Guía Cereza
Publicado hace 15 años Categoría: Autosatisfacción 885 Vistas
Compartir en:
Sólo recuerdo que desperté en una habitación oscura. Mi ropa no estaba, me sentí­a relajada, como si hubiese dormido muchas horas. No sabia donde estaba, ni la hora. Toque mi muñeca buscando mi reloj y no lo encontré. Busqué una ventana para ver si era de dí­a o de noche. No habí­a. Sentí­ un fuerte mareo y volví­ a recostarme, tratando de entender que habí­a pasado. Lo más extraño de todo, es que no estaba asustada. Una voz en mi interior me decí­a que estaba a salvo. No podí­a comprenderlo, pero sabí­a que estaba bien. Lo sentí­a. Traté de recordar que habí­a hecho en las últimas horas y no pude. Cuanto más trataba de recordar, más dolor de cabeza sentí­a. No tení­a fuerzas ni siquiera para hilar un pensamiento. Permanecí­ en la cama, desnuda, mis ojos cerrados, a lo lejos alcancé a oí­r un sonido, traté de levantarme y mientras lo hací­a, el sonido se hací­a cada vez más fuerte y más claro.. eran tambores. Al escucharlos mi cuerpo comenzó a temblar, pero no de frí­o, ni miedo. Comencé a sentir mucho calor, mi respiración se agitaba, mi cuerpo se moví­a al ritmo de los tambores. Yo conocí­a esos sonidos, ya los habí­a escuchado con anterioridad, no sabí­a donde ni cuando. Y lo más extraño era que habí­a disfrutado. Sin querer mis manos fueron recorriendo mi cuerpo, sentí­a calor, pero mi cuerpo estaba frí­o y sin embargo sentí­a la sangre pesada, los párpados se cerraban, pero mis manos no podí­an dejar de moverse. Los movimientos iban al ritmo del tambor, lento, pausado. Quien tocaba lo hací­a con el único fin de excitarme. Y yo no podí­a dejar de moverme, mi cuerpo ya no era mí­o, pertenecí­a a esos sonidos, se moví­a a su ritmo. Si el tambor dejaba de sonar mis manos se detení­an, si lo hací­a lento, así­ se moví­an ellas.. pero cuando el tambor comenzó a oí­rse con frenesí­, mis manos no dejaron de moverse, subí­an y bajaban, recorrí­an, mi cara, mis pechos, pellizcaban mis pezones, tocaban mi pubis y siguieron hasta llegar al clí­toris. Dios!! Que sensación... No podí­a respirar, mi cuerpo temblaba, mis gritos eran amortizados por las paredes y yo seguí­a cayendo en un abismo, pero ya nada me importaba. A lo lejos escuche el sonido de la puerta al abrirse, durante unos instantes sentí­ miedo.. pero después no me importó. Él se acercó a la cama, lo sentí­ a mi lado, era él...lo noté por el olor..., podí­a sentir su mirada recorriendo mi cuerpo, siguiendo el movimiento de mis manos. Intenté abrir mis ojos pero no pude. Quise hablar, pero de mi boca solo salí­an gemidos. Sabí­a que estaba acercándome al final y querí­a concentrarme y él querí­a verme llegar. Se arrodilló junto a la cama y pude sentir su respiración. Seguí­a sin verlo. Su boca estaba cerca de mi oí­do, sentí­ su lengua deslizándose por los pliegues. Y ahí­ escuché su voz. Hablaba muy despacio, su voz era tan excitante...ronca...ese dí­a.. y me susurró: No luches.. No busques.. No desesperes.. Solo siente. Fue en ese instante que sentí­ un fuerte orgasmo, me escuche gritar y me di cuenta que la habitación olí­a a sexo. Cuando todo a cabo, sentí­ una mano en mi rostro, fue recorriéndola lentamente con un dedo, cuando llegó a mi boca, cambió su mano por sus labios y me besó. Fue un beso tierno, de entrega. Dejó mis labios y lentamente fue recorriendo con su lengua mi cuello hasta llegar al oí­do. Cuando llegó a el, sentí­ que se le formaba una sonrisa y fue en ese preciso instante cuando volvió a hablarme y dijo: Bienvenida Amor...bienvenida...
Publica tu Experiencia

🍒 Pregunta Cereza

La escasez de privacidad (compartir espacios con terceros) está afectando la vida sexual de muchas personas. ¿Cómo calificarías la privacidad que tienes para vivir tu vida sexual?🤔