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Paja En Restaurante De Comida Rápida

Sucedió hace algunos años, pero me gusta recordar aquella noche de domingo en Cali. Como a mi pareja y a mí nos gustaban mucho los perros calientes de cierta cadena de comidas rápidas que no ofrecía servicio a domicilio, me fui hasta allí en el carro. Iba vestido con camiseta, pantaloneta y sandalias, como es habitual en ciudades de clima caliente.

En cuanto me entregaron el pedido me pudo más el hambre y decidí consumir mi plato allí mismo. Subí al tercer nivel, donde sólo encontré una pareja joven que andaba a la mitad de su comida.

Me senté a dos o tres mesas de distancias para poder mirar a la chica, que vestía minifalda y tenía unas lindas piernas. El amigo de ella quedó de perfil a mí y yo me dispuse a admirar aquel espectáculo que ella dejaba ver por debajo de la mesa, aunque el diablillo exhibicionista que siempre me ha acompañado comenzó a susurrarme ideas al oído.

No habían pasado cinco minutos cuando decidí intentar mi primera jugada. Bajé mi mano izquierda y comencé a sobarme la polla por encima de la pantaloneta, con la mirada fija en mi comida, como si nada sucediera.

Después de un breve lapso en el que noté que la chica miraba furtivamente lo que yo hacía, aunque sin dejar de sostener la conversación con su amigo, me animé un poco más. Me acomodé en el asiento de manera que por la manga izquierda de la pantaloneta mi mano se pudiera introducirse a acariciar el glande de mi verga, que ya comenzaba a crecer.

La sensación era una mezcla de susto por un posible escándalo y de placer impulsivo, que terminó imponiéndose. Para no dañar la situación, yo miraba a la chica muy de vez en cuando a la cara, sólo para tratar de adivinar si estaba en el juego o no. Más bien trataba de concentrarme en mirar sus piernas divinas, tratando de que ella se diera cuenta.

No pasó mucho tiempo cuando mi excitación y el tamaño de mi verga precipitaron lo inevitable: la polla se asomó por la manga de la pantaloneta, al principio tímidamente y después casi por completo.

Me tocó acomodarme un poco mejor en la silla, para que el miembro quedara expuesto con toda libertad. La actitud de la chica, que a la vez seguía el hilo de la conversación y miraba  furtivamente mi escena, me animó a desatar toda la gestualidad propia de una paja con todas las de la ley.

No cabía duda de que yo me estaba masturbando para ella, en medio de todas aquellas mesas vacías, en un lugar público, en presencia de su amigo. El sitio donde yo me senté era, eso sí, estratégico para vigilar las escaleras por donde podría subir otra persona.

Yo hubiera querido quedarme allí indefinidamente, con la práctica que tengo en la masturbación lenta, que tanto me gusta. Pero la situación era comprometedora, pues ellos estaban por terminar su comida.

Al momento de eyacular tuve la precaución de inclinar hacia adelante la verga y como estaba sentado en el borde de la silla, todo mi semen cayó al suelo, lo cual me evitó alguna incómoda mancha en la pantaloneta.

Con toda naturalidad agarré una servilleta, limpié los restos de semen que quedaban en el glande, me guardé el miembro sin ninguna prisa y segundos después la pareja se paró de la mesa y se dirigió a la salida.

Yo terminé mi comida y me fui a casa donde me esperaba mi mujer muerta de hambre.

chepecota

Soy hombre heterosexual

visitas: 1988
Categoria: Autosatisfacción
Fecha de Publicación: 2015-05-01 00:30:53
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1 Comentario

jaja muy arriesgado pero pasaste bueno esas praticas son muy peligrosas donde la mujer hubiera echo escandalo mmm ni me lo quiero imaginar.

2015-05-01 07:05:31