
Compartir en:
A esta altura y después de vivir tantas situaciones en dos semanas, me sentía mal, vacía, pero faltaba algo y ese algo llego en la pequeña ventana de avisos del Messenger.
Andrés acaba de iniciar sesión…
Lo salude y le pedí que me llamara porque tenía un montón de cosas por contarle, le hable de todas las locuras que había hecho, mi amigo del chat, el maduro del gimnasio, el amigo que corrompí y el desconocido. Analizamos y nos reímos con cada historia y le sugerí… - y ahora quiero estar contigo- y el respondió- que te hace pensar que yo quiera-a lo que con seguridad le dije -que aun me deseas- tienes toda la razón, conmigo puedes contar para lo que quieras (risas)
Seguimos hablando por mucho tiempo de todo en nuestras vidas y finalmente cuadramos nuestro encuentro al día siguiente en la mañana, yo faltaría al gimnasio y el a clases, seria en mi casa, en mi nueva cama que quería estrenar con él. Su única condición fue que no tendiera mi cama y las cobijas quedaran encima.
Esa tarde fue un infierno, tenía mucho miedo, estaba aterrada, me sentía vulnerable, solo podía pensarque él era mi mejor amigo que me conocía más que cualquier hombre, sabia de mis gustos, mis secretos y con solo una mirada podía saber que pensaba.
Volvió a llamarme en la noche le comente mis miedos y me dijo… confía en mí, recordamos el pasado cuando nos conocimos en la U, el primer beso que nos dimos, y como siempre lo dejaba caliente (jijiji), en ese tiempo no sabía la razón pero después de haber decidido entre los dos dejar las cosas así y ser simplemente amigos, y construir una linda amistad, supo que había mentido a nuestro grupo de amigos y aun era virgen.
Me desperté a la mañana siguiente con una nueva llamada diciéndome que iba entrar a clase y cuanto me deseaba, eso me puso a mil, y mi mente volvió a besarlo, tierna, apasionadamente, exigente, a sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus besos en mi cuello, sus caricias, y su pene debajo del pantalón.
Me vestí pensando en el, me puse un short con una blusa de tiritas, muy deportiva, porque recordé cuanto lo excitaba ver las mujeres en esa ropa, y entre mis recuerdos sonó otra vez el teléfono avisando que ya venía.
Mi corazón se acelero, sabía que esta vez no iba a ser la chica atrevida, o la niña inocente, o la seductora, o la arriesgada. Iba a ser Aleja Figueroa en todas sus dimensiones, con los ojos cerrados aun absorta en mis pensamientos escuche su carro estacionar, subir las escalas y tocar la puerta.
Suspire… y vi a Andrés, su sonrisa encantadora, sus brazos con esos músculos que me hacían saborearme, su torso que me hace desear quitarle la camisa, sus piernas que me dejan sin respiración, su altura que me obliga a empinarme para darle un beso.
Abrí la puerta y me sonreí al ver la diferencia de nuestro vestuario, el de corbata y yo sport, ilumino el espacio con su sonrisa, cogí su corbata y lo jale hacia dentro de la casa, hacia mis labios, nos volvimos a besar después de más de un año de no hacerlo, no fue nada tierno, fue un beso lleno de pasión, de deseos reprimidos, quite su chaqueta para poder sentir sus brazos, su camisa para ver sus hombros, su pecho, su abdomen, mis dedos recorrían cada musculo. Con su boca bajo las tiras de mi blusa, y brasier, mientras me abrazaba, beso a beso recorrió mi cuello,mis hombros, mi pecho, con sus manos se hizo paso para liberar mis senos, los lamio, chupo y beso hasta que se pusieron erectos, nos abrazamos nuevamente, y comenzamos una ronda de besos, mi lengua entraba y salía de su boca, nos mordíamos los labios y saboreábamos uno al otro.
Bailamos en un juego de seducción, de roce, mientras él me conducía hacia mi cuarto, mi lengua quería sentir el sabor de su cuerpo, y lamí su cuello, su pecho, bese sus tetillas, baje por su abdomen marcado, mi lengua recorrió justo donde desaparece su piel y queda oculta bajo el pantalón,pero sus manos me obligaron a volver a pararme, bajo mi short con sus manos rosando delicadamente mis piernas mientras quedaba completamente desnuda,me deshice de su pantalón, mientras Andrés me miraba con ojos de deseo, otro abrazo, sintiendo su cuerpo desnudo, su calor, su olor, besos al ritmo de nuestros movimientos,nos separamos un momento cogió su pantalón y saco un condón del bolsillo, lo abrimos juntos, lo colocamos en su pene perfecto, grueso y largo, que tenía mi vagina inundada de líquidos que empezaban a regarse por mis piernas, subí mi pierna al borde de la cama, el se acomodo y hundió su pene en mi, y así abrasados, tuve mi primer orgasmo.
Me subió sobre el tocador y su boca saboreo mi orgasmo, probé mis propios líquidos en sus besos, me abrase con mis piernas a su cintura y con mis manos en su cuello, el alzo mi cuerpo y su verga volvió a entrar en mi vagina, una y otra vez, con sensaciones intensas, me recostó en la cama y ahí siguió penetrándome con más fuerza, lo abrase e hice un movimiento para quedar encima suyo, comencé a devorármelo cada vez con un ritmo más agitado, hasta que llego mi siguiente orgasmo, el se sentó y seguimos moviéndonos abrasados, mientras nos besábamos lujuriosamente, volvió a estar encima mío, penetrándome sin piedad, hasta que su cuerpo convulsiono y cayó al lado mío.
Hubo un gran silencio, observamos el techo de mi alcoba, después nos miramos y reímos juntos, nos besamos tiernamente, por fin nos saludamos, hablamos un poco de nuestras vidas. Andrés fue a buscar su maletín y regreso con una chocolatina Jet, la abrí y nos la comimos entre besos (sabía que son mis preferidas, detalles que matan). Nos acomodamos debajo de las cobijas, y ahí abrazados, comenzamos a besarnos me puso encima suyo, con cada movimiento podía sentir cada parte de nuestros cuerpos, mis pies rosando sus piernas, mis muslos abrazando sus caderas, mi estomago encima del suyo, mis senos en fricción contra su pecho, mis manos entrelazadas con las suyas y nuestras bocas unidas en un eterno beso, que trasmitía el aire de nuestros gemidos de una boca a otra, sentía en cada centímetro de mi vagina su pene, nuestros cuerpos rodaban en la cama para cambiar de posición, mis sentidos se encontraban solo con él, deseaba que ese momento no acabara y sentirme protegida, segura, para siempre, entre mi demencia escuche sus palabras al oído, saliendo como un suspiro… Hacemos el amor. Y extasiada sentí como venia su orgasmo, al mismo tiempo que el mío y solo pude tener una idea en mi mente… que Andrés fuera feliz.
Recobre el conocimiento y pude ver como dormía abrasado a mí, sentir su pecho en cada respiración, la tranquilidad que reflejaba su rostro. Pero desperté de mi sueño y vi la hora, hace rato Andrés debía estar en el trabajo, pase mi pulgar por sus cejas para despertarlo pero no lo conseguí, bese su boca, y fue despertando mientras me respondía, le comente la hora y me volvió a besar con pasión.
Mientras se vestía, y a pesar de su retraso lo hacía despacio para que yo pudiera deleitarme, hablamos de la deliciosa experiencia que acabamos de tener, y me dijo… Tu eres un ángel, en su rostro se dibujo esa sonrisa maliciosa que me cautivaba… caído del cielo. Y al unisonó dijimos… un demonio en la tierra.