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Luego de algo fresco, él le insistía a ella que le narre lo que había pasado en el baño. Comenzó una discusión entre ellos, que al principio quisimos detener, pero ante la imposibilidad de poder calmarnos, decidimos dar una vuelta por el lugar. Pasamos por el sauna, donde 3 o 4 parejas hacían las delicias de una buena película porno. Estaban concentrados en ellos, y luego de un rato de mirar salimos de allí y nos fuimos decididos a a cama franca. Martín no insistía en saber lo que había pasado, y estaba empalmado de ver aquellas escenas de sexo sin filtro. Cuando llegamos, y nuestros ojos se acostumbraron a la penumbra, nos encontramos con la mejor escena de sexo grupal que hemos visto en nuestras vidas. No menos de 30 parejas interactuaban entre ellas. Las escenas de lesbianismo se repetían en 4 o 5 sitios. Creí ver por allí a aquellas mujeres que me dieron placer en los sanitarios. Nos miramos a los ojos con Martín y nos despojamos rápidamente de nuestras toallas y comenzamos a besarnos. En un hueco que encontré me recosté al borde de la enorme cama, y me empezó a hacer un sexo oral exquisito, totalmente diferente al que hacía un rato había gozado. No habrán pasado más de 30 segundos que se me acercó una mujer y comenzó a besarme los pechos. Estaba ahí, a merced de una horda de personas dispuestas a todo, con Martín en mi entrepierna y ella en mis senos. Miré un poco más allá y vi avanzar a una pareja hermosa. Ella rubia, alta, grandes, parados y duros senos, cintura pequeña y un trasero que se adivinaba en la oscuridad. El, también alto, de cabello negro, delgado y una pija enorme que se bamboleaba de allí para aquí. Mi vagina ya era una catarata de flujos. Mi enorme deseo de ser penetrada hacía que abriera más mis piernas y mis brazos. Mis manos chocaron con una realidad tangible. La derecha comenzó a mojarse con un líquido viscoso. Al mover mis dedos, se resbalaban fácilmente dentro de la vagina de esta hermosa mujer. Mi mano izquierda rápidamente determinó el diámetro de esa pija hermosa de él, se adaptó a su diámetro y comenzó al principio en un lento subir y bajar, sostenida de ese falo enorme, caliente y firme. Quien me estaba besando mis senos se retiró, al notar la decisión de esta pareja de hacer algo con nosotros. Ella rápidamente tomó su lugar. 3 de mis dedos se introducción sin problemas en esa vagina fácil. Con otro de ellos acariciaba suavemente su clítoris. Cuando sacaba mi mano de allí, compartíamos su humedad. De vez en cuando acariciaba los alrededores de su culito que pedía algo más. Martín a notar esta situación, se retiró de mi sexo dándole lugar a él. Ahora mi hombre se dedicaba a los pechos de ella, intercambiando besos en cada uno de ellos y de vez en cuando subiendo a su boca de labios rojos y carnosos. Él jugaba conmigo, con mi sexo, mi clítoris y mi cola. El clima estaba caliente de verdad. El ambiente solo eran quejidos de placer, pedidos de más y más, gritos orgásmicos. Martín ya había acomodado a ella en 4. Le ofrecía su culo abierto, desafiante para que él la empale. Mi fuente de placer, fue subiendo de mi sexo a mis pechos, y con habilidad me acomodó de tal manera que mis labios quedaron justo frente a los labios de su pareja. Nosotras nos fundimos en un beso animal, con deseo. El me empaló con esa verga interminable, dura, varonil, el vaivén de los hombres, hacía de nosotras nos moviéramos al compás, sin despegar nuestros labios y nuestras lenguas. Nos acariciaban los pechos y nos nalgueaban, mientras nosotras con una mano también recorríamos nuestras redondeces. Nuestra piel estaba electrizada por la situación y el lugar. El aceleró el ritmo de sus movimientos, lo mismo que Martín. Sabía que el orgasmo de ellos no tardaría en llegar. El mío lo sentía ahí, en la puerta. De pronto los hombres, sincronizados, sacaron sus vergas de nuestros agujeros, se arrancaron el condón y nos bañaron de leche bien caliente y abundante. Nosotras empezamos a limpiarnos nos nuestras lenguas, hasta que nos acomodamos en un 69 eterno. Nuestros dedos jugaban con nuestros sexos. Los hombres, increíblemente seguían empalados. Cada uno se acomodó con su pareja, y comenzó una carrera hermosa por lograr nuestro orgasmo. Mentalmente quería un empate entre nosotras. Mi orgasmo ya llegaba. Veía en ella lo mismo. Nos aflojamos y los dejamos fluir. Un chorro de mi empapó la pija de Martín. Un chorro de ella bañó el sexo de él. El correntazo fue simultáneo, como nuestro caer sobre esa enorme cama. Nos miramos y nos besamos. Sonreímos. Habíamos gozado los 4. Eso es lo que habíamos ido a buscar. Nos levantamos despacio los 4 y fuimos a las regaderas. La hora ya pasaba de las 4 AM. Era momento de ir a descansar. Llegamos al hotel, como siempre nos desnudamos para dormir. Seguíamos excitados por lo vivido. Tuvimos sexo hasta que el sueño nos abrazó. Dormimos hasta el medio día. Al despertar sabía que el sábado iba a ser un día para recordar