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MI ALUMNA INQUIETA
Empiezo por contarles que soy cubano, negro y rapado, hace varios años estoy en Colombia, soy ingeniero y docente. Estando vinculado con instituciones educativas del sector oficial conocí muchas instituciones en Bogotá. Promediando el año, me enviaron a un colegio de la localidad de Ciudad Bolívar, fui con el temor de todo lo que se comentaba del sector, pero comprobé que estos estudiantes son los más honestos y sinceros, pues dicen y hacen las cosas sin rodeo. Fui nombrado como director de grupo de un grado décimo y profesor de trigonometría.
Una tarde de miércoles, ingresé al aula de clase y noté que una de mis alumnas, Ana María, se encontraba sentada en la primera fila, cuando ella acostumbraba a sentarse en la última fila. Definitivamente no le gustaba para nada las matemáticas pero si había notado que le gustaba el profesor de matemáticas. En alguna oportunidad pasé cerca a ella y la escuché decir: “ese negro está bueno”.
Entré y dije: - Acere, buenas tardes-, el término acere en Cuba significa amigo, camarada, a lo que casi todos contestaron: - Buenas tardes profe-.
Noté una sonrisa maliciosa en Ana María y me miraba fijamente a los ojos. Mientras me enfrascaba en una clase de identidades trigonométricas volteé hacía la primera fila y note la falda del colegio más corta en Ana María, me di vuelta a seguir escribiendo en el tablero una ecuación, me voltee nuevamente y note la mirada fija de mi estudiante, bajé la mirada y vi que tenía las piernas semiabiertas y estaba sin panty. Ella esbozó una sonrisa, yo le devolví otra sin importar si mis otros alumnos se estaban dando cuenta de lo que estaba sucediendo.
Procuré acabar la clase lo más rápido posible, después continuaba el descanso. Sonó el reggaetón que indicaba el inicio del descanso y todos empezaron a salir apresuradamente. Siempre le indicaba a un alumno diferente para que se quedara unos minutos y me borrara el tablero y me ordenara el escritorio, ese día le dije a Ana María que se quedara, ella contestó: - Profe, con mucho gusto-. Ella, maliciosa, dejó que todos salieran, empezó a borrar el tablero y pude ver las grandes y redondas nalgas que tenía y las piernas gruesas, hermosas y contorneadas que dejaba ver su minifalda colegial. Además dejaba ver la parte baja de sus desnudas nalgas.
Se volteó y pude ver los senos de ella, con los pezones erectos y esa boca de labios gruesitos y abultados, listos para un mordisco. Le dije: - Qué pretendes con todo esto Ana María?...crees que no me di cuenta que no traes panty?-. A lo que ella sonrió y me dijo con una voz de arrecha única:- Profe, eso acaso es pecado, quiero motivarlo -.
Me dijo: - Yo le gusto profe? -. A lo que le contesté: - Tú sabes que desde que te vi me fascinaste, solo que tú eres mi alumna y yo tu profesor -. Ella replicó: - Profe, no sabe cuántas veces me he masturbado imaginando a ese negro cubano comiéndome rico -. Diciendo esto se levantó la minifalda colegial y me mostró esa linda vagina peladita, se veía rosadita, cerrada y mojadita por los lados, definitivamente estaba excitada. Los ojos le brillaban y se mojaba cada vez más los labios con su lengua.
Yo empecé a excitarme y ella notó que mi pinga empezaba a crecer. Se dirigió hasta el escritorio, se sentó encima de él, abrió las piernas, empezó a tocarse con sus dedos el clítoris, la abría con sus dedos. Me lanzó una mirada y me hizo un llamado gestual indicándome que fuera hasta su chochita. Le dije: - Vas a tener el mejor orgasmo de tu corta vida -. Me incliné, ella abrió más las piernas haciendo un ángulo de 90 grados (parezco matemático) y empecé a chupar con mis labios gruesos y mi lengua ancha ese rico clítoris. Sin mentirles la tenía dulcecita, una espesa babita recorría mis labios y la punta de mi lengua aprisionaba su clítoris. Escuché unos gemidos cortos. Ella sabía lo que hacía, no quería hacer bulla. Tomaba mi cabeza rapada con sus suaves manos y las aprisionaba sobre mi cabeza para hacer más fuerte el contacto de mi lengua con su clítoris.
Me dijo ella: - Profe, estoy a punto, siento que mis juguitos quieren salir -. Presumí que ya se acercaba el orgasmo, entonces introduje mi lengua en su vagina y ese fue el comburente de esa explosión. Salieron de su vagina varios chorritos de un líquido blancuzco, me mojaron la boca y parte de la cara, acompañados por varios ayyyyyys. Se contorsionaba como culebra y me miraba fijamente a los ojos. La escuché decir: - Profe, quiero que me coja con su verga negra -. Le dije: - Primero quiero sentir tu boca en mi pinga -. Me la saque del pantalón, ella se apresuró y dejó caer mi pantalón al suelo. Mi pinga, de la que me siento orgulloso, lucía esos 20 centímetros en todo su esplendor.
Se quedó mirándola y dijo: - Nunca me he comido una igual. Profe, usted está muy delicioso -. Definitivamente fue un halago para mí. Me coloqué el condón que guardaba en mi billetera y en esa misma posición empecé a penetrarla, empecé lento solo metiéndole la mitad de mi pinga. Se le querían salir esos ojos verdes. Me arrechaba que me mirara a los ojos. Le dije: - Te la meto toda? -, a lo que ella replicó: - Toda…toda que no quede nada por fuera -. Me impulsé y la penetré hasta el fondo, dio un grito de placer, fue tan duro que pensé que nos habían escuchado, pero estábamos distantes del patio de descanso.
Empecé con furia a entrar y salir. Ella daba brincos de placer y buscaba mis labios para besarlos. Besaba con suavidad y me mordía los labios, definitivamente estaba muy arrecha. Me preguntó: - Donde quieres llegar? – y le contesté: - En tu hermoso culo-. Me quedó mirando asombrada y dijo: - Pero me lo metes suavemente, nunca me lo han metido por ahí -.La voltee lentamente, quedó de espalda, le levante la mini, la incliné un poco, me agaché y deje caer saliva en ese huequito arrugadito.
Me sugirió que me quitara el condón y empecé a penetrarla suavemente. Mi verga se deslizaba de a poquitos, mientras ella daba gritos suaves, de dolor y placer. En un momento me desesperé y la penetré hasta el fondo. Esos 20 centímetros negros entraron totalmente. Solo escuché un: - Profe, por Dios….-. Empezó ella a moverse en círculos mientras le hablaba al oído cositas, le decía que eran las nalgas más duras que me había comido y que era la chochita más mojadita que había probado. Ella se excitaba con mis palabras y gemía como una perra en celo.
Me decía que quería pronto la leche y que sentía que se mi pinga estaba cada vez más grande, siempre me he caracterizado por ser muy lechero. Le dije: - Ahí va mi leche -. Ella dijo:- Dámela toda…que no quede nada en tu verga -.
Entré y salí más rápido hasta sentir que salían esos chorros de leche con mucha presión, ella gritaba, reía, lloraba. Mis dedos jugaban con su clítoris y ella me besaba desesperadamente. Se la saqué suavemente, la limpie con papel higiénico que había en mi escritorio, yo me limpié igual y me dijo: - Profe, le prometo que nunca olvidare éste “descanso” y espero que se repita pero en un motel -. Le contesté: - Ana María, has sido un polvo elegante -.Ella se rió, me dio un beso suave y se fue hacía el patio. Organicé mi escritorio, tiré los papeles a la basura y me dirigí a la sala de profesores.
Cada vez que nos encontrábamos en clase, me miraba fijamente durante toda la clase. Creo que recordaba cada segundo de lo sucedido. Creo que me masturbé, al igual que ella, varias veces recordando ese momento. Nunca más volvió a sentarse en la primera fila.