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Después de mi primer orgasmo, y habiendo recuperado a Martín, nos dirigimos a las duchas para una refrescante recuperación. Nos secamos mutuamente, nos dirigimos a la barra, bebimos algo refrescante, nos fumamos un cigarrito y ya estábamos preparados para una segunda vuelta en nuestra visita al club. A todo esto, quienes se sentaron al principio a nuestro lado, se nos acercaron y comenzamos una charla animada, que derivó en nuestras experiencias, de donde veníamos y como eran los clubes tanto en Colombia como en Argentina. Si bien los habíamos tenido de espectadores, nos percatamos en ese momento de sus físicos trabajados y bellos. Ella, con unos senos de tamaño medio y bien firmes, cola respingada, cintura pequeña, un poco más alta que yo. El alto como Martin, bien marcado y se adivinaba bajo su toalla una tranca de envidiables dimensiones para cualquier hombre y de alta satisfacción asegurada para cualquier mujer. Ellos entendieron que los estábamos escudriñando, desnudando y adivinando lo poco que tenían tapado a nuestros ojos. Me sentí desnudada por los ojos de él y de ella. Si bien he tenido contacto con mujeres, no es algo que me apasiona. Pero ella provocaba en mi un deseo extraño, que me hacía mojar más de lo habitual, imaginando el momento que se zambulliría entre mis piernas y me chupara la raja hasta hacerme explotar nuevamente en un orgasmo eterno. Mientras estaba embelesada en mis pensamientos, ella se levantó para ir a los sanitarios anunciándolo e inmediatamente, sin saber por que, me levanté y la acompañé. Caminó delante de mí, esquivando las parejas en la pista de baile. Nos escrutaban, nos perforaban con sus miradas. Llegando, abrió la puerta, me hizo pasar, y sin nada decir, tomó mi toalla con sus manos, tiró de ella y me dejó desnuda a su merced en el sitio. Las mujeres que se encontraban ahí se dieron vuelta como un resorte. Ella avanzó hacia mi, se despojó también de su toalla, y con una mano en mi nuca me atrajo, abrió sus labios y me estampó un beso con fuerza y con ganas, mientras su otra mano jugaba con mis senos y mi sexo. Me tomo por sorpresa pero no me desagradó, mis manos que al principio no sabían que hacer se posaron suavemente en su cola comenzando a acariciarla luego, una de ellas también se dirigió a su sexo que estaba tanto o más encharcado que el mío. Sentía sus pezones sobre los míos duros, como queriéndome perforar el pecho. Su aroma era exquisito. Una mezcla de un buen perfume francés con esas feromonas que expulsábamos a litros. Jugaba con mi botoncito, como yo hacía con el de ella. Su sexo se frotaba con mis manos, jugando y deslizándose gracias a nuestros flujos. La vergüenza desaparecía. Sabíamos que éramos observadas por 4 mujeres, y nada nos detenía. Nuestras manos ya recorrían toda nuestra geografía. Los gemidos se estaban transformando en gritos de placer, nuestros sentidos estaban alertas a punto de explotar. De pronto, con el rabillo del ojo, notamos que se nos acercaban 2 mujeres. Acomodándose una detrás de cada una, comenzaron con las caricias. Nos transformaron en un sándwich, donde ellas hacían de panes y nosotros el relleno. Ya no éramos nosotras 2 sino 4 las que nos recorríamos, nos dábamos placer. Mis manos recorrían 3 sexos, mis labios besaban 3 bocas, mis muslos recibían las caricias de 3 mujeres hermosas y calientes. Estaba en un estado de excitación increíble. Una de ellas se arrodillo y con su lengua recorría mi sexo y el ojo de mi ano. Manejaba esa lengua con maestría, con suavidad, sólo como lo sabe hacer una mujer. Sus dedos recorrían mi sexo, abriéndolo con el solo fin de introducir la lengua cada vez mas adentro, simulando un pene. Con un dedo al principio y con dos luego, dilataba mi ano que se dejaba hacer. A mi compañera inicial le jugaban como a mi. Yo acariciaba sus pechos mientras me recorrían. Ella entiendo que estaba más sensible a los juegos de su compañera ocasional. La notaba realmente caliente. Nuestras bocas se fundían, nuestras lenguas se trenzaban en una lucha que solo buscaba el máximo placer. Entendí por la aceleración de sus gemidos que acabaría. Dirigí mi vista a su entrepierna, y mientras ella lanzaba un gemido animal, noté como el rostro de su ocasional feladora se empapaba con sus jugos. Había tenido un orgasmo hermoso, un orgasmo proveniente de lo femenino y bisexual que todas queremos experimentar. Mientras tanto mi compañera seguía jugando conmigo, incrementando ese placer que me llevaría en un corto tiempo al éxtasis total. Se sumó la tercera que había logrado que ella tuviera ya un orgasmo, masajeándome los pechos y jugando con mi cola. Creía morir, la intensidad del placer me llevaba a lo más alto del gozo. Entre las 2 tenían un proyecto, y era hacerme explotar en un orgasmo intenso, allí en ese baño. Las acariciaba, apretaba mi sexo en esa boca, me dejaba hacer en la cola, hasta que inevitablemente acabé, bañando literalmente a mis 2 dadoras de placer. Los gemidos se parecían a lamentos del placer. Ellas estaban empapadas, mirándome con sus ojos llenos de lujuria. Ellas también habían gozado. De mi y de ella.
De a poco nos recompusimos. Tomamos nuestras toallas y nos arreglamos el rostro y el cabello. Salimos del baño sin tener noción del tiempo transcurrido. Él y mi Martín nos miraron y preguntaron que había pasado, por el tiempo transcurrido. Nos miramos con ella. Sonreímos, besamos a nuestros hombres y les pedimos algo fresco. La noche tenía que continuar, nuestro secreto quedó entre nosotras y ellas 2. Quería ya, casi en ese momento una verga dura dentro mío.