Guía Cereza
Publicado hace 10 años Categoría: Fantasías 2K Vistas
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Luego de nuestro viaje por el Uruguay, en el que hay un relato final pendiente, volvimos a nuestro Bogotá querido más envalentonados y dispuestos a dar un pasito más.

Yo le decía a Martín siempre, que quería meter en nuestra cama a mi secretaria, una hermosa niña de 21 añitos, que consideraba podía adaptarse a nuestro nuevo deseo de un trio MHM. Ella en la oficina era muy gentil conmigo, siempre dispuesta a todo, y aquellos días que Martín pasaba por mi a la oficina, le notaba un brillo de deseo en los ojos a Jennifer. Luego de charlarlo durante un tiempo estaba segura que ella aceptaría, pese a las recomendaciones de mi hombre que me maneje con cautela.

La historia de seducción comenzó una tarde, con un tinto de por medio, donde narré las vivencias de nuestras vacaciones. Jennifer insistía en conocer todos los detalles del lugar, se sorprendía con picardía cuando le narraba esa piscina en la que los cuerpos totalmente desnudos se asoleaban, en los avances de las parejas para combinar una noche de sexo desenfrenado a la vista de todos, las experiencias vividas. Si bien nada me decía, sentía en ella la curiosidad por experimentar en un espacio de estos. En el entretanto, con sutileza, le preguntaba si ella había tenido alguna vez sexo grupal o con un tercero en la cama. Se ruborizaba, bajaba la vista y cambiaba de tema. Pero en un momento se soltó, y me contó que en la U tenía una compañera que se le lanzaba cuando podía, pero que ella no se había animado a más. Aún así, llegaba a su casa y se masturbaba pensando en lo que ella podían hacer juntas.

Con malicia, le propuse que algún día a la salida de la oficina me acompañara al apartamento, que tenía en mi compu las fotos del viaje y del lugar. Si bien dudó al principio, cuadramos para el viernes, con el fin de mostrale las fotos y que si ella lo deseaba, preparaba un rico plato y comía con nosotros.

Llegué esa tarde al apartamento eufórica. Le conté a Martín que el próximo viernes tendríamos a Jennifer con nosotros, y que si la circunstancia daba, la disfrutaríamos los 2.

Soñé toda la semana con esa tarde noche. El jueves pasé por el salón de belleza, me depilé todita, y me preparé para el gran día. El viernes, Jennifer llegó con un bolso grande a la oficina. Cuando la vi le pregunté que llevaba ahí, y muy fresca la señorita me contestó: “No pensarás que cuando una tiene una invitación al apartamento de su jefa concurrirá vestida con lo usado todo el día…quiero estar bella para ti y tu Martin” En ese momento sentí mi vagina empapada…miren Ustedes, la niña tímida desafiando a su jefa y haciéndole pensar que algo más pasaría aquella tarde noche.

El tiempo ese día no pasaba, las agujas no corrían. Llegadas las 6PM, se me acercó y me dijo, “ya estoy disponible, vamos?” A los 5 minutos ya estábamos en camino al apartamento en el Transmi, hablando temas varios, pero creo, en nuestras cabezas que estaban pensando en nuestra cita, no había otra idea que una exquisita velada de sexo de a 3.

Llegando al apartamento, Jennifer, con un gesto aniñado, me preguntó qué pensábamos hacer con ella. Con cara de sorpresa, me giré hacia ella y le respondí también a su manera…”solo mirar fotos y comer rico” Ahí mismo, estalló en una carcajada y seguimos nuestro camino.

Llegadas al apartamento, me pidió permiso para bañarse y arreglarse. La llevé al dormitorio de visitas, le indiqué donde estaba el baño y le dije que iría a terminar de cocinarla comida para más tarde. Y así hice, aún con las ganas que me carcomía en mi interior de espiarla mientras se bañaba. Martín aún no había llegado, y ya me había enviado un mensaje que estaba retrasado.

Al cabo de unos minutos, oí como me llamaba desde la sala….Fer…ven…ya estoy arreglada para Ustedes. Terminé rápidamente lo que estaba haciendo, introduje la asadera en el horno y pa ya me fui. Mi Dios!!!! Con lo que me encontré…Jennifer estaba con un vestido corto, ceñido a su cuerpo y bien escotado. Sus senos, de tamaño medio parecían que querían escapar de allí. Debo haber puesto una cara de asombro, porque enseguida ella, con rubor en su rostro me dijo: “No te gusta que me arregle así para ti?” Mi niña hermosa, respondí, estás bellísima.

Debido a que Martín no llegaba, y luego de servirnos un trago, comenzamos a ver las fotos de nuestras vacaciones. Allí estábamos con las parejas que conocimos. Pocas fotos vestidos o tapados, muchas fotos mostrando la piel, nuestros sexo, el sol y el mar. Sentía a Jennifer moverse a mi lado, cerrando y abriendo sus piernas acompasadamente, pasando tímidamente y en forma disimulada sus manos por el cuello y sus senos, que a esa altura, mostraban sus pezones ya duros por la excitación. En el entretando, no paraba de hacer preguntas. Y así es siempre allí? Tuvieron sexo con ese man? Se acostaron con esa u otra pareja? Que bella mujer que ahí se ve, pudieron hacer algo con ella y su pareja? Parecía un niña descubriendo otro mundo, un mundo desconocido, un mundo deseado.

Estábamos absortas mirando las fotos, cuando un ruido nos hizo dar cuenta que estaba llegando Martín. El aroma de la carne asada ya ingresaba a la sala, avisando que estaba a punto para que nos acomodemos en nuestros puestos en la mesa y nos dediquemos a comer. Abrimos una rica botella de vino Argentino, serví la carne, y si bien la charla era amena y variada, flotaba en el ambiente la sensación que pronto todo podía terminar en el único tema que nos llevaba a ese momento: El sexo.

De a poco, Jennifer se fue soltando. Llegamos al relato de la playa, de la sensación hermosa de que el sol broceaba nuestros cuerpos parejo, sin marcas de esas pantys y sostenes que en una playa textil estábamos obligados a usar, de la libertad de la desnudez, del deseo que se apoderaba de los concurrentes cuando se encontraban en un ambiente de libertad total. La niña seguía preguntando, las sensaciones que sentíamos, las experiencias que había tenido, el cómo una se sentía luego de una faena donde en la cama había más de 2 cuerpos. Y también, luego de su 2da copa de vino, comenzó a dar detalles de su relación con el novio de varios años, de sus fantasías de estar en una cama con una mujer, con 2 hombres, con una pareja, en un grupal… Ya el ambiente estaba caliente entre nosotros. Martín me acariciaba bajo la mesa. Notaba su bulto crecer y mi vagina estaba ya regando sus jugos por mis pantys. Jennifer nos miraba con una expresión entre vergüenza y mujer fatal, con una carita hermosa enrojecida por los vahos del alcohol. En un momento, tomé su mano y la noté húmeda, entendiendo sus nervios y su lucha por hacer o dejar pasar el momento. Con la excusa de traer algo dulce a la mesa y llevar la vajilla a la cocina, le pedí me acompañara y me ayudara, cosa que hizo. En la cocina me expresó su vergüenza de comportarse y preguntar de esa manera, pero no dejé que termine la frase. Me le acerqué un poco y salió de ella abrir la boca para estamparme un beso hermoso, inocente, sexual. Fue un momento, hasta que se separó de mi, bajó la vista y ofreció sus disculpas por su acto. La miré amorosamente a los ojos, la traje hacia mi de la cintura, y terminé ese beso robado por una chiquilla divina. Le pregunté que quería hacer de acá en más, y como rogando, me pidió tener sexo con nosotros. La tomé de la mano, salí de la cocina y me encaminé a la habitación, sin mirar siquiera a Martín, que sentí nos siguió con la mirada. Al llegar a nuestra cama, suavemente comencé a desnudar a Jennifer. Notaba un leve temblor en su boca, su piel se erizó cuando nos rozamos. Sus senos se liberaron de ese vestido sexi, y cuando este cayó al suelo, mostró su sexo depilado y húmedo, revelando la falta total de ropa interior. Suavemente la recosté en la cama, me desvestí y me tumbé a su lado. Ella me miraba con deseo, el mismo deseo que había alimentado en mi, desde el momento que comencé a pensar en ella. De pronto, Jenni se acercó a mi oído y suavemente preguntó si podía ser ella la que me daría placer a mi. Con la vista asentí, se levantó apenas y se acomodó entre mis piernas, con su boca sobre mi sexo empapado por la situación. Comenzó a mamarme suavemente el clítoris, generando en mi una sensación de placer y excitación inmediata. Con sus manos apretaba y acariciaba rítmicamente mis senos. Mis pezones se habían convertido en roca. Mis pechos, se hinchaban por el placer. En el entretanto, Martín llegó con nosotras y desnudo y erecto se acomodó a mi lado. Me besó como sólo él sabe, y me susurró si esto es los que quería. Nada salía de mi boca más que gemidos, no podía gritar que sí, que era lo que quería. Mientras tanto, Jennifer seguía con una tarea bien estudiada, recorriendo mi sexo y mi cola con su lengua juguetona. Creí en un momento desmayarme del placer, el orgasmo llegó sin aviso, las convulsiones no paraban, el squirt sobre la boca de ella la bautizó en esto de estar con una mujer.

Pasado el momento, le pedí por favor a Martín que le retribuya una hermosa mamada a Jennifer. Ella elevó su cara empapada por mis jugos y se recostó a mi lado. Martín se acomodó y comenzó con su tierna faena. Los veía gozar mientras acariciaba los seños de ella. También sus pezones estaban duros. También su sexo se notaba encharcado. No habrán pasado más de 3 minutos, cuando de la boca de Jennifer brotó un gemido agudo, sus piernas y brazos se tensaron, su gesto se placer anunciaba que ella también había llegado a su orgasmo, rápido, profundo. No podía dejar de gemir, no podía dejar de gozar.

Y ahora le llegaba el turno a mi Martín. Su pene erecto, venoso, fuerte, brillaba por su babita incipiente de liquido pre seminal. Entre las dos lo acomodamos en la cama. Jennifer se le montó sobre la cara con la intención de que beba sus fluidos. Yo entre sus piernas para comenzar una fellatio que lo llevara al éxtasis total. Recorría su tronco con mi boca, lo introducía en ella, acariciaba sus bolas, las lamía. Él, mientras yo le daba placer, seguía recorriendo con sus labios y lengua la cuevita de Jennifer, que se movía como poseída. Le ofrecía su cola apretada, jugaba con su lengua en ella. La situación era placentera, hermosa, 3 personas gozando de un sexo exquisito y puro. En un momento dejé de mamarlo y decidí introducirme ese clavo hermoso bien dentro mío. Me le monté, y comencé a cabalgarlo. Tenía frente a mi a Jennifer que acercaba sus manos para sobarme mis pechos, hecho que imité. Acercamos nuestras bocas y nos fundimos en un beso sexual, apasionado. El clavo de Martín en mi sexo, la legua de este recorriendo el sexo de Jennifer, nosotras besándonos y acariciándonos. Duramos un tiempo. Un tiempo de placer infinito. Las respiracionesse mezclaban, el aroma a sexo inundaba la habitación, el placer estaba llegando a su climax. Aceleramos los movimientos, deseamos el final, pedíamos el placer eterno, hasta que juntos, los 3 explotamos cada uno a su manera. Martín inundando mi vagina de semen espeso y cálido. Jennifer bañando nuevamente el rostro de mi amado. Y yo, encharcando la entrepierna de Martín y la cama de tal manera, que a lo largo de esa noche, larga y sexual, no pudimos seguir utilizándola.

Más adelante, y si la musa no me abandona, les seguiré contando esa noche mágica de sexo, confianza y amor.

Saludos a todos los que nos leen, FerMar

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