la cama a descansar un rato. Como una hora después Karen me buscó para que fuera a cenar. La cena fue divertida, Rosario, su amiga, era una mujer muy agradable, tenía unos 50 años y si bien no era muy bonita tenía algo que la hacía interesante. Terminamos de cenar y como estaba cansada, me despedí y retiré a dormir. Ellas se quedaron conversando y tomando unos jugos de frutas muy sabrosos que habían preparado. En la madrugada, sentí la mano de Karen que acariciaba mi espalda y me susurraba su amor al oído. Estaba realmente cansada, así que me limité a recibir la caricia, pero no giré para devolverla. Unos días después, cuando volví a casa del trabajo, me sorprendió ver luz en la cocina, y que aparentemente no hubiera nadie en casa. Subí a ducharme y cuando salí del baño, escuché susurros en el living. Me acerqué y vi lo que nunca hubiera pensado ver: Rosario susurraba cosas en el oído de Karen, mientras trataba de abrirle la camisa. Karen se resistió al principio, se mostraba incómoda con las caricias, pero no hacía nada demasiado drástico que detuviera la actitud conquistadora de la otra. Finalmente, consiguió su objetivo, desnudó el pecho de mi mujer, miró sus tetas dulces y enormes, la miró a los ojos y se besaron con lujuria. Yo seguía parada en el pasillo detrás de unas cortinas y no podía moverme, quería ver hasta donde llegarían. Rosario se quitó la remera que traía y mostró sus senos pequeños y flácidos, Karen los tomó entre sus manos y jugó con sus pezones hasta que los puso duros. Luego Rosario le ofreció su sexo y Karen lo estimuló hasta que la hizo llegar al clímax. En ese momento, decidí volver al cuarto y ellas se dieron cuenta de mi presencia. Al instante, Karen entró al dormitorio y no sabía que decir, más que "perdóname, por favor"Tuvimos una discusión muy fuerte, me fui de casa durante una semana, hasta que fue a buscarme para decirme que si no la perdonaba se volvía a Paraguay. Clara - quiero que me digas ¿por qué? ¿Qué sentiste cuando sostuviste entre tus manos esas tetas horribles?. ¿Cuando tocaste su culo lánguido?Karen - ya no recuerdes eso, por favor. Fue un momento de debilidad, ella me sedujo con su forma de ser, ella es una mujer que no ha sido feliz. Hizo que recordara mi vida antes de conocerte. Clara - no sé que pensar, tú traicionaste mi confianza. Tuviste sexo con otra en nuestra casa, en el mismo lugar donde yo te entregué todo lo que soy. En el mismo lugar donde según tus palabras aprendiste a vivir. Ella no sabía que decir, solo me abrazó e intentó besarme, pero no se lo permití. Volví a casa esa noche, pero no tuvimos intimidad por mucho tiempo. Mi cabeza no entendía porqué, había tenido esa necesidad de ser infiel, en un momento tan bueno de nuestra relación. Después de tanto tiempo sin sexo, y de no poder perdonar a Karen, me sentía a punto de explotar. Una amiga me recomendó un lugar para conocer gente nueva, y me esa noche me fui sola, vestida con la ropa más provocativa que tenía. Tomé unas copas en la barra, hasta que se me acercó una pareja, dos mujeres de más de 50 años, que me invitaron a su mesa. Acepté sin pensarlo, conversamos para conocernos un poco y a medida que avanzaba la noche se pusieron cada vez más atrevidas: Veterana1 - sos muy linda, ¿no tenés novia?Clara - en este momento no. Veterana1 - le verdad nos gustaste desde que llegaste y te quisiéramos coger acá mismo. Veterana2 - (su mano tocando de lleno mi teta derecha), tenemos muchas ganas de oler una conchita fresca. Esa noche, decididamente no iba a pensar en nada, solo quería coger y que me cogieran. Me convidaron con una pastillita de no sé que, pero que al ratito nomás me puso a mil. Salí del boliche con una de ellas de cada lado y subimos a su coche. Una de ellas se sentó atrás conmigo y me sobó la concha todo el camino, solo pretendía excitarme, pero sin llegar al clímax, yo restregaba mis senos, tan fuerte que se me abrió la camisa y asomó mi sostén de encaje. Nos besamos, duro, porque yo lo necesitaba, la veterana sabía besar muy bien. Llegamos a una casa muy linda, me ayudaron a bajar del auto y me llevaron abrazada adentro. Fuimos directo al dormitorio, que tenía una cama enorme. Comencé a bailar aunque no había música, una de ellas me abrazó y me besó esta vez con dulzura. Me desnudaron antes de que me diera cuenta, ellas se desnudaron mutuamente, se besaron y se masturbaron mutuamente mientras yo las observaba. De pronto me miraron, como si me descubrieran haciendo una travesura, se abalanzaron sobre mi, empujándome sobre la cama. Ataron mis manos juntas a la cabecera de la cama y mientras una me untaba con un delicioso aceite cuyo aroma terminó de transportarme a otro mundo, la otra comenzó a olfatearme toda hasta que llegó a mi sexo. Lo exploró como si fuera la primera vez que veía un sexo de mujer. Podía sentir la punta de sus dedos, separando mis labios, rozando el clítoris, abriendo la entrada a la vagina, sentí su dedo en mi interior y luego su dedo en mi ano. Nunca me había dejado penetrar el ano, fue algo que siempre me impresionó, pero ya era tarde, la veterana metió su dedo sin pedir permiso. Fue una sensación extraña, pero no puedo decir que desagradable. Luego de un rato cambiaron lugares, y fue la otra mujer la que se ocupó de mi sexo. Yo no podía ver, pero sentí su lengua que me mojaba con su saliva caliente, escupió en mi concha y esparció la saliva como lubricante. Luego sentí como de un solo golpe me penetraba con algo largo y rugoso. Sentí que entraba hasta el fondo de mis entrañas, luego comenzó a girar y a vibrar. Comencé a gritar con desesperación y sus besos ahogaban los gritos. El placer era indescriptible, pues la otra no dejaba de estimular cada rincón de mi cuerpo con sus manos aceitosas y su lengua caliente. Nunca me había besado tan hábilmente. Les tuve que rogar que se detuvieran, porque mi cuerpo y mi cabeza estaban totalmente fuera de control. Después de unos momentos, en que me dejaron descansar y comenzaron a besarse y tocarse, creo que me dormí, pero tuve unos sueños altamente eróticos. Al despertar, una de ellas me estaba acariciando y comenzó a besarme ni bien abrí los ojos. Veterana1 - eres la mejor hembra que hemos compartido. Te excitas con solo mirarte y te entregas como si fuera la última vez. Quisiera que nos siguiéramos viendo, solo para coger claro está, nosotras vivimos juntas desde hace años y no queremos otra intromisión que no sea sexual. Yo no podía pensar, sus caricias, el tono de su voz y la resaca no me lo permitían. La mujer se acostó y abrió sus piernas, sus manos empujaron mi cabeza hacia su sexo, de color oscuro, y con vello escaso. Tenía un aroma muy dulce, y comencé a lamer, succionar y besar. Ella tomaba sus senos, estimulando con caricias y mordiscos. Comenzó a gemir con tanta intensidad que la otra se despertó y nos miraba complacida. Sonó mi teléfono, y quebró el clima. No atendí la primera vez, pero insistieron. Era Karen, que quería saber dónde y con quién estaba. No le contesté, corté y apagué el aparato. Pero ya no pude continuar, me vestí y volví a casa, a prepararme para ir a trabajar. La pareja me citó para vernos de nuevo, esa noche en el mismo lugar. Fui y esta vez la pastilla estaba en la bebida y no me di cuenta. Esta vez no fuimos a su casa, fuimos a otro club, pero privado. Había parejas masculinas y femeninas. Nos sentamos en un rincón del salón y una de ellas se arrodilló frente a mí, subió mi falda y bajó mi braga. Me besaba los muslos, y obedeciendo el estímulo se abrieron a las caricias. Me hizo retorcer de placer, tanto que casi caigo al suelo. La otra nos miraba y jugaba con sus tetas. Me pusieron de pie y me quitaron la falda, de manera que de la cintura para abajo, yo estaba desnuda. Comenzamos a bailar, uno se abrazó a mi frente y la otra a la espalda. Así estuvimos unos 15 minutos, hasta que mis piernas no resistieron y tuvieron que sostenerme para no caer. Me llevaron otra vez a la mesa, me cubrieron y volvieron a bailar solas. No sé cuanto tiempo estuve allí, pero cuando desperté ya estábamos en su auto, rumbo nuevamente a su cama. No recuerdo si esa noche hicimos o me hicieron algo más, pues creo que me desmayé al llegar. Después de esa noche no volví a verlas. Después de un par de semanas, Karen y yo nos dimos cuenta de que ya no podíamos volver a confiar la una en la otra, así que nos separamos. Espero haber aprendido algo, después de tanta locura y desenfreno.