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El MESERO DE CARTAGENA

Estábamos almorzando, con un calor terrible, “ya vi cómo lo miras ¿te parece simpático?”, me preguntó mi esposo, “no está mal”, le contesté. Mi marido alzó la mano y lo llamó: “me trae otra cerveza por favor”, cuando el mesero volvió le dijo: “mire viejo, le voy a ser sincero mi mujer quiere que nos la comamos rico entre los dos, lo recogemos a la hora que salga ¿qué dice? No me diga nada ahora, cuando nos traiga la cuenta”, el moreno me miró y yo le piqué el ojo. Terminamos y lo llamamos: “nos trae la cuenta por favor”, “si señor”; cuando volvió con la factura mi marido le preguntó: “¿Qué dijo amigo, a qué hora lo recogemos?”, “Salgo a las seis, me llamo J.”, “entonces a las seis nos vemos J. Lo esperamos en la cuadra de en frente”; yo me despedí con una sonrisa pícara.

A la hora acordada el negro salió, nosotros lo saludamos con la mano. “Usted es el que conoce”, le dijo mi esposo, “vamos a un buen motel”. Cogimos un taxi y el mesero nos llevó a un sitio llamado La Jaiba, nos dieron una habitación con un fondo marino pintado en la cabecera de la cama.  “Dale linda”, me dijo mi esposo. Entonces comencé a desvestir al negro y lo acosté, cuando estuvo desnudo lo empecé a besar en la boca, a cogerle las bolas y a masturbarlo, cuando la tuvo dura me puse a mamársela, “toda mamita, hasta el fondo”, decía mi esposo; “¿Qué tal la mama negro?”, “rico, rico”, decía el mesero. “Mami ponte en cuatro y se la sigues mamando”. Le abrí las piernas al negro, tenía una verga enorme, de repente sentí los dedos ensalivados de mi marido dentro de mí, adelante y atrás, me escupía el ojo del culito y me metió dos dedos, para abrírmelo; “a ver negro, quiero que se la meta por el culo, a ella le gusta desde pequeña, hágale de una”, el mesero se levantó, yo seguí en cuatro en la cama y él se puso de pie, mi marido me abrió las nalgas y le dijo: “todo de una, sin piedad” y así lo hizo el tipo, cuando entró pegué un gritico, rápidamente mi esposo se subió en cama donde estaba el negro y metió su verga en mi boca y me follaron así un rato, yo sentía que se me iba a estallar el culo. “Le terminamos en la boca, no se le venga en el culo”, le decía mi marido al mesero y así lo hicieron, ambos me echaron chorros de semen tibio sobre la cara y boca.

Un rato después mi marido le dijo al mesero: “Negro sígale dando por el culo, a ella le fascina, desde niña lo hacía con dos primos y le cogió mucho amor al sexo anal”,  el negro se acostó bocarriba en la cama y me le subí, yo misma le cogí la enorme verga y la metí en mi ojo del culo, la tenía durísima y mojada; “Dele duro, duro que a ella le encanta y todavía lo tiene apretado”, al parecer el negro se excitaba mucho con los comentarios de mi marido y me daba cada vez más duro mientras mi marido se masturbaba, “ábrete el culo perra, ábretelo”, decía mientras se masturbaba. “Listo negro, ahora por la chocha, sin piedad; déjeme ese culo a mí” y entonces ambos me penetraron al tiempo, “¿te gusta cierto?”, me decía mi esposo, “te acuerdas de tus primos ¿cierto?”, mi esposo sabe que estos recuerdos me excitan mucho, una vez más ambos terminaron en mi boca, me metí ambas vergas al tiempo y me inundaron la garganta con más semen tibio.

Finalmente me puse de pie en la cama y ellos arrodillados me hicieron sexo oral, uno en la kukita y el otro en el culito, luego cambiaron, esto les tomó un buen rato y los llevó a otra doble penetración, pero esta vez mi marido penetró mi kukis y al negro le tocó culito otra vez; “Negro, esta vez los dos adentro, le dejamos la leche dentro”.

Cuando nos estábamos vistiendo, unas dos horas después, mi marido le dio al mesero un par de billetes, “su propina”, le dijo, “que buen servicio”; “papi”, le dije, “yo se lo quiero mamar la última vez”, “pues sírvete”, me arrodillé en la cama, el negro se acercó y le bajé los pantalones y calzoncillos, la tenía blanda, pero en mi boca se fue endureciendo, mi esposo me bajó la tangas y me penetró de nuevo, turnando su verga de mi chocha a mi culo; minutos después el negro se vino otra vez en mi boca, cuando mi marido vio el semen escurriéndose de mi boca, también se vino en mi ojo del culo. “Viejo, eso súmelo a la propina”, le dijo mi marido.

Al salir de La Jaiba mi esposo le dio la mano y yo un beso en la mejilla, cogimos un taxi y nunca más supimos del negro, tampoco le dimos nuestros nombres reales y al otro día volvimos a Bogotá.       

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visitas: 1902
Categoria: Fantasías
Fecha de Publicación: 2015-01-16 14:15:53
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1 Comentario

Excelente hay que visitar Cartagena

2015-01-16 14:50:12

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