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Hola, esta vez, no pretendo contar una historia inverosímil o fuera de lo normal: esta vez pretendo contar algo que cambió mi vida realmente, que me hizo descubrir que no todo lo que uno sueña, está tan lejos de ser realidad... Hace unos años, yo era profesor de -cualquier cosa- en un instituto al Sur de Bogotá. Me sentía fantástico, toda vez que el de ser docente es un sueño que he tenido toda mi vida, y que me ha brindado muchas historias y vivencias como esta que contaré ahorita mismo. Siempre di clases de Bases de Datos, Ofimática, y alguna que otra de programación... el darles a esos chicos una oportunidad de saber que sus vidas tenían sentido, era no sólo un reto, sino una oportunidad de vivir cosas que la verdad, nunca viví, por estar siempre alejado de las personas, y por no querer arriesgarme en antiguas épocas a andar en pasos de experimentación (iba a escribir "malos pasos", pero no son malos, de hecho) Ok, a lo que iba: En el instituto me asignaron Geografía como la materia que daría en el módulo que comenzaría la semana siguiente a la que me asignaron. Como diría alguien: "Hasta ahí, normal". Di mi primera clase, conocí a los alumnos, y no me había concentrado en nada, sólo en cumplir con mi deber y hacer que ellos lo disfrutasen. Al segundo día, llegó ella: una alumna "nueva" (en realidad nunca llegaba los primeros días, como me confesaría más tarde, en esas charlas de almohada y de caminata que tuvimos) Ella me dijo que lo hacía bien, pero que se le antojaba demasiado aburrida la clase de la forma tradicional, que me veía capaz de hacer algo nuevo. (No sé si ella lo había notado, pero en ese momento estaba concentrado tanto en lo que ella me decía, como en cómo se movían sus labios sensuales para vocalizar sus palabras) Pasaré a describirla, para que los que lean esta historia, la vean del modo como la vi yo... Piel clara, 1.60 cms, unas caderas cimbreantes, unos senos pequeños pero provocativos, unos ojos sensuales, unos labios carmesí natural, que invitaban a ser besados... ella lo llamaría más tarde "cara de pico" porque ella veía mi cara de "quiero beso" y por razones que comentaré más tarde en el relato, no podíamos. Su nombre, lo dejaremos en Daryhann. Y esa chica, cambiaría mi vida desde ese día, para siempre. Después de que me recordó lo de la clase, y yo perdido en esas formas... le dije: "Ok, vamos a cambiar esto. Lamentablemente es cierto, el modo tradicional no me gusta, y tampoco quiero ahuyentarlos". Luego ella y una compañera de ella, se fueron. A los diez minutos, estando yo en ese salón, pensando en cómo arreglar el desorden (léase mejorar las clases), llegó ella. Habíamos empezado a conocernos. Cada segundo que la conocía su personalidad se me hacía más y más interesante... al punto que me había olvidado que mis manos se habían tornado frías. Una habilidad a la que yo le presté atención en un tiempo, pero que después olvidé, como quien olvida un cumpleaños, u olvida el celular en la casa. Sólo se da cuenta cuando la necesita, o necesita recordar para qué funciona. Nuestros temas incluyeron desde las madres solteras, hasta nuestras vidas. Y en ese punto, fue donde empezó toda esta enigmática leyenda. Daryhann me había invitado a un helado. No le vi nada de malo a eso, ya que uno como profesor acostumbra siempre recibir invitaciones de sus alumnos, ya sea a unas cervezas o a comer algo, o incluso dulces y helados, mientras uno no se compre por eso, todo está bien. En lo que comimos nuestros helados, ella notó algo... "Profe..." me dijo. Yo la miré y dije: "Dime." Ella me respondió: "me gusta como come helado." Yo le pregunté porqué. Ella me respondió, que lo hacía de una manera "muy muy sexy", en sus propias palabras. No podía creerlo. Ni tenía la intención de hacerme ver así, y yo le dije a ella "Ve, pero no tengo ninguna intención mala... es decir, yo tengo cierta carga erótica, pero" Ahí nos detuvimos. Ella me dijo: "No hay problema." Yo le respondí: "Estamos fuera del instituto. Así que somos dos seres humanos comunes y silvestres. Puedes decirme lo que desees." Ella, intuyendo mi intranquilidad, me dijo: "No hay problema. De hecho, a mí me gusta como come el helado. Me gusta su carga erótica. Y ya que estamos en confianza..." Mi intuición se disparó: jamás en mi vida había tenido tanta seguridad de eso como ese día. "...no entiendo porqué ella me boletea tanto." me dijo Daryhann. Yo pregunté: "¿quién?" Ella volteó y me dijo: "Mi compañera... es una de mis parejas, sólo que me gusta la discreción." Yo dije: "Oh, y pensaba que sólo en los relatos se veía eso." Ella sonrió y dijo: "No tanto." Luego de eso dijo: "Van a ser las 11 y media, y debo ir a recoger a mi hija en el jardín. Confío en usted profe. No me defraude: mañana seguiremos esta misma charla, cuando salgamos." Sus secretos, salían a flote, como salen a flote los restos de un barco naufragado, poco... a poco. Yo, entre tanto, no podía ilusionarme: estaba ad portas de un compromiso con una chica en otro lado, en otro país: en otro mundo. Así que consideré esa nueva amistad como una forma de despedirme de la soltería por lo alto: como volver a ser libre: pero sin serlo. A la mañana siguiente, retomamos los temas. Ella me intimó muchas cosas, me sentí tranquilo, feliz que en secreto hubiera encontrado, a la mujer de mi vida. Igual, mismo día mismo helado. Sólo que entre más detalles me contaba, más deliciosos los momentos con ella, y más me abarcaba el deseo de estar con ella, de amarla... de darnos esa oportunidad. Sólo que una semana después no fue igual. Nos fuimos a caminar, sólo que ella me dijo: "Profe... ¿nunca se ha perdido en un bus?" Yo le dije: "Controlo mis rutas, sé exactamente dónde estoy y dónde bajar" Ella me dijo: "Vaya, tanto control le puede hacer daño profe." Nos subimos a un bus para ir desde donde estábamos a un punto B sin retorno... totalmente desconocido para mí. Ella me dijo: "Hoy, nos perderemos." Yo le pregunté: "Y como para qué?" Ella me dijo: "No sé, pero hoy quiero perderme." Y se fue, obviamente conmigo. Pasaron unos minutos, hablando de música, y de mi vida, ya que ella quería saber algo de mi tortuosa vida... Le conté dos o tres historias, acerca de porqué en ciertos aspectos soy como soy... Mi partenaire sólo se sorprendía por lo que le contaba, y luego de eso, cambiamos el tema. Empezamos a cantar una canción de la Mosca TséTsé... adivinen cual era? "Te quiero comer la boca, te quiero comer la boca, y llegar hasta el final..." Luego nos miramos, y llegó el primer beso. Qué primer beso. Nos bajamos al final del camino: un lugar lleno de fincas y praderas... nos tiramos al pasto, y empezamos a besarnos ardientemente. Ella me confesó que me deseaba, y yo le dije que la deseaba a ella, ahí y ahora. Ella me dijo que no, que nos fuéramos para mi casa mejor, que me tenía una sorpresa. Después de un rato, nos fuimos para allá. Ella hizo un par de llamadas, y salió conmigo, muy campante, a acompañarme a la casa. Nos dimos muchas vueltas, muchos detalles hermosos, y cuando llegamos a casa, empezó una faena corta pero sustanciosa. Ella me quitó la ropa, yo batallé quitando la de ella: sobre todo el sostén... los brasieres siempre han sido mi dificultad, sobre todo porque son demasiadas habilidades motrices, y ese no era mi fuerte. En fin, ella y yo nos quitamos la ropa. Nos pusimos a ver televisión un rato y luego empezó todo. Si sus cimbreantes caderas me volvían loco con ropa, sin ella, me hicieron ver el paraíso. Nos chupamos y besamos como amantes de toda la vida, nos mordimos suavemente incluso, yo le mordí los pezones suavemente, los chupaba, como si no hubiera esperanza. Luego de chuparle sus senos, empecé a masturbarla delicadamente al principio, luego más fuerte: estaba completamente húmeda. Su mirada me decía que desde hacía mucho tiempo quería eso, y yo accedí. Me puse boca arriba, y ella empezó a moverse sensualmente. Me hizo bajar las manos, y dijo una palabra: "Quieto." Yo ya estaba bajo su control. Mi cuerpo no tenía voluntad: mis piernas se abrieron bastante fácil, y mientras sonaba una canción de Panda, ocurría un evento magno: ella sería la primera mujer en mi vida que me cabalgaría. Y lo hizo con una maestría envidiable... me hizo gozar como nunca, muy ricamente, pero, había que irse. Era muy tarde, y desde ese día nos volvimos compañeros sexuales... o perdón, más que eso: nos volvimos pareja. No alcanzan las palabras ni el tiempo para contar el resto, pero en secuelas de esta gran historia, iré contando algunas anécdotas... que espero gusten, así como este relato. A los que lo lean, mil gracias :)