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En El Parque

La cuerda se tensaba con suavidad pero con firmeza. Los brazos atrás de la espalda por encima de los hombros hacia que mis senos se levantaran, mi adorado Amo tomo esto como un atrevimiento y sonaron una, dos, tres palmadas que hací­an rebotar mis senos y se iban poniendo rojos. Ni una lágrima. La sonrisa no era para nada fingida. Era un sueño hecho realidad. Con delicadeza mi adorado Amo soltó los nudos y froto con cuidado las marcas en las muñecas y los antebrazos. Entonces tomo un abrigo y me ordeno que me lo pusiera, sin ropa interior. Sacó, no se de donde, una caja y enfrente de mi la abrió, era un par de sandalias, altí­simas, como nunca uso tacones ya sabia yo del dolor que me iban a causar, pero eran tan deliciosamente atrevidas que una nueva sonrisa de agradecimiento fue para él. Cuando ya estuve “vestida” amarro mis manos por delante, solo de las muñecas y me ordeno caminar hasta el parqueadero. Nos subimos al auto, en completo silencio, la expectativa me mataba, excitada hasta más no poder, dentro del carro se sentí­a el olor a hembra y mi Amo lo notó. A ver como esta de caliente mi cachorra. Un dedo hurgaba suavemente entre los labios de mi cuca, y solo hacia que me sintiera más y más caliente, más deseosa de complacerlo. Ya era tarde, no se exactamente, tal vez mas de las 2 de la mañana, mi Amo se veí­a seguro a donde se dirigí­a, pero ni se me ocurrió preguntar.. De pronto se detuvo, al frente de un parque en una zona comercial. Se veí­an grupos de personas que salí­an de los bares caminando por ahí­, taxis que pasaban en medio del frio de la noche. Mi Amo se bajó del auto, como todo un caballero abrió la puerta de mi lado, con las manos atadas me tomo algo de trabajo salir y pararme en esas sandalias que me hací­an perder un poco el equilibrio. Entonces mi Amo me ordeno pararme frente a la ventana del carro, y también que me inclinara un poco, me desabrocho el abrigo y lo puso sobre mi espalda, quedaba mi culo totalmente expuesto. Volvió a subirse y ya adentro me ordeno que acercara mis tetas a la ventana, las tomo en sus manos y las puso dentro del carro y comenzó a subir el vidrio hasta que las aprisionó totalmente, alternadamente me pellizcaba los pezones y los acariciaba. El dolor de tener los senos entre el vidrio apenas se sentí­a, el frio en el culo y la vergüenza porque sabia que ya habí­a un grupo de personas curioseando el espectáculo de mi culo al aire y mis tetas prisioneras. Mi Amo se bajo del auto y detrás de mi me dio las palmadas que merecí­a por sentir vergüenza Una puta como usted no puede sentir vergüenza, es mí­a y yo la expongo como quiera y donde quiera entendió? Me susurraba al oí­do. Entonces retrocedió y con toda la naturalidad del caso preguntaba a dos tipos que miraban lloque pasaba. Como les parece mi cachorra. Ahí­ donde la ven esta feliz de estar así­, es lo que le gusta, verdad mi cachorra? Yo asentí­a como podí­a con la cabeza Verdad cachorra? Me repitió la pregunta con firmeza Si Amo! Estoy feliz de estar así­. Entonces, con ese tono de ser mi dueño que me encanta les pregunto a los muchachos Quieren tocarla? Solo tocarla... Sin meter un dedo o maltratarla, solo tocarla? Los chicos se rieron, me di cuenta que eran apenas unos muchachos por la risa nerviosa. Hasta que uno de ellos se animó y con cierta torpeza toco mis nalgas y mi entrepierna, los jugos que salí­an eran tan abundantes que el muchacho le dijo a su compañero Oiga hermano, esta hembra lo que esta es caliente. Así­ estuve, no se, una media hora, mas gente se reuní­a a mi alrededor, algunos me preguntaban si estaba allí­ por mi voluntad, tal vez pensaba que me tenia secuestrada, pero yo con alegrí­a infinita les decí­a que mi Amo hacia eso por mi y estaba allí­ por mi decisión. Cuando mi Amo se cansó del espectáculo de su cachorra, yo ya tení­a el culo helado pero seguí­a caliente. Se subió al carro, bajo el vidrio y me ordeno subir. Uno de los chicos cerró la puerta y sin más arrancamos. Cuando llegamos nuevamente a la habitación, mi Amo que es tan bueno, me permitió darme un baño tibio, tiritaba de frio. Cuando salí­ del baño, mi Amo estaba esperándome, con el collar en la mano. Un beso después de ponérmelo y me ordena que me arrodille a sus pies, su pene delicioso en mi boca, nada podí­a ser mejor, querí­a agradecerle todo lo que hacia por mi. Tomaba mi cabeza contra sus huevos y todo su pene grande y duro quedaba en mi boca, contaba hasta 20 lentamente para soltarme la cabeza. De repente, me apartó y sin mediar palabra ensartó el otro lado de la correa en el pilar de la cama. Me ordenó acostarme en el suelo y que me quedara ahí­ hasta que el me usara. Me acosté lentamente en el suelo, beses sus pies y mi Amo se fue a dormir, con su cachorra a los pies de su cama, como debe ser, caliente y dispuesta para cuando a la madrugada sintiera el jalón de la correa, dirigiendo mi boca nuevamente a su pene para tomar mi desayuno de leche caliente.
sumisa

Soy hombre heterosexual

visitas: 2988
Categoria: Sadomasoquismo
Fecha de Publicación: 2009-07-26 11:27:15
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