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El Regalo Compartido

Adriana es mi mejor amiga, es de ese tipo de amigas con las que uno puede hablar tranquilamente sabiendo que no va a juzgar sino más bien a aceptar y a escuchar con respeto.  Entre ella y yo nunca hubo esa tensión sexual que sienten muchas parejas con una relación de amistad así de fuerte, es casi como si yo fuera su “amigo gay”.

Adri y yo siempre hablamos de nuestras fantasías y nuestras relaciones abiertamente, compartimos cada detalle de cada cosa que hacemos y disfrutamos compartiendo, es como si en el fondo los dos disfrutáramos contándonos cada cosa, solo ella sabrá cómo interpretar lo que le cuento, yo por mi parte sé que he disfrutado con muchas de las cosas que me ha contado.

Se acercaba la fecha del cumpleaños de Adriana así que decidí sorprenderla con un regalo, ella siempre me había hablado de lo mucho que quería un juguetico pero de algún modo no se sentía cómoda entrando a un sex shop a comprarlo así que decidí para su cumpleaños darle un juguetico que fuera acorde a sus fantasías, después de todo la confianza que nos teníamos hacia que supiéramos exactamente las cosas que nos gustan.

Ella tenía varias fantasías pero las más recurrentes incluían doble penetración y relaciones con otras mujeres, así que yo decidí darle un regalito con el que pudiera suplir las dos si ella quisiera, le compre un consolador de doble punta, suficientemente grueso y largo para ponerla a gozar, yo sabía que mi amiga, detrás de su imagen de niña buena era una perrota.  Le entregué el regalo el día antes de su cumpleaños con el ánimo de que su cumpleaños fuera la ocasión perfecta para estrenarlo.

Todo estaba dispuesto, ella organizó un parrandón en su apartamento al que obviamente me invitó, Adri tiene unas amigas que son muy por el estilo de ella, bonitas y con un apetito sexual bastante grande, no me sorprendió ver a varias de ellas ese día, sin embargo a medida que la noche pasaba no veía que mi amiga estuviera haciendo nada por estrenar su regalo. 

Una vez se fue todo el mundo yo pensé que a lo mejor ella no había encontrado la persona ideal o simplemente las cosas no se dieron, así que nos fuimos a dormir, gracias a la confianza que había entre los dos, siempre que salíamos yo la acompañaba a su apartamento para asegurarme que llegara bien y me quedaba a dormir, dormíamos juntos pero nunca nos tocamos ni un pelo, esa noche sin embargo sentí como después de un rato de estar acostados comenzó a buscar con su mano mi pene, que respondió inmediatamente al estímulo, la verdad es que al principio me sentí un poco extraño, después de todo era mi amiga de toda la vida, sin embargo toda la situación era tan excitante que ese sentimiento duró poco tiempo.

Adriana comenzó a masturbarme con un movimiento suave y cadencioso, yo mientras tanto apretaba sus tetas, que son, palabras más palabras menos, perfectas.  De un momento a otro ella se paró de la cama y salió corriendo de la habitación y yo me quede con esa sensación de “mierda, la cagué”, de todos modos no me arrepentía, Adriana podía ser mi mejor amiga pero estaba buenísima, además ella comenzó, así que lo único que atine a pensar era que si había algo de que hablar era mejor esperar al otro día, acto seguido me di la vuelta y a dormir.

Después de un rato Adriana volvió a la habitación y se metió a la cama de nuevo, yo aún no estaba dormido pero para que no fuera incomodo decidí hacerme el dormido, sin embargo, después de un rato de estar ahí sentí que ella se movía de una manera muy particular, Adriana se estaba masturbando al lado mío así que me di la vuelta para tratar de verla en medio de la oscuridad pero tan pronto ella se dio cuenta que yo estaba despierto me dijo que si quería ver era mejor que prendiera la luz.  Sin dudarlo me pare de la cama y prendí la luz solo para ver como ella había decidido sacar su regalo de cumpleaños y lo metía y sacaba de su vagina mientras yo la veía y me masturbaba, si había algo que a ella le gustaba era ver a un hombre frente a ella masturbándose, en esto los dos estábamos en igualdad de condiciones porque después de tantos años de amistad y confidencia ambos sabíamos exactamente que nos gustaba a cada uno. 

En un momento ella paró un poco, solo para decirme que no había estrenado su regalo porque no le parecía justo estrenarlo sin que yo estuviera, sin embargo lo que iba a pasar jamás me lo hubiera imaginado.  Adriana dejo de jugar un rato con su vagina y se acercó a mi buscando chuparme la verga, yo cogía su cabeza apretándola contra mi abdomen buscando que ella se atorara con mi pene, pero ella es una mamadora experta y además mi pene es de tamaño normal así que no iba a funcionar…solo había que tratar.  Me hizo sentar en la cama y siguió dándome esa mamada espectacular, de un momento a otro comenzó a lamer mis bolas e iba bajando y bajando, yo sentía como su lengua buscaba mi ano y me encantaba, así que decidí ayudarle un poco y me recosté en la cama poniendo mis rodillas contra mi pecho, dejando mi ano a merced de su lengua.  Adriana me chupaba el culo como nadie, comenzó a meter un dedo en mi ano y ahí si me perdí, que sensación más deliciosa, ella sabía que yo nunca había dejado que nadie me penetrara, en ese momento entendí esa mirada pícara que ella tenía, sin dudarlo saco de su mesa de noche un lubricante y comenzó a aplicármelo.  Adriana me dijo que simplemente no le parecía justo estrenar su juguete con alguien más y que me preparara para la culeada de mi vida, ella sabía cuánto quería yo que una mujer me penetrara con un arnés, este no era un arnés pero la situación era igual de excitante.

Me pidió que me hiciera en cuatro así que muy obedientemente lo hice y le deje el camino libre para que hiciera conmigo lo que quisiera, ella comenzó a meter una de las puntas de su consolador doble en mi ano, yo sentía una presión tremenda pero me encantaba, una vez metió la mitad y cuando yo ya estaba a punto de desistir, paró y me dijo al oído “ahora si te voy a hacer gritar como una perrita, tal como yo grite cuando me rompieron el culo la primera vez”, escucharla hablarme así me puso a mil, ya quería que siguiera y ella no se hizo esperar, solo que yo no sabía cómo lo iba a hacer y me sorprendió, se puso en cuatro detrás mío y comenzó a meter el otro extremo de su consolador en su ano y cuando estuvo adentro comenzó a moverse rítmicamente ella me daba por el culo mientras se daba a ella misma por el culo, yo no sabía cómo moverme, si moverme o no moverme, no sabía nada así que simplemente me deje llevar por el placer y me dedique a disfrutar cada segundo.  Efectivamente me hizo gemir como una perrita pero yo estaba tan transportado que no me importaba que me escuchara así, en un momento baje la cabeza para tratar de verla, primero vi mi pene erecto rebotando a uno y otro lado, un poco más allá viendo por entre las piernas de los dos veía sus enormes tetas rebotando, ella no paraba y cada vez me daba más y más duro hasta que me vine sobre sus sábanas.

Después de eso ella se sacó el consolador pero me lo dejo a mi adentro, solo para sacármelo despacio, para no hacerme tanto daño, tan pronto salió y ella vio mi ano dilatado no pudo contenerse y me dio una lamida increíble, podía sentir su lengua dentro de mí, después de eso quedamos dormidos profundamente hasta el otro día.

Lastimosamente Adriana no existe, mi mejor amiga está muy lejos de ser así, mi ano todavía es virgen a la espera de que llegue una mujer como Adriana que me ponga a gemir, esta solo es una de mis fantasías que quise compartir con ustedes, espero les haya gustado.

sexlab

Soy hombre heterosexual

visitas: 678
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2013-06-18 01:23:33
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1 Comentario

jajajajaj lastima pense q la historia era real

2013-06-18 02:41:29