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"Experiencia Asnal"

Mi amiga, la que ustedes los lectores ya conocen, por algunos de mis relatos anteriores donde ella participa, como son “la cáscara de banano”, “amantes en frasquitos” y en “las entrañas de un club de sado-masoquismo”, me relata una de sus experiencias de juventud en compañía de su hermana en la finca de sus padres:

Teníamos en la finca de mis padres para las labores propias de allí, dos burros muy mansos y dóciles, pero de los dos, había uno en particular el más pequeño y joven, que me llamaba poderosamente la atención, y la razón era que cada vez que me veía, cuando yo pasaba bien fuera por el patio de la finca donde lo tenían amarrado, y ya listo con las cantinas de leche que mi papá vendía en el pueblo, ó cuando ya por la tarde lo metían al establo junto con el otro, y me mandaban con mi hermana a llevarles la comida , tenía la costumbre de desenfundar su monstruosa arma.

Mi hermana en son de broma me decía que el burro estaba enamorado de mí, y a mí al principio esa broma me hacía poner de muy mal genio, pero luego de un tiempo me acostumbré a la reacción del famoso burrito y a las chanzas de mi hermana al respecto.

Atribuía yo la reacción del animalito, al hecho de que siendo macho, y yo una mujer o sea hembra, pues al olerme se despertaban en él, los instintos primarios propios de su especie.

Además, que mi papá lo había traído muy pequeñito a la finca, y por lo que yo sabía el burrito nunca había tenido la oportunidad de estar con una burrita.

Para unas fiestas de semana santa, mis padres decidieron bajar al pueblo, junto con los trabajadores de la finca, a celebrar dichas fiestas, y nosotras con mi hermana decidimos quedarnos en la finca, ya que no nos llamaba la atención, y nos parecía muy aburridor ir a las procesiones y a las misas que para ese efecto organizaba el párroco del pueblo.

Mi papá al principio se mostró un poco reacio a dejarnos en las fincas solas a mi hermana y a mí, aunque en esa época era muy tranquilo y muy sano el ambiente y la verdad no corríamos ningún peligro.

Solo bastaron unos abrazos, besos ,carantoñas y mimos por parte mía y de mi hermana hacia mi papá, y logramos convencerlo de que nos dejara en la finca, además que para esa época mi hermana tenía 15 años, y yo 17,y le dijimos a mi papá que ya estábamos como grandecitas y nos podíamos cuidar entre las dos tranquilamente.

Mis padres iban por tres días, total, quedábamos gozando a nuestras anchas, y con entera libertad, y con la finca para nosotras solas. Transcurrido el día, ya en horas de la tarde le dije a mi hermana que porque no nos tomábamos unos guarapitos bien ricos aprovechando que estábamos solas, mi hermana que era tan, o igual de traviesa y pilla a mí, me dijo que bueno.

Pero me dijo, que para evitar que de pronto alguien llegara de improviso y nos viera, que lleváramos la olla de barro con el guarapo para el establo que allá íbamos a estar tranquilas y libres de cualquier mirada curiosa de alguien que pudiera llegar de improviso, y así procedimos a hacerlo.

Empezamos a tomarnos el guarapito que por cierto estaba muy dulcecito y rico, al cabo de unas tres totumadas que habíamos tomado cada una, estábamos con mi hermana en una rasca muy deliciosa, de esas rascas como dicen a media agua, ni muy muy, ni tan tan.

De repente mi hermana se quedó mirando el burro que estaba en una de las pesebreras, y me dijo en broma: Hermana porque no masturbamos al burrito entre las dos?, debe ser rico verlo como de derrama, y de paso pues ya que nunca ha estado con una burrita le hacemos el favor, y soltó la risa.

Mi hermana ya había tenido experiencias con alguno de los muchachos, hijos del dueño de una finca vecina, y yo con uno de los hermanos, y pues ya sabíamos lo que era gozar de esos placeres íntimos, además que entre las dos nos teníamos mucha confianza, nos contábamos todo, y sabíamos todo, la una de la otra.

No sé si fue el producto de los guarapos y nuestro estado de ánimo, el caso fue que le dije a mi hermana, listo! hagámoslo!, y procedimos a meternos a la pesebrera donde estaba el burro, el burro al verme como siempre lo hacía, desenfundó su terrible verga.

Al principio mi hermana se la tocó con cuidado, esperando a ver la reacción del burro, y éste solo atinó a parar las orejas, yo solo observaba, y mi hermana cogiendo más confianza le agarró el tronco de la verga al burro y empezó a masajeársela con las dos manos y me dijo: Huuy! Hermana, se siente todo como liso, resbalosito y calienteeee, venga!, cójasela! no sea miedosa!, yo a esas alturas lo que menos tenia era miedo, viendo a mi hermana con la verga del burro entre sus manos, sentí era como mis entrañas se iban mojando, enlagunándose y empapándose.

Me acerqué, cogí esa verga y que sensación!, sentí que todo mi cuerpo hormigueó!, y se erizó!, luego entre mi hermana y yo, y a cuatro manos empezamos a masturbar el burro en medio de nuestras carcajadas, nuestra borrachera, y también nuestra arrechera, esperando a ver en qué momento eyaculaba el burro, estando en esas mi hermana me dijo: Hermana usted no se anima al menos a meterse la puntica?

Le dije: Noooo! usted está loca? porque no lo hace usted? ,y ella muerta de la risa me dijo: No, yo no, no ve que el burro está es enamorado de usted!!!jajajaja! y empezó con un corito burlón: Le da mieeedo!, Le da mieeedo!, Le da mieeedo!.

Yo, ahora que lo pienso mientras cuento esto, en el fondo también quería saber que se sentiría teniendo al menos la punta de la verga de ese burro en mis entrañas, y fruto de la rasca, la arrechera y las burlas de mi hermana le dije: Con que me da miedo?, !Vaya y traiga uno de los banquillos y verá como me meto la punta de la verga de ese burro!.

Mi hermana ni corta ni perezosa salió a buscar un banquillo, y al momentico regreso con él, y además trajo una soga, con la cual procedió a amarrarle las patas traseras al burro previendo una coz o patada del burro en el momento extremo.

Colocamos el banquillo debajo del burro, y antes de acostarme sobre el banquillo, le dije a mi hermana: "Bueno, brindemos por la virginidad de este burro, y porque esto quede como nuestro secreto más grande de por vida", llenamos las totumas de guarapo, brindamos e hicimos un juramento solemne de que nunca iba a salir de entre las dos lo que nos disponíamos a hacer, y bebimos hasta el fondo de nuestras totumas.

Me acosté encima del banquillo, su arma terrible, ya estaba rígida por las caricias que le habíamos hecho con mi hermana, y me golpeaba lentamente el vientre, la empuñé bien, y esperé a que mi hermana le untara una pomada que usaban en la finca para desinflamarle las ubres a las vacas, y empecé a introducírmela!, estando en esas, ya no pensé en meterme la sola punta, sino que dije para mis adentros: "Muestre a ver hasta dónde puedo metérmela"!.

Agitándome, empujando briosamente ,y con la ayuda de los guarapos en mi cabeza y la mirada de arrechera de mi hermana que no perdía detalle, poco a poco y lentamente, me vi al fin poseedora de seis pulgadas del ardiente tronco, me parecía que mi piel se rasgaba, que me rompían, que me descuartizaban.

La bestia removiéndose sin tregua, y con sus patas traseras amarradas, ejecutaba un roce tan violento, que me descoyuntaba y quebrantaba la columna vertebral.

Al cabo de un momento, mis canales espermáticos se abrieron y se desbordaron !Uff, que placer!, corrió por mis entrañas un río de fluidos, exhalé un largo grito de enervamiento y me sentí relajada. En esos instantes de mi máxima explosión había ganado cuatro pulgadas más, y solo quedaban por fuera las dos guevas del burro, como único obstáculo para que el animal no me despanzurrara.

Rendida, destrozada en lo más hondo de mis entrañas, creía terminada ya toda la voluptuosidad y la experiencia, cuando de pronto el tremendo azote vibró más rígido!, más potente y magnífico!, me sondeaba!, me rebañaba!, casi me suspende en el aire!.

Se hincharon mis músculos, rechinaron mis dientes y mis brazos cayeron a lo largo de mis estremecidos muslos, de repente, sentí un chorro potentísimo , caliente y pegajoso, tan caudaloso y fuerte que parecía que se me metía en las venas, las llenaba, las inundaba e iba por ellas hasta el corazón.

Mi carne, distendida y anegada por el copioso bálsamo, no sentía más que una punzada irresistible que cosquilleaba en los huesos, la médula, el cerebro y los nervios, y separaba las articulaciones, y me hacía arder, hervir, quemarme por dentro…!Que delicioso tormento y que incomparable voluptuosidad la que sentí!.

Cuando terminó todo, mi hermana me ayudó a llegar hasta mi cuarto y allí dormí 14 horas seguidas, al despertar me dolía todo!, hasta el pelo! Jajaja!.

Afortunadamente nuestros padres volvían a los dos días, y cuando retornaron, yo caminaba con algo de dificultad, y al preguntarme mi papá que me pasaba, le dije que lo que pasaba era que con mi hermana habíamos decidido montar y pasear un rato en el burro, y que cuando yo estaba montando, el burro me había tumbado.

Mi hermana lo corroboró, mientras las dos esbozábamos una sonrisa cómplice, lo que nunca supo mi papá, que en paz descanse, fue… cómo?, en que forma?, y de qué manera?, por dónde?, y por cuál parte? me había montado en el burro, jajaja!.

vinividivinci

Soy hombre heterosexual

visitas: 1272
Categoria: Hetero: General
Fecha de Publicación: 2015-07-16 15:42:23
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1 Comentario

Guauuu! yo no sería capaz de algo así,pero por la forma en que lo relatas se alcanza una a mojar,jaja,te felicito.

2015-07-18 08:26:16