
Compartir en:
Lo que sigue a continuación fue una experiencia que viví hace muchos años con un amigo , cuando apenas éramos unos jóvenes y que, por entonces, Luis y yo éramos simples compañeros, que poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Teníamos muchas cosas en común, pero sobre todo, nuestro interés por el sexo. Ambos pasábamos muchas horas juntos y, de vez en cuando pedíamos a otro amigo, (un compañero que –por entonces- viajaba mucho al extranjero), que nos prestase alguna de las revistas pornográficas que traía del extranjero y que ojeábamos en casa de mi amigo, encerrados en su habitación.
En casa de Luis yo era muy bien recibido, pues sus padres me tenían un especial afecto. Sobre todo porque yo les daba la impresión de ser bastante maduro, y supongo que eso les tranquilizaba respecto a su hijo que, aunque muy buena persona, era un poco alocado y "ligero de cascos". Y supuestamente yo era como un modelo a seguir para sus padres.
Como decía, con algunas de estas revistas nos encerrábamos en el cuarto de Luis y allí solíamos excitarnos mucho mirando estas publicaciones que nuestro compañero solía comprar en el centro.
Recuerdo que en cierta ocasión y estando muy excitados, (Luis mucho más que yo), éste comenzó a masturbarse ante mi sin ningún rubor. Yo me sentía incómodo, pues era la primera vez que hacía esto delante de mí. Además, yo estaba muy nervioso por si su madre entraba en cualquier momento. Pero a Luis siempre le ha gustado el riesgo; esto le excitaba mucho y él seguía con su masturbación mientras yo contemplaba atónito la escena.
El colmo de mi sorpresa fue cuando finalmente eyaculó en su mano, una gran cantidad de leche, muy espesa (pues no había donde hacerlo) y yo le pregunté: ¿Y ahora que vas a hacer con eso?. Él, sin apenarse para nada, pasó su mano por su lengua y se tragó su propio semen. A mi casi me da un infarto. Y un sentimiento de asco recorrió todo mi cuerpo.
En otra ocasión la cosa fue mucho mas lejos. Hacía unas semanas que yo había adquirido una máquina de fotos y nos dirigimos a su casa para ojear una de estas revistas. También con la intención de hacerle algunas fotos si él me lo pedía. Pero debo ser totalmente sincero, pues lo que yo pretendía realmente era darme un revolcón con él. Además, como en esta ocasión no había nadie en la casa, las cosas serían mucho mas fáciles para mi.
Luis me propuso desnudarnos y hacernos unas fotos, tapándonos el rostro (para no ser reconocidos si llegaba el caso), pero en actitud pornográfica y homosexual. Unas veces chupándome él pene; otras veces haciéndoselo yo a él; otras haciendo un magnífico 69, etc. Pero en ningún momento llegamos a eyacular. Yo estaba encantado, pues había estado deseando que llegara este momento. Y deseaba con todas mis fuerzas tener aquel encuentro con él, aunque fuese ficticio, pues yo pensaba que él era netamente heterosexual. Muchos años después he comprendido que mi amigo es un "todo terreno" que disfruta igualmente con hombres que con mujeres. Igual que yo. Pero yo conocía mis propios gustos. Lo que yo no sabía es que él coincidía conmigo también en eso.
A partir de aquel momento estos encuentros fugaces se fueron repitiendo cada vez con mayor frecuencia. Pero ya no ocultábamos ninguno de los dos nuestros inconfesables deseos.
Y así, siempre que sus padres se iban fuera de la ciudad, Luis me sugería ir a su casa, donde nuestros encuentros era cada vez más plenos y satisfactorios. En cierta ocasión mi amigo me propuso que le penetrara. Yo me quedé asombrado, pues jamás había hecho eso y aquella propuesta me sorprendió bastante. Fue la primera vez que yo penetré a un hombre y, debo ser sincero, esto me gustó bastante. Al principio nos hacíamos un poco de daño, pero poco a poco fuimos adquiriendo un poco de destreza y conseguimos disfrutar muchísimo de estas experiencias. El gozaba mucho, pero yo gozaba mucho más.
Así mantuvimos nuestros encuentros hasta que yo contraje matrimonio, cosa que él hizo al poco tiempo. Y como nuestras respectivas esposas mantenían una excelente amistad, con frecuencia buscábamos cualquier pretexto para mantener nuestros encuentros sin que ellas sospecharan nunca nada extraño.
En cierta ocasión Luis me hizo una proposición; quería que estuviera con su esposa en presencia de él. Al principio me escandalizó esta propuesta, pues yo consideraba que ella desconocía los deseos del marido y me parecía extremadamente fuerte tal proposición. Pero Luis me aseguró que su esposa estaba al corriente de sus deseos y también estaba interesada. El le había contado que yo tenía una gran verga y ella quería, no solo comprobarlo, sino que estuviera sexualmente con ella. Yo no sabía que hacer ni qué decir. Siempre la consideré como una verdadera amiga y no entendía cómo ella se podía prestar a tales requerimientos. Pero al parecer ella era una mujer extremadamente "caliente" y estaba deseando probar mi polla en su coñito, pues Luis le había comentado que el tamaño de mi pene era bastante considerable.
Después de muchas valoraciones por mi parte y pensando en las repercusiones que esto podía tener si mi esposa se hubiese enterado, finalmente accedí y una tarde nos dirigimos a una cabaña en guatape que un amigo de Luis le había prestado para la ocasión.
Yo estaba entre nervioso y excitado y bastante desorientado, sin saber cómo actuar. Marisa, que así se llamaba la esposa de Luis, actuaba con total naturalidad, lo cual llamaba poderosamente mi atención, como si no fuera la primera vez que ella participaba en una orgía semejante.
Después de ducharnos, nos metimos en la amplísima cama redonda, que había en el dormitorio principal y comenzamos nuestros juegos. Marisa comenzó por agarrarnos las pollas a Luis y a mi, metiéndoselas en la boca y chupándolas alternativamente. Nosotros estábamos super excitados y poco a poco fui dejándome llevar por la situación. En un momento determinado ella me pidió que la penetrase y colocando sus piernas por encima de mis hombros, se puso en posición para ser penetrada hasta el fondo. Luis se situó detrás de ella ofreciéndome su polla para que yo se la chupase, mientras me follaba a su esposa. Ella, desde su posición pasaba la lengua por sus bolas y él gemía de gusto. La sensación del placer que yo sentía era indescriptible, pues estaba haciendo dos de las cosas que más me gustan en el terreno del sexo; follarme a una mujer y chuparle la polla a un hombre al mismo tiempo.
Poco después cambiamos de postura y yo me acosté boca arriba sobre la cama, mientras que ella se introducía mi polla hasta el fondo, con un movimiento sube-baja, que me volvía loco. Al pronto, Luis se echó sobre ella, mientras le introducía la verga por el ano y nuestros huevos se rozaban con aquel excitante baile sexual sin precedentes.
En aquel estado de excitación y con mi polla a punto de reventar, Marisa se corrió varias veces y yo tuve que hacer grandes esfuerzos para mantenerme hasta que ella se encontró totalmente satisfecha. Luego, Luis se corrió sobre su mujer cubriéndola con una gran cantidad de leche que brotó de su verga super excitada.
Aquella experiencia se repitió todavía unas cuantas veces más. Pero lo más duro para mi era mantener las apariencias para no levantar sospechas, cuando las amigas se juntaban,. De esto mi esposa nunca supo nada