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Los Calzones De Mi Cuñada

Todo comenzó por pedido de en ese entonces mi novia. Acompañé a su hermanita a una diligencia en la universidad. No la recordaba, toda vez que ella tendría unos 6 años cuando la conocí y desde entonces no la había vuelto a ver. Me sorprendí al verla nuevamente después de 15 años, ya adulta y en la universidad.

Me impactó de sobremanera verla convertida entoda unamujer guapa y elegante. Aún hoy recuerdo con detalle como estaba ella ese día. Su piel blanca se notaba suave y tersa; tenía un pelo negro muy hermoso, recogido en una perfecta cola de caballo que le caía suavemente hacia su espalda, rozándola cuando se movía. Su rostro era hermoso y resaltaban sus ojos decolor negro oscuro, perfectamente maquilladosy sus labios más bien delgados y con un suave color rojo, enmarcaban una sonrisa muy linda y unos dientes perfectos.

Aunque delgada, sus caderas eran pronunciadas y se resaltaban por el bluejean que vestía, descaderado y muy ajustado a su cuerpo, lo que permitía deducir unas lindas piernas y un trasero decididamente paradito, de nalgas abombadas y firmes. Tenía una blusa de algodón verde ajustada, de cuello redondo y escotado que dejaba ver el borde de su brassiere blanco;me fijé que no era una mujer tetona. Calculé que su talla debía ser un 32B y me impresionó que sus pezones se dimensionaban sin dificultad alguna.

Pero lo que me atrajo de ella (y la verdad en todas las mujeres), fue su trasero. Además, me encanta jugar a adivinar la forma de los calzones femeninos a través de la ropa y puedo decir que no me equivoco. La cola de ella se notaba firme y bien parada y rápidamente me fijécomo se le marcaban los panties gracias al pantalón ajustado que vestía. Pero me decepcioné: no había correspondencia entre la sensualidad que ella proyectaba y su ropa interior. Eran unos calzones demasiado grandes para mi gusto. A pesar de eso, se veía regia.

A la semana siguiente en una comida de amigos, en la que estaba mi cuñada, entre todos los temas de conversación que se tocaron, salió el de la sensualidad. Recuerdo muy bien que expresé lo que he pensado siempre sobre los calzones femeninos y lo que dicen de la sensualidad de una mujer. No concebía una mujer con pantalones o vestidos ceñidos y unos calzones grandes.

Siempre pensé que fue una coincidencia pero al día siguiente, cuando entramos a la casa con mi novia, mi cuñada salió a mostrarle directamente una compra que había hecho: Y era una diminuta tanga hilo dental azul oscuro de encaje. Mi corazón y mi pene dieron un vuelco. En mi mente se formó la imagen de ella en ropa interiory se veía magnífica. Pero lo que más me sorprendió fue imaginarme esos calzones bien metiditos en sus pliegues más íntimos, acariciándolos muy suavemente…

Y ese pensamiento me provocó una erección con una conmovedora sensación de placer pero al mismo tiempo me escandalicé por tener ese deseo impropio por la hermanita menor de mi novia. Sin embargo, ella me miró fugazmente mientras le mostraba la prenda a su hermana, lo suficiente como para creer que hubo una conexión especial que se ha mantenido desde entonces. Ese día empezó mi fascinación por ella y sin que tal vez ella se lo hubiera propuesto, me sorprendí deseándola con intensidad.

Al día siguiente tuve la oportunidad de verla vestida con un pantalón ajustado de color gris e inmediatamente me puse en la tarea de adivinar como eran los calzones que tenía. El contorno de un pequeñísimo panty hilo dental se adivinaba a través del pantalón y hacia más llamativo su trasero; y la visión de todo ese conjunto me pareció de una sensualidad perfecta. Además, tenía que estar estrenando la tanga azulita.

Al estar casado me impuse dejar de pensar en cualquier tipo de acercamiento o insinuación a mi cuñada. Me limité a fantasear con ella y en mi mente era yo quien le satisfacía sus necesidades y fantasías sexuales más recónditas. Ella se casó siete años después y se separó al tercer año. En todo este tiempo era muy cercana a mi casa porque era la hermana con quien mejor se llevaba mi esposa. Así que de alguna manera podía verla con frecuencia. Y siempre me deleitaba jugando a adivinar como eran sus calzones. Ella sin saberlo alborotaba mi lujuria que solo era calmada por medio de la masturbación.

Un día mi señora me pidió que me encargara del arreglo o compra de un calentador de agua nuevo para el apartamento de mi cuñada. Muy diligente, coordiné los técnicos y acompañé la instalación del aparato.Fue la oportunidad para estar solo en su alcoba. Apenas unos minutos habían transcurrido de la salida de los técnicos cuando ya estaba en su cuarto embriagado por su perfume que llenaba todos los rincones.

Entré con mucho cuidado. La cama estaba destendida y la ropa sucia estaba tirada en el suelo. Me arrodillé sobre ese montón de ropa y encontré rápidamente sus calzones. Como siempre, había adivinado como eran. Ella estuvo el día anterior almorzando en nuestra casa y yo me había deleitado adivinando que tanguitas tendría puestas. Imaginé que eran hilo dental, de tiras laterales delgadas, bajas de estómago con frente en encaje y blancas. ¡Y allí estaban! Mi corazón dio un vuelco al ver unos calzones blancos diminutos exactamente como los había imaginado. Su sola vista aumentó mi desmedida excitación.

Mi mente afiebrada había construido mil fantasías quemantes alrededor de mi cuñada y sus calzones. Levanté la delicada prenda para observarla con cuidado. Era primorosa y muy suave al tacto. Estaba húmeda aún y a pesarde la distancia que la tenía de mi cara, su aroma me invadió pleno, delicioso e hizo que corriera por mi espina dorsal una corriente de electricidad. El olor predominante no era a pipí lo que me hizo deducir que la humedad era producto de una masturbación. Además algo muy importante: no habían señales que indicaran desaseo y eso me excitó más. Quise imaginarme que se había masturbado con los calzones puestos y esa era la razón de la humedad y el olor. Mi deseo estalló incontrolable y sin dudarlo me llevé esa diminuta tanga a la cara para sumergirme en su aroma y sabor.

Con inmenso placer inhalé profundamente, deleitando mi sentido del olfato. La acerqué a mis mejillas para acariciarlas con ella y la moví por mi cara en círculos, lentamente, para sentir su suavidad y humedad, al mismo tiempo que aspiraba su olor a hembra arrecha. El poderoso e inconfundible olor a sexo de mujer excitada llenó perversamente mis sentidos. Su aroma era perturbador, intenso,femenino y delicioso. Coloqué mi boca abierta sobre esa maravilla ymoví la cabeza de un lado a otro.

-Lo he sabido siempre mujer divina –exclamé excitado. ­–Puros calzones de puta tienes. Son tan diminutos que te deben partir la cuquita en dosy se te deben meter en la raja cuando caminas. Y como hueles. ¡¡Mmmmm!! Tu olor a hembra arrechita me encanta. Y como sabes de rico.

Mi lengua la movía sobre la parte interna del panty como si quisiera traspasar la delgada tela, buscando ese sabor íntimo con el que tantas veces había fantaseado. Quería que este momento fuera un ritual magnifico, sublime, casi sagrado. Paseaba la diminuta prenda alrededor de mi rostro con lentitud, oliendo cada centímetro de tela para después besarla y lamerla, saboreando cada parte de ella.

No solo estaba oliendo, sino que literalmente estaba saboreando los calzones sucios de mi cuñada. Me sentí como en una degustación de finos licores: aspiraba con profundidad y saboreaba con calma, sin prisas. Extendí el panty sobre la cara y exclamé:

-Mujer linda, no imaginas como me encantaría hacerte esto. Tu con los calzones puestos sentada en mi cara ofreciéndome tu cuca. Mmmm.¡Así! Vente en mi boca.

Y así, con el panty cubriendo mi rostro, me bajé la cremallera del pantalón y con agilidad saqué mi verga que parecía una barra de acero hirviente y comencé a pajearme con energía. De pronto, la idea apareció en mi mente quemante con una claridad meridiana. Detuve la masturbación, dejé la tanguita a un lado y me dirigí a su closet.

Con mucho cuidado lo abrí. Ubiqué el cajón de su ropa íntima y más que descubrir, confirmé lo que siempre había sabido: como era su ropa interior. Había acertado en todo: modelos, tallas, colores e incluso marcas. Ante mi tenía panties tipo hilo dental, algunoscon encaje y en algodón, bajos de ombligo y lo más chicos posible. Habían algunos cacheteros o cullotes en finos encajes y brassieres de encaje o lisos y modelos a media copa.

Siempre he pensado que la ropa interior dice mucho de una mujer. Y habla no solo de su sensualidad, sino de su delicadeza, atención a los detalles, higiene y cuidado. Todos los calzones estaban bien doblados y era claro que mi cuñada prestaba mucha atención al cuidado de estas prendas. No había ninguna rota o desjaretada o con los elásticos por fuera. O motosa. O descolorida. Siempre lo había sabido.

Saqué todos los calzones y los coloqué en la cama. Una a una desdoblé cada diminuta tanga y una a una, las pasé por mi nariz, por mi cara y las lamí con deleite, mojándolas con la saliva. Estaba en el tope de la excitación y volví a exclamar sin pena:

- Eres una verdadera puta mujer divina. Como vivirás de arrecha que aun alcanzo a detectar tu olor de hembra excitada en los calzones limpios.

Tomé cada prenda y con cada una me envolví la verga que apuntaba al techo desafiante y con cada una me masturbé. Cada panty lo pasé por el glande húmedo teniendo cuidado que el triángulo delantero y la tirita que separa las nalgas, quedaran mojadas con el líquido blanco que cubría la ancha cabezota de mi pene.

Conté 15 tangas limpias, con cada una me masturbé sin venirme y con cada una sequé la cabezota de mi verga que amenazaba con explotar incontrolable,buscando dejar mojada la prenda pero teniendo cuidado de evitar dejar manchas evidentes. Las doblé con cuidado y las guardé de nuevo en el cajón de ropa interior en el closet, tal y como estaban antes.

- Mañana, con cualquiera de los calzones que te pongas, llevarás mi excitación contigo. Se mezclarán tu humedad y la mía – dije.

De nuevo levanté los panties sucios, los olí, los lamí. Me envolví la verga con ellos e inicié una paja vigorosa. Llevé esa tanga sucia a mi boca y nariz. Su olor me llenó por completo y ya no pude controlarme más.

- ¡Comote deseo mujer divina! –exclamé congestionado. -Esta leche es por ti y para ti. Eres mi puta.

Mi cuerpo se tensionó y coloqué la tanga frente a mi pene. Expulsé tremendos chorros de semen que como cañonazos fueron a parar en la diminuta prenda. La tela de ese panty se empapó de una manera que no esperaba. Utilicé la cabezota de la verga para esparcir por toda la prenda el semen y la dejé en el suelo, tapaditacon el resto de la ropa sucia.

Quiero pensar que al dejar mi semen en los calzones de mi cuñada nos une el deseo y la pasión, gracias a que las dos humedades se mezclaron. La verdad es que cada día está más hermosa y sensual. Y cada vez que puedo, cuando estamos en paseos en la finca, esculco su morral de viaje o entro a su baño en búsqueda de esas prendas divinas, que a veces encuentro secándose en la ducha como si fueran una señal que solo yo pueda entender…

exploradororal

Soy hombre heterosexual

visitas: 18822
Categoria: Fetichismo
Fecha de Publicación: 2015-01-05 20:02:48
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1 Comentario

uuuuu.... Bestial!!!

2015-01-05 20:13:27

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