Guía Cereza
Publicado hace 10 años Categoría: Hetero: General 1K Vistas
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Hace unos cinco años, nuestra vida sexual era mas activa, lo hacíamos dos o tres veces por semana. Había noches en que nos dormíamos hasta la madrugada. Me gustaba hacerle sexo oral y ella a mí, nos tomábamos fotos, tomábamos vino, nos hacíamos masajes mutuos con aceite de naranja, hoy en día solo me tomo un jugo de naranja en las mañanas y me levanto temprano a leer el periódico. Viene a mis recuerdos esa aventura en que nos embarcamos hace algunos años y que me permito compartir con quien tenga la paciencia de acompañarme durante todo el relato.

La historia tal vez empezó así. Un día ella me dijo que había tenido un sueño raro y que le daba pena contármelo, yo le insistí para que me lo contara y finalmente accedió. Me relató que se encontraba en una finca donde había unas caballerizas y ella estaba allí en medio de bultos de heno y que estaba teniendo sexo con un tipo alto y fornido al cual no lograba identificar. Eso me puso a mil y fue como si se hubiera abierto una puerta misteriosa que sabía que siempre había estado ahí pero nunca me había interesado en explorar que había más allá. Esa pequeña confesión fue como asomarme a esa puerta y descubrir una cantidad de sensaciones nuevas y de posibilidades que me perturbaban pero que definitivamente me excitaban mucho. Le pedí que me contara mas detalles de su sueño y esa mañana de domingo hicimos el amor con una inusitada excitación.

Hoy en día no sé si realmente tuvo ese sueño o fue una manera que ella encontró para manifestarme sus deseos más íntimos. Desde ese momento empecé a fabricar fantasías en mi cabeza donde ella era el centro de faenas sexuales con desconocidos y yo observaba. Varias veces me masturbé  en la ducha solo, recreando esas situaciones. Empecé a contarle a ella también mis fantasías y le inventé un sueño donde estábamos los tres con un tipo en el carro y ella le hacía sexo oral en el puesto de atrás. Todas estas fantasías nos encendían, habíamos encontrado una nueva faceta en nuestra vida sexual, un nuevo ingrediente que le trajo más picante a nuestra relación. Fueron unos meses muy intensos y poco a poco en medio de nuestras jornadas de sexo empezamos a llevar nuestras fantasías a un plano más real. Un día le pregunté que si sería capaz de hacer realidad todas esas fantasías que teníamos. Su inmediata y positiva respuesta me impactó un poco, aunque lo disimulé, yo esperaba una reacción mas recatada ante mi propuesta. Una cosa es decir y fantasear mientras se hace el amor y con la sangre caliente en la cabeza y otra muy diferente cuando ya ha pasado el clímax y la respiración agitada se ha calmado y se da paso a la placidez y a la flacidez.  En ese contexto mi pregunta era osada y su respuesta lo fue aún más. Habíamos dado el siguiente paso.

Ella me encargó la misión de buscar el candidato, debería ser más joven que nosotros pero no un niño, no le gustaban los negros tampoco y además debería tener un buen cuerpo. Me di en la tarea de buscar por internet posibles candidatos, entré en una página de clasificados que ya no existe y allí aparecieron varios candidatos. En realidad es muy fácil encontrar hombres que estén interesados en hacer un trio con tu esposa, mi tarea era seleccionar la mejor opción. Descarté varios porque eran muy jóvenes, otros un poco gordos, finalmente encontré a un tipo que ponía fotos de su torso desnudo y con la mano se tapaba su sexo. Le escribí mencionándole nuestras intenciones, la respuesta fue muy rápida. Chateamos y se mostró muy interesado, le pedí más fotos y me envió algunas más explícitas donde se podía apreciar bien su humanidad.

Una mañana de un lunes desde mi oficina le mandé un correo a mi esposa y le adjunté las fotos de varios candidatos, sin dudarlo me contestó que le gustaba el del torso desnudo y que además estaba bien dotado y depilado. De inmediato lo contacté y me dio su teléfono y dijo que estaba dispuesto para cuando nosotros quisiéramos.

Empezamos a intercambiar mensajes de texto con mi esposa, yo le preguntaba si realmente estaba decidida, ella me dijo que si. La sola situación de estar cruzando mensajes sobre este tema me excitaba demasiado. Acordamos que ella lo llamaría para conocerlo mejor.

Me contaba después los detalles de sus conversaciones. El tipo era educado pero empezó a inyectarle una carga de morbo tremenda, le decía que la tenía grande, que todas las mujeres que se acostaban con él siempre querían repetir. El imaginario de Marcela se fue incrementado y los dos estábamos ya en una excitación incontenible, queríamos que llegara el viernes para materializar esa fantasía que habíamos fabricado desde hacía varios meses.

La ansiedad de los dos era incontrolable. El jueves por la noche hablamos al respecto y la decisión estaba en firme, no había marcha atrás. En ese punto ella estaba más convencida, yo empezaba a flaquear interiormente, sin embargo traté de no transmitirle a ella mi inseguridad.

Ella fue quien planeo el encuentro, sería en un bar en el sector de Galerías, sin embargo a última hora el tipo no salió con nada. Se excusó diciendo que tuvo un problema familiar. Ese viernes quedamos frustrados y ella no pudo ocultar su decepción que desembocó en mal genio. Terminamos discutiendo y regresando temprano a la casa.

El sábado amaneció de mejor humor y por la noche la invité a un bar muy conocido en el norte donde van parejas y también solos y solas. Pedimos una botella de ron Bacardi y la estábamos pasando muy rico, bailamos y hablamos de nuestro fallido intento. Había varios tipos solos y mesas donde solo había mujeres. Nos dimos mutuamente la licencia para bailar cada uno por su cuenta. Yo me dirigí a la mesa donde había visto a una mujer que me llamaba la atención, era muy elegante y en una edad interesante de unos 35 años. La invité a bailar y aceptó sin rodeos, Marcela también estaba bailando con otro tipo. Cuando me di cuenta ella ya estaba sentada y yo llevaba bailando varias piezas con mi nueva amiga que resultó ser muy buena conversadora y espontánea. Ella es muy celosa y yo veía su incomodidad. De un momento a otro se nos acercó y literalmente me arrebató de sus brazos, diciendo que iba a bailar con su esposo. Me hizo pasar una gran pena, pero no tuve opción.

Me dijo que mientras yo bailaba con mi amiguita, ella había logrado hablar con nuestro nuevo mejor amigo y que estaba libre y dispuesto a encontrase con nosotros esa misma noche. Ya eran como las 12 de la noche y había que ir hasta El Restrepo en el sur.  Le manifesté mis temores por el tema de seguridad y que ya habíamos tomado, ella no entendía razones, y prácticamente salimos corriendo al encuentro con nuestro amigo.

Vía celular coordinamos el sitio de encuentro y su descripción, en ese momento le dijo a Marcela un pequeño detalle que había omitido antes, era de raza negra. A ella no le importó, dijo que en realidad no le importaba. La situación ya no tenía marcha atrás. Después de conducir por media hora aproximadamente, llegamos al sitio de encuentro y un hombre moreno caminó hacia nosotros, le abrí desde adentro la puerta trasera y subió. En realidad tenía rasgos de raza negra, pelo ensortijado labios un poco gruesos, pero el color de su piel era más moreno que negro, medía unos 180 cms y tendría alrededor de 28 a 30 años, vestía ropa deportiva. Era muy cordial y su forma de hablar y trato me tranquilizó un poco pues me di cuenta que era educado y me inspiró confianza.

Acordamos buscar un bar en el Restrepo. Buscamos un parqueadero y entramos al sitio que estaba en frente. No sabía como comportarme ante esta nueva situación, me mentalicé y dejé atrás mis celos y prevenciones, ya estábamos ahí y no iba a arruinar la ansiada aventura. 

La mesa era rectangular y estaba contra una pared, por tanto tenía asientos separados a cada lado. Mi primera decisión fue dejarlos a los dos a un lado y yo me senté solo frente a ellos. Pedimos media botella de aguardiente y nos preguntamos las cosas básicas cuando se acaba de conocer a alguien.  Él no había tomado nada y nosotros si estábamos ya prendiditos, aunque la adrenalina de la situación parece que había anulado cualquier rastro de alcohol o inconciencia en mí.

La situación se tornó divertida cuando descubrimos que estábamos en un bar gay. Frente a nosotros una pareja de un travesti y un tipo bailaban, miramos a nuestro alrededor y comprobamos que el sitio estaba lleno de travestis. Los incité para que bailaran, él dijo que no le gustaba mucho bailar, pero accedió, fueron a la pista a bailar salsa. Ya eran alrededor de las 2:30 y empezaron a prender las luces anunciando que debíamos salir, así que pagamos la cuenta y salimos

Entré al parqueadero a sacar el carro y ellos me esperaron afuera, cuando salí me parqueé frente a ellos y le abrí la puerta delantera a Marcela. Sucedió algo que me sacudió y me aterrizó sobre la situación en que me había metido. Marcela no se subió en el puesto de adelante junto a mi, lo que hizo fue abrir la puerta trasera y el tipo la invitó a seguir como todo un caballero y se subió él también atrás. No sabía que decir, le dije que si me iba a dejar de chofer, me dijo que no fuera cansón y que arrancara. Empecé a andar y mi sorpresa dio paso a la estupefacción cuando vi que ya se estaban besando apasionadamente como si fueran novios de mucho tiempo atrás.  Después sucedió lo más impactante para mí de esta historia. Al dar una curva en una esquina tuve que fijar mi atención en la vía y desvié mi mirada del espejo retrovisor y cuando volví mi mirada al retrovisor, quedé paralizado, no podía creer lo que estaba viendo en el pequeño rectángulo del espejo, tuve que voltear para cerciorarme que no era un espejismo. Ella le hacía sexo oral al tipo, vi en medio de la penumbra del interior del carro su cabello largo con el destello rubio de sus iluminaciones desparramado sobre su regazo y el vaivén rítmico de su cabeza que no dejaba lugar a ninguna duda.

Sentí una oleada de calor recorriendo mi cuerpo, una agitación indescriptible se apoderó de mí, una presión irresistible en mi vientre y una erección tremenda que casi se convertía en dolor.  Era una situación alucinante y me parecía fuera de la realidad.  Ella ya estaba entregada, creo que lo estaba desde la primera vez que hablaron por teléfono. Un cruce en la Caracas me hizo retomar la calma y el autocontrol. Le subí volumen al radio y empecé a dar vueltas por el sector tratando de asimilar la nueva realidad en que me había metido. Había abierto una caja de pandora y no sabía que demonios iban a salir de allí. Trataba de conducir sin dejar de mirar ese  espectáculo que me ofrecía mi amada e irreconocible esposa.

Deambule buscando un sitio adecuado para entrar a darle rienda suelta a nuestra fantasía. Para nuestro infortunio había un retén de la policía y un agente me hizo la señal de pare. Tuve que avisar a la pareja de amantes que traía atrás. No podía disimular mi aliento a licor y el policía me pidió los papeles del carro.

Después de hacernos esperar varios minutos el policía me hizo una invitación a negociar pero un par de cuadras adelante. En medio del desorden porque había varios carros en la misma situación, no quise dejar pasar la oportunidad de arreglar el problema y seguí solo en  el carro al policía que iba en su moto. Dos cuadras adelante y volteando un par de veces llegamos a una calle solitaria que el policía conocía y que era propicia para el ilícito que se veía venir. Rápidamente negociamos una cifra y el hombre montó en su moto y se perdió. Como si hubiera sabido de mis necesidades, me había llevado a la calle de los moteles. Llamé a Marcela y le di indicaciones sobre el sitio donde me encontraba, ella estaba muy preocupada pues pensaba que me había sucedido algo malo. La tranquilicé y le di las indicaciones sobre el sitio donde me encontraba. Mientras tanto entré a la recepción del motel más grande y agradable que vi. Pregunté por la habitación, verifique que tuvieran jacuzzi y les dije que estaba esperando a una pareja amiga, que si había algún problema por entrar los tres. Me dijeron que simplemente había que pagar un adicional.

Salí al carro a esperar a mi esposa y a nuestro nuevo mejor amigo. Los vi aparecer en la esquina, venían tomados de la mano y sentí celos. Cuando ella me vio se abalanzó hacia mi y me abrazó y me besó. Pude percibir un aroma a sexo en su beso.

Les dije que ya estaba todo arreglado y subimos en el ascensor los tres junto con la mujer que entregaba la habitación. La situación era insólita para mí, fue el recorrido mas largo que he hecho. Me parecía que la mujer me observaba acusadoramente, sin lugar a dudas ella sabía quien era el invitado.

Ya en la habitación y dejando de lado los temores y prevenciones, le pedí que prendiera el jacuzzi y que nos trajera una botella de vino. Quedamos los tres en un ambiente ya menos tenso. Me acordé que una jornada de estas no podía pasar sin dejar fotos para el recuerdo. En ese entonces los celulares aún no tenían muy buenas cámaras, así que decidí bajar al parqueadero y sacar del carro una cámara fotográfica que llevaba. Cuando volví a subir el tipo estaba recostado sobre la cama y ella arrodillada en el piso le hacía sexo oral, ya se habían desnudado parcialmente, ella tenía el torso desnudo, mostrando sus lindas tetas y aún conservaba los jeans y las botas, él estaba con los jeans abajo y en camisilla. Los invité a pasar al jacuzzi, ella se despegó de su caramelo y yo le ayudé a quitarse las botas y el pantalón, yo también me desnudé y pasamos los tres a la tina. El tipo era deportista, tenía un cuerpo atlético y bien cuidado y su herramienta era un poco más grande que la mía pero diría yo que menos gruesa. Ambos íbamos izando bandera y ella observaba sin disimular su nuevo juguete.

Ya en el jacuzzi la invité a sentarse encima mio. Debo confesar que era tal mi excitación que no tardé mucho tiempo en acabar y fui un poco egoísta con ella. Sin embargo sabía que esa noche iba a tener ayuda y ella también lo sabía, de hecho estaba ansiosa de probar ese nuevo manjar que tenía a su disposición ya que una vez que yo terminé se fue rápidamente de mis brazos y se sentó sobre el torso de su nuevo amante y empezó a besarlo apasionadamente, lo olía, lo lamía, besaba sus pezones y buscaba afanosamente dentro del agua la punta del mástil que era el premio mayor y  que la tenía en celo desde varios días atrás. Supe que había logrado su cometido porque dio un suspiro hondo y prolongado. Se quedó quieta por unos momentos como para convencerse que lo tenía dentro de si. Empezó a moverse rítmicamente, primero suave y después fue aumentando el ritmo y terminó agitándose violentamente provocando una tormenta en la tina, el agua salpicaba y ella gemía sin cesar, el espectáculo para mi era sensacional, veía su espalda y su cabello ya húmedo golpear su espalda como la crin de un caballo desbocado, veía entre el fuerte oleaje como era penetrada hasta el fondo.

Si yo me vine rápido, el tipo se estaba demorando una eternidad, aunque yo había perdido la noción del tiempo me pareció que transcurrían horas y ella cabalgando furiosamente, después de mucho tiempo sus gritos anunciaron que se iba a venir, nunca la había visto así, se estremeció y en medio de espasmos que le hacían mover violentamente su cintura contra él, gritaba y se aferraba a su cuerpo hasta que finalmente empezó a disminuir la frecuencia de sus movimientos y sus gritos se convirtieron poco a poco en gemidos lastimeros y tiernos. Terminó abrazada a él.

Después de unos minutos regresó a mi lado y seguimos en la tina hablando tranquilamente y de todos los temas ya con el desparpajo y la confianza que se logra después de compartir a tu mujer. Nos contó un poco mas de su vida personal y sus quehaceres, éramos un trio de viejos amigos hablando de todos los temas sin ningún prejuicio.

Después de algún tiempo apagaron el jacuzzi pero seguimos metidos en la tina tomando vino hasta que se enfrió el agua y tuvimos que volver a la cama. Nos secamos lo mejor que pudimos y nos recostamos, ya para ese momento Marcela estaba otra vez pidiendo acción. Se sentó encima de él y empezó una nueva faena, lo besaba y acariciaba su cuerpo. En este punto yo jugaba el papel de observador y fotógrafo. Después de un tiempo cambiaron de posición, él la acostó de espalda y se acomodó encima de ella, le tomó sus piernas y se las puso encima de sus hombros, ella quedó completamente doblada, no sabía que fuera tan flexible, así de esa forma la penetró, ella dio un pequeño gesto que pareció un poco de dolor pues seguramente le entraba toda la envergadura de ese gigante miembro. El tipo tenía un gran físico la penetraba como si estuviera haciendo flexiones de pecho, después empezó a besarle la cara y mordisqueaba sus labios, le decía cosas a su oído que yo no podía escuchar y ella contestaba asintiendo con su cabeza y con el rostro desencajado, los ojos cerrados y la boca entreabierta. El tipo se lo hacía lentamente y luego aceleraba, en esta posición terminaron, esta vez los dos.

Después de esto nos quedamos dormidos por el cansancio, apagué la música y la luz, tal vez ya iba amanecer. Fue un sueño corto pero profundo y relajante. Yo soy de los que tengo un reloj bilógico que me hace despertar a las seis de la mañana sin importar a que horas o en que condición me duermo y esta vez no fue la excepción. Ella durmió en medio de los dos, se veía preciosa, su cuerpo desnudo y trigueño medio cubierto por la sábana blanca era como para hacer una pintura.

Él dormía también profundamente de espaldas. Empecé a besarla suavemente en su rostro y a jugar con su pelo, quería despertarla, además amanecí con deseos de más. Cuando despertó empecé a retarla para que se animara a levantar nuevamente el instrumento de su amigo. Al principio no quería, pero finalmente accedió e inició una excursión al interior de las sábanas rumbo al sur, vi su cabellera perderse de mi vista. Estuvo unos minutos allá abajo y subió decepcionada, me dijo que estaba muy dormido y no quería, yo le insistí le hice ver que no iba a tener una oportunidad como estas en mucho tiempo. Bajó nuevamente con más decisión y con seguridad nuestro amigo ya había despertado y fue mas receptivo. Esta vez la misión de Marcela tuvo éxito, ya que no volvió a subir y lo que vi después fue que él se acomodó en la cama y ella siguió con su labor bajo las sábanas. En unos cortos minutos ya el monstruo había despertado nuevamente y ella empezó a cabalgarlo otra vez. Emergió de las sábanas y apoyaba las palmas de sus manos en los pechos de él y acuclillada sostenía su cuerpo en sus piernas y empezó a hacer sentadillas sobre su miembro. Que escena, digna de la mejor película porno que hubiera visto en mi vida. Así estuvieron un tiempo, después él se levantó y la invitó a ponerse de espaldas y en cuatro. Ella accedía muy diligente a sus requerimientos. Él se hizo al borde de la cama y empezó a bombearle frenéticamente. Era incesante su ritmo y demostró  realmente su condición de deportista ya que estuvo en esta tarea más de veinte minutos. Ella jadeaba y gritaba, ya la habitación se aclaraba con la luz del día y sus gritos debían escucharse en todo el motel. Era alucinante la escena, la tomó fuertemente de sus caderas y le empujaba su herramienta como si quisiera atravesarla, después de un interminable bombeo, le preguntó que si había terminado, ella entre jadeos le dijo que sí y por fin la liberó de sus garras y ella se dejó caer desgonzada y sudorosa sobre la cama.

Descansaron unos minutos y después ella me pidió que si le hacía sexo oral después de bañarse, no podía creer que se había convertido en una ninfómana insaciable y por supuesto no pude negarme a cumplir sus deseos, así que ella fue y se bañó en la ducha y volvió como nueva, yo me acomodé en medio de sus piernas y lamí su hinchado clítoris por varios minutos. Nuestro amigo mientras tanto se fue a duchar y yo seguí en mi tarea por varios minutos hasta hacerla retorcer nuevamente.

Ya era hora de partir y empecé a preparar nuestra retirada. Eran casi las 8:00 am y nuestros hijos, tenemos hijos, habían pasado la noche en casa de un hermano, así que se lo recordé y se empezó a preocupar también y a volver a la realidad.

Sin embargo cuando Andres salió de la ducha desnudo y ella lo vio, parece que se le olvidó nuevamente la preocupación, él se empezó a secar junto a la cama y ella que estaba acostada se incorporó y se sentó frente a él que permanecía de pie y lo tomó por sus piernas y empezó a lamer sus grandes bolas como si se tratara de un gran helado y recorría con su lengua toda la extensión de su miembro para tratar de revivirlo otra vez. La escena me excito mucho, de hecho es una de las que mas recuerdo después de varios años, sin embargo el tiempo se había acabado y no podíamos demorarnos más en esta locura. Era increíble su apetito sexual,  incluso en nuestra mejor etapa de novios  varios años atrás, nunca la había visto tan activa sexualmente.

Tuve que mencionarle nuevamente que debíamos recoger a nuestros hijos y creo que Andres también estaba ya cansado y con ganas de partir y ella lo notó, así que también volvió a la realidad.

Nos bañamos y salimos del motel, dejamos a nuestro amigo cerca a su casa y salimos rumbo a la nuestra. Hubo un silencio incómodo y para disimular empezamos a hablar de cosas cotidianas como si nada hubiera pasado. Sin embargo los dos sabíamos que ya nunca volveríamos a ser los mismos. Hoy después de cinco años, cuando nuestra relación sexual ha decaído bastante, esas escenas son el mejor incentivo, al menos para mí, cuando tenemos sexo.

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