Todo comenzó una cálida tarde de enero, estaba descansando plácidamente en mi cama, cuando de repente suena mi celular, era Camilo, aquel chico que por mucho tiempo me tenía soñando, deseando en cada instante el rose de nuestras pieles; según él, me quería invitar a pasar la tarde en su casa, yo obviamente no le vi nada de malo, y fui de inmediato para allá, no note nada raro en su comportamiento, pero, él tenía otros planes para mi.
Comenzó a besarme, a pasar sus manos por mis senos, mientras que mis manos rodaban su cuerpo, quitándole la camisa, a desnudar su hermoso cuerpo, y deleitarme con la suave fragancia que brotaba por sus poros, aquel olor que antecede al sexo… ¡A una buena sección de sexo!...
De repente Camilo se detuvo, pensé que se había arrepentido, pero era todo lo contrario, comenzó con una fuerza a quitarme toda la ropa, como si me estuviera obligando… sentado en mis piernas, sujetando mis manos sobre mi cabeza, y mordiendo suavemente mis pezones… regalándome el placer de sentirme dominada, y obviamente, yo no le iba a negar.
Luego de tener desnuda delante de él, me sujeto con una corbata a la cabecera de la cama, abrió de repente mis piernas, y comenzó a pasar su lengua por mi vagina, a jugar con mí clítoris, a presionarlo con sus labios y al mismo tiempo, sus dedos pasando de arriba abajo, hasta que uno y luego otro, fueron entrando en mí, pero eso sí, sin dejar su lengua quiera entre mis piernas… al mismo tiempo que sus manos rosan mis piernas, comienzan a brotar todos aquellos deliciosos jugos, néctar de dioses, que solo pocos han podido disfrutar.
Mis gemidos de placer no se hacen esperar, y al mismo tiempo mi petición de que me penetrara… pero esto no estaba en mí poder, y menos en los planes de Camilo, acerco su pene a mi boca, y yo ni corta ni perezosa, comienzo a chupárselo, a jugar con mi lengua haciendo pequeños círculos, mis labios apretando su rico y duro miembro, saboreándolo… hasta el momento en que él no aguanto más y termino en mi boca, en mis labios, el simple hecho de sentir su sabor, me excito aun mas, y no dude en seguir chupándoselo, hasta lograr que se le volviera a parar…
Pero él tenía el control, el decidía cuando iba a hacerlo… cuando me penetraría… y ese no era el momento…